Menos sed no es excusa: por qué adultos mayores deben hidratarse pese al frío extremo

La deshidratación puede generar lesiones de leves a permanentes tanto a nivel físico como cognitivo. Se recomienda consumir entre dos y tres litros de agua al día en invierno.

Menos sed no es excusa: por qué adultos mayores deben hidratarse pese al frío extremo
01 Julio 2025

Perder poco a poco la sensación de sed es un fenómeno que se da con asiduidad en los adultos mayores. Es una señal propia del envejecimiento, pero no por ello debe tomarse por normal. Las temperaturas bajas durante la ola de frío, también llevan al cuerpo a sentir menos necesidad de tomar agua. Dos factores que, combinados, pueden ser mortales para las personas de la tercera edad.

El frío inhibe parcialmente la sensación de sed. Al no sentir la necesidad de ingerir líquidos, las deshidrataciones se vuelven habituales. Pero estas no afectan de igual modo a todas las edades. Son particularmente peligrosas en algunos grupos etarios, como los recién nacidos, los niños y los adultos mayores. En este último grupo, una deshidratación puede producir síntomas severos y hasta llevar a la internación.

Mientras que es más fácil rehidratar a un paciente adulto joven, la situación se vuelve compleja con la tercera edad. En los ancianos, cuando se da un estrés celular a causa de la deshidratación, se pueden producir patologías cerebrales y deterioros cognitivos continuos.

¿Por qué es peligrosa la deshidratación en adultos?

Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos lo definen de forma contundente: la deshidratación en adultos es una afección clínica crítica. Esta se produce cuando se da un desequilibrio entre la ingesta de líquidos y la eliminación. Es decir, cuando se toma poca agua y el cuerpo sigue deshaciéndose de líquidos residuales, ya sea por transpiración u orina.

La deshidratación puede ser crítica porque puede llevar a una disfunción multiorgánica. Se puede manifestar con síntomas leves como la sed hasta intermedios como debilidad. Este indicador puede reconocerse tarde, cuando el adulto sufrió alguna descompensación o caída al no poder sostenerse.

En los casos más graves, la deshidratación puede producir shock hipovolémico. En este estado, el cuerpo desarrolla una baja circulación de sangre por falta de líquidos. Como consecuencia, el corazón se vuelve incapaz de bombear sangre a todo el cuerpo. También se pueden producir sangrado de heridas, de otras lesiones o hemorragias internas como del tracto gastrointestinal.

Un análisis rescatado por el sitio Cognitive Vitality, para el que se tomaron en cuenta 33 estudios con 413 pacientes, determinó cómo la deshidratación afecta a los adultos mayores. Una pérdida correspondiente a más del 2% de la masa corporal se asoció a un deterioro cognitivo en la atención, la función ejecutiva y la coordinación motora.

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