Imagen ilustrativa.
Por Hugo E. Grimaldi
Fue una semana monumental para Javier Milei, en la que se pudo observar con gran claridad cómo el péndulo de la política se mueve cada vez más con mayor aceleración. Así, el gobierno nacional pudo encauzar a favor la elección porteña con un número impensado de votos pese a la baja participación ciudadana y planteó la variante del uso casi libre del dólar, con cambios que empezarán a regir en junio y que esperan por leyes que le den seguridad jurídica a quienes pongan sus billetes a circular. Dos hitos, uno político-electoral y el otro impositivo-monetario, que le permitieron al Presidente desplegar una sonrisa de oreja a oreja.
Para los funcionarios, la llamada “dolarización endógena”, un proceso de remonetización de la economía por el cual, ante la escasez de pesos, los agentes económicos pueden empezar a usar dólares casi de cualquier origen para operaciones cotidianas, es casi más importante que la salida del cepo. La moneda estadounidense puesta a circular implicará que nadie va a preguntar de dónde salieron, gracias a cambios de normas en las regulaciones restrictivas (una genial simplificación de las presentaciones impositivas sin considerar consumos, cambio de topes hacia otros tan “burocráticos” como los anteriores y en algunos casos insuficientes o directamente anulando trabas) con simples resoluciones o circulares de parte de ARCA, el BCRA y la UIF.
Un Decreto ya limitó los beneficios para quienes sólo tienen ingresos generados en el país y un par de leyes irán al Congreso para derogar, cuando se pueda, cuestiones penales y cambiar otras tributarias que deberán blindar hacia el futuro la seguridad de quienes se jueguen a sacar los dólares debajo del colchón o los “crocantes” del “canuto”, tal como se expresa en la jerga de la City porteña, Francella mediante. La mecánica se irá adaptando paso a paso y ya se supo que habrá cuotas en dólares para tenedores de tarjetas de créditos y otro tanto, para compradores de automóviles.
Si bien hay un montón de cuestiones que deberán cambiar con el tiempo porque hacen al día a día, el trasfondo es algo eminentemente cultural y representa un karma que los argentinos tienen desde que el Estado rapiña con sus “garras” todo lo que tiene a mano. El Gobierno trabajó muy bien la situación y la explicó mejor: nadie será culpable a priori (principio de presunción de inocencia), ya que han tenido que protegerse y el uso ahora de los dólares ahorrados es parte de su libertad. Para el nuevo concepto, toda la responsabilidad ha sido del “Estado de los cepos, la inflación desmedida y la burocracia extrema”. Un saludable giro conceptual, algo demagógico, pero saludable al fin.}
Además, es obvio que la segunda jugada de este proceso de cambio es económica para lograr que esa dinámica extra ayude a consolidar el consumo y que juegue a favor del crecimiento. Por otro lado, hay temores, desde ya, que una suerte de jolgorio sustentado en la libertad que se pregona se torne incompatible con el marco referido a la prevención de lavado de dinero y de financiamiento al terrorismo, pero los funcionarios han dicho que esto mismo se hará desde ahora con mayor enjundia ya que, como se controlará a menos gente, todos los cañones podrán apuntar allí.
Desde el lado electoral y aunque el triunfo en votos quedó empañado por la bajísima participación de los porteños y tampoco le alcanzó para ser la primera minoría en la Legislatura, en el imaginario de la gente los “violetas” del Presidente se comieron a los “amarillos” del PRO para liderar la centro-derecha y quedaron como un tren en marcha que va tomando velocidad rumbo a octubre, con una estación previa en setiembre cuando se diriman los cargos legislativos en la provincia de Buenos Aires. Mauricio Macri reaccionó cuatro días tarde y finalmente, felicitó a LLA para ver qué lugares podía rescatar, pero ya Milei lo había jubilado. Igualmente, habrá listas en común.
El caso Macri es emblemático, ya que tuvo que soportar que un video con su imagen elaborado con el uso de Inteligencia Artificial fuera difundido horas antes de las elecciones con un supuesto renunciamiento del PRO y el pedido de votar por el candidato libertario. La acción, salida y disparada ya casi sin dudas por las usinas de la Casa Rosada, no sólo fue un crimen que podría ser encuadrado en los Códigos Electoral y Penal, sino que básicamente configuró un repudiable delito moral que debería bajarle muchos puntos a la consideración de la victoria. Quizás el silencio de gran parte del 47% de los ciudadanos que no concurrieron ha dado cuenta del gran agobio de una sociedad que suele creer que “son todos lo mismo”.
Hablar de un péndulo es una metáfora común en política para describir los cambios recurrentes entre ideologías o enfoques de gobierno. Es como el ciclo del mar, cuando las olas entran y salen de la playa para volver al rato. Son ciclos bastante estudiados en política ya que, en general, las sociedades tienden a oscilar entre períodos de mayor intervención estatal y de progresismo distributivo (A) y otros de signo inverso, más conservadores y de mayor o menor liberalismo económico (B) o entre líderes con discursos más moderados (C) y otros más radicalizados (D).
En este movimiento hay fases bastante claras. Por ejemplo, un período de inestabilidad puede preceder a una crisis, lo que lleva a un cambio drástico de gobierno y luego, con el tiempo, ese nuevo enfoque puede perder apoyo porque las sociedades aceptan que se arreglaron los problemas y buscan otras alternativas, generando un nuevo retorno en el ciclo. Las cosas no tienen por qué seguir siempre así, porque los péndulos oscilan y ésa es la gracia, pero el cuadrante actual se asemeja bastante a B+D, el llamado populismo de derecha.
Tampoco existen reglas fijas, pero el recorrido hacia la inversa suele darse cuando las políticas implementadas dejan de satisfacer las necesidades de la mayoría, cuando hay descontento social, cimbronazos económicos o agotamiento de modelos. A veces, el retorno se da por factores externos, como cambios en el contexto internacional que motivan a los ciudadanos a copiar lo que viene de afuera: los años ’70 fueron de crisis (petróleo, Watergate) y transformaciones en el mundo; en los ’80 apareció el neoliberalismo y terminó la Guerra Fría y en los ’90, la globalización. La Argentina pasó de la dictadura a la democracia, llegó Carlos Menem, hizo su ciclo y diez años después se fue. Todo un ejemplo para Milei.
La gente a veces incide en la oscilación, aunque en otras tantas se adapta, ya que siempre en las sociedades hay sectores activos que impulsan el cambio mediante el voto, las protestas o la participación política, pero también hay también quienes, por desinterés o resignación, terminan adecuándose a las circunstancias sin intentar modificar el rumbo y le dejan abierto el campo a los otros. Hay ciudadanos que identifican bien los patrones políticos y anticipan los cambios, ya sea por experiencia o por información, pero otros pueden no ser conscientes del péndulo y sentir que las cosas ocurren sin su control, por lo que quedan “a merced" de las circunstancias.
Con los números finales de votos y bancas en la CABA, el aperitivo porteño deja en claro que el péndulo podría estar en su primera fase y que sigue su marcha, ya que LLA suma adeptos, pese a que el electorado porteño es muy crítico de las formas, en especial de las maneras del Presidente. En este punto, la libertad de expresión queda en riesgo siempre cuando vocifera contra todos aquellos periodistas que dicen algo que no le gusta. Es una técnica, nada original por cierto, que lo degrada bastante, aunque él mismo no le asigna la menor importancia a sus exhabruptos, pero hay muchos a quienes les molesta porque lo asocian a cierto estado de soberbia o presunción de impunidad. Milei debe creer (o le hacen creer) que la rebeldía sin ton ni son es parte de su personalidad disruptiva, sin notar que eso lo empequeñece como Presidente.
En muchos casos, los medios de comunicación y hoy las redes sociales suelen jugar un papel crucial en la percepción de los ciclos de “corsi e ricorsi” (flujos y reflujos) y por eso la política se desvive por denigrar a los primeros y por controlar la difusión de las segundas. La situación de conflicto mete nervios y con su personalidad de ataque continuo, Milei se ha convertido en un sujeto estresante para muchas capas de la sociedad que agradecen la tarea de reconstrucción económica, pero que priorizan aspectos republicanos. Lo que los políticos no deben creer nunca es que son ellos quienes comandan la situación porque, como se ha visto, el determinismo histórico puede hacer que todo cambie de la noche a la mañana y dejarlo de a pie en la banquina.














