A SALA LLENA. El público siguió con interés el anticipo del documental y la palabra de los expositores.
Es apenas un adelanto, pero la potencia de las imágenes y la precisión del relato histórico dejan con ganas de más. Así lo siguió el auditorio -colmado-: con interés, atención y un aplauso en el final. Se trata de “Historia de un colapso. La industria azucarera de Tucumán”, la serie documental que producen, en forma conjunta, el Instituto Superior de Estudios Sociales (Ises, Conicet-UNT), el Instituto de Investigaciones sobre el Lenguaje y la Cultura (Invelec, Conicet/UNT) y la Escuela Universitaria de Cine, Video y Televisión. La Legislatura fue sede de esta suerte de avant-premiere, que mostró la introducción y un fragmento del primer capítulo.
Antes y después se desarrolló un acto muy especial. Es que la fecha no fue azarosa, ya que ayer se cumplieron 59 años del decreto-ley 16.926 emitido por la dictadura de Juan Carlos Onganía, piedra basal del colapso al que alude el título del documental. Una política que derivaría en el cierre de 11 ingenios, la emigración de más de 200.000 tucumanos y un quiebre socioeconómico que Tucumán jamás consiguió superar del todo.
Obreros, ingenios, empresarios, cañaverales, luchas sociales, titulares de la prensa; la narrativa del documental es rica en imágenes y en conceptos. Invita a descubrir las razones del colapso y sus efectos planteando una serie de preguntas fundamentales. Y ya en el primer capítulo habla de la industria azucarera como un temprano ejemplo de una política de sustitución de importaciones. Cuenta acerca de las crisis de sobre producción de azúcar, los conflictos de 1895 y 1926, y el nacimiento de instituciones claves como Fotia, Feia y UCIT.
PROTAGONISTA. La huella de los ingenios subsiste, como en Santa Ana.
Hasta ahí llegó el anticipo. Para ver el resto habrá que aguardar al estreno de los capítulos, que estarán disponibles tanto en YouTube como en los repositorios del Ises y del Invelec.
En acción
“La serie documental es una síntesis de nuestra línea de investigación. El objetivo es mostrar y enseñar este proceso, que fue un antes y un después para Tucumán. Para eso encontramos dos socios de lujo, como el Invelec y la Escuela de Cine”, apuntó el historiador Leandro Lichtmajer, del Ises. Junto a su colega María Celia Bravo codirigen el proyecto “Colapso azucarero, soluciones técnicas y respuestas comunitarias a escala local (Tucumán, 1955-1973)”. Integran el equipo Florencia Gutiérrez, Claudia Herrera, Diego Ledesma, Ignacio Sánchez y Lucía Santos Lepera, quien además aporta la voz en off a la serie.
“El cierre de los ingenios fue un capítulo dramático de la historia social y política argentina; un colapso que mira el pasado y el presente -analizó Lichtmajer-. Porque, ¿qué pasa cuando el capital se va? ¿Qué deja el cierre de una fábrica? Es un tiempo difícil para escribir historia, pero sin ciencia no hay futuro”.
José Villafañe, del Invelec, habló de la relevancia de una serie documental que genera archivo y memoria, y del entusiasmo que le generó, junto a su colega Virginia Agüero, la posibilidad de traducir al lenguaje audiovisual esta historia. “Además, es importante que se haga con un equipo técnico de Tucumán; hasta no hace mucho eso no hubiera sido posible”, admitió.
Por su parte, el director de Conicet NOA-Sur, Augusto Bellomío, recalcó la misión del organismo: “investigar, abordar problemáticas y aportar soluciones, colaborando siempre con el desarrollo productivo y con el menor impacto posible en el ecosistema”.
Reflexiones
Para el cierre del acto se programó la mesa panel “El colapso azucarero. Entre el análisis histórico y las miradas en primera persona”, moderada por Andrea Morales Chocobar. Del análisis se ocupó la historiadora María Celia Bravo, reconocida especialista en el tema; y para la mirada en primera persona el invitado fue un protagonista de la época como Hugo Santillán, cuyo mensaje de cierre recibió una sentida ovación.
Bravo advirtió cómo en Tucumán la memoria del cierre de los ingenios azucareros suele evocarse desde la tristeza y la imagen de las ollas populares. Sin embargo, detrás de ese episodio hubo también una tenaz resistencia social. Y añadió que el decreto de 1966 fue el punto culminante de un proceso que se arrastraba desde mediados de los años 50, cuando se desregularon las históricas normas que ordenaban la actividad.
La dictadura de Onganía, puntualizó la historiadora, intentó reducir el peso de Tucumán en el mercado azucarero, favoreciendo a Salta y a Jujuy. La respuesta fue inmediata: huelgas, movilización sindical y, luego, la organización comunitaria en torno a las “comisiones pro defensa”. Vecinos, trabajadores y curas párrocos lideraron acciones novedosas -procesiones, huelgas de hambre, marchas- que simbolizaron la dignidad de los pueblos cañeros.
Bravo señala que esa lucha permitió reabrir ingenios e incluso gestionar la producción de manera autónoma, hasta que en 1971 la creación de Conasa, empresa estatal azucarera, puso fin al ciclo de cierres. La dictadura de 1976 liquidó esa experiencia, pero la historia demuestra que Tucumán no solo padeció derrotas: también protagonizó una resistencia ejemplar que defendió su identidad social, económica y cultural.
La intervención de Santillán fue pura emocionalidad desde el recuerdo de su hermano Atilio y de Benito Romano, quienes pagaron con su vida en 1976 el haberle puesto el cuerpo a las luchas obreras. Hugo Santillán, quien llegaría a ser secretario gremial de Fotia, se inició como trabajador en el ingenio Bella Vista y padeció la represión de la última dictadura. “Estoy vivo de milagro”, sintetizó.
Su análisis histórico, nutrido por la propia experiencia, fue en línea con investigaciones como la de Roberto Pucci, adjudicándole el grueso de la responsabilidad por el cierre de los ingenios al accionar en las sombras de Ledesma y de Carlos Pedro Blaquier.
Escuela de Cine: el aporte clave de prestigiosos realizadores
“La imagen colabora para que perdure la memoria”, sostuvo Juan Carlos Veiga, director de la Escuela Universitaria de Cine, Video y Televisión de la UNT. De su Departamento de Documentación y Archivo, dirigido por Magdalena Osimani, salió gran parte de los materiales empleados en la serie documental. Materiales que vienen siendo rescatados, restaurados y digitalizados, cuadro a cuadro, desde hace largos años. “Un trabajo de hormiga -lo describió Veiga-. Se trata de un tesoro, fílmico y en papel, ya que hay películas, negativos y diapositivas. Gran parte todavía está pendiente de ser procesada”. Veiga destacó que este proyecto coincide con los 20 años de vida que está festejando la Escuela este mes, lo que la hace una de las unidades académicas más jóvenes de la UNT. Pero advirtió que el verdadero comienzo se remonta a 1946, con la fundación del Instituto Cine-fotográfico universitario, iniciativa de Abel Peirano que cobijó a figuras tan destacadas como Gerardo Vallejo, Jorge Prelorán, Jorge Wyngaard y Pedro Bravo. Fue esa camada de realizadores la que se ocupó de retratar el Tucumán de los años siguientes con una extensa serie de trabajos, varios referidos al azúcar y el mundo que lo rodeaba. “Muchos se perdieron o no contaron con las condiciones de resguardo suficientes -lamentó Veiga-. Afortunadamente otra parte del material sí quedó protegido y es el que vemos en el documental”.
Agroindustria azucarera: crean un fondo documental digitalizado
Fernando Longhi, director del Instituto Superior de Estudios Sociales, anunció durante el acto realizado en la Legislatura el lanzamiento de un fondo documental digitalizado de la agroindustria azucarera. “Los archivos documentales son pilares de la investigación histórica -destacó-; por eso su preservación representa una responsabilidad democrática”. Longhi anticipó que en este fondo habrá, entre otros, materiales pertenecientes a la Fotia y a particulares que los están aportando, e invitó a quienes posean alguna clase de registros de esta naturaleza a colaborar. “El objetivo es reunirlos, digitalizarlos y ponerlos a disposición de la comunidad”, enfatizó.
El anfitrión: “reflexionemos sobre lo que nos pasó”
La apertura del acto estuvo a cargo del titular de la Legislatura, el vicegobernador Miguel Acevedo. El dueño de casa marcó dos momentos que, a su entender, cambiaron la historia de Tucumán: el cierre de los ingenios y el de los ferrocarriles. “Decisiones que se tomaron desde Buenos Aires sin conocer nuestra realidad”, indicó. Acevedo subrayó que el documental “Historia de un colapso. La industria azucarera en Tucumán” merecía ser declarado de interés por la Legislatura y ponderó, por la misma razón, el haber albergado el acto de ayer: “son invitaciones a que reflexionemos sobre lo que nos pasó y por qué nos pasó”.























