En Atenas, acabo de recibir una horrible noticia: el fallecimiento de Alfredo Fenik, un nombre que resuena en el mundo de la cultura y el arte y en quienes hemos gozado del privilegio de su amistad. Se fue, pero dejó un enorme legado. Fue un excelente director del Centro Cultural Virla de la UNT, gestión que se expresó en sus realizaciones y dejó a un lado lo meramente burocrático. Un actor que trabajó incansablemente hasta momentos antes de su fallecimiento. Gran director teatral y un cuidadoso escritor. En lo personal: un amigo entrañable que me acompañó en momentos duros y en tiempos felices y que siempre estuvo acompañado por sus hijas, nietos y amigos. Hace un par de meses, una noche lluviosa, apareció en un homenaje que la USPT me realizaba, acompañado por su hija Silvina y su esposo Pablo, quienes llevaban su silla contra “viento y marea”. Pudo haber estado presente con un llamado, pero decidió ir y obtuvo el aplauso del público, como muestra de un reconocimiento a un grande, causando una gran emoción en todo el auditorio. Acompaño a la distancia a sus hijas, a Pablo Cavallo y a Fernando Valdez, a sus nietos y demás familiares y muchísimos amigos que valoran y reconocen su valía personal con cariño agradecido.
Susana Maidana
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