LA PRUEBA. Los policías revisan la camioneta en la que se encontró más de medio kilo de cocaína.
Los nombres y las causas se repiten. Un barrabrava de Atlético y otro de San Martín fueron procesados por la Justicia en menos de 10 días. Uno por haber baleado a dos jóvenes en un confuso episodio; el otro, por transportar más de medio kilo de cocaína. La violencia y el narcotráfico, como ocurre desde hace varios años, están abrazando y asfixiando al fútbol argentino, incluido el tucumano.
“Voy a pedirle, señor Acevedo, que reflexione sobre su estilo de vida”, le dijo el jubilado camarista Pedro Roldán Vázquez a Jorge Javier Acevedo después de haberlo absuelto en un juicio por el robo de una motocicleta en 2013. “Jazo” movió su cabeza con un gesto afirmativo, como aceptando la recomendación. Pero indica que nunca le hizo caso. El actual líder de “La 33”, una de las facciones de “La Inimitable”, fue detenido nuevamente, en este caso acusado de haber baleado a dos personas. En caso de ser encontrado culpable, recibirá su quinta condena.
Semanas después de cumplir con la pena de un año que se le dictó por amenazas contra un policía después de un partido del “Decano”, el 3 de agosto el integrante del llamado Clan Acevedo hirió en las piernas a dos vecinos del barrio Juan Pablo II (conocido popularmente como “El Sifón) por razones que por el momento no fueron reveladas. Algunas versiones dicen que fue por una vieja enemistad que mantiene con los familiares de los heridos. Otras indican que los atacó por ser simplemente hinchas de San Martín que disfrutaban del duelo del “Santo” contra River por la Copa Argentina. Pero también hay algunos que sostienen que se habría tratado de una disputa territorial por la comercialización de drogas. Las víctimas tampoco brindaron información sobre por qué fueron heridos.
“Están descontrolados”, sostuvo un dirigente de Atlético. Todo parecería indicar que la paz en el estadio de los “Decanos” es cada vez más frágil. La dinastía Acevedo está por cumplir 30 años al frente de “La Inimitable”, la barra brava que fue creada por un tal “Gordo Sonora” que se alejó de las tribunas después de haber sido acusado de un homicidio y por comercialización de drogas. Jorge “Chupete”, Walter “Chichilo” Acevedo, Gustavo “El Gordo” González y Julio “El Gringo” Acevedo (el único de los hermanos que nunca recibió una condena) fueron ocupando la jefatura de la barra brava. Sus “mandatos” se vieron interrumpidos por una sola razón: dejaron las tribunas porque terminaron presos. El problema es que al no haber un líder, no está claro cómo debe manejarse el reparto de los fondos generados con la venta de entradas, bebidas alcohólicas, la distribución de la ropa oficial que reciben, el dinero que les exigen a los ambulantes y “trapitos”, y los conflictos crecen. El problema es que nadie sabe hasta dónde llegarán.
En La Ciudadela
Según la información oficial, una comisión policial intentó detener una camioneta Renault Duster por irregularidades en el dominio. Sus tres ocupantes intentaron huir, pero fueron aprehendidos rápidamente. Al revisar el vehículo, entre un bombo y banderas de San Martín, encontraron más de medio kilo de cocaína. Los investigadores sospechan que los sospechosos estaban realizando una entrega de droga a bunkers ubicados en Las Talitas. “Fue una entregada y punto”, sostuvo un referente de una de las facciones de la barra brava de San Martín. Se sabe que en este ámbito, una traición se puede pagar hasta con la vida.
Luis Carlos “Wanchope” Pérez fue arrestado por esta causa. El acusado de 31 años es oriundo de Barrio Oeste II, allegado a Santiago ‘Cara i’ Gota’ Villafañe, sospechado de dirigir una red de narcomenudeo en ese sector de la ciudad y de otros puntos del Gran San Miguel de Tucumán. Ambos, según se comenta en las tribunas de La Ciudadela, terminaron aliándose con Facundo Ale que, apoyado por su padre Ángel “El Mono” Ale, se habrían quedado con el dominio de la tribuna en La Ciudadela.
No será la primera vez que cuestiones vinculadas a la droga se ventilen en el “estadio más caliente del país”. En diciembre pasado, cuatro jóvenes encapuchados colgaron una bandera con el siguiente mensaje: “Chuky Barrio Oeste II- Petiso David-La pareja tranza narcotraficante”. La lectura es que la barra brava incriminó públicamente a Javier “Chuky” Casanova (sospechado de comercializar sustancias en ese barrio capitalino) y Walter “Petiso David” Lobo (integrante del clan Los Gardelitos que aparecería en varias causas narco que investiga la Justicia Federal). Fue en respuesta al ataque que sufrió Facundo Ale el día anterior en plena calle y en el que terminó baleado. Las partes negaron todas las versiones y las causas iniciadas no avanzaron porque los protagonistas se llamaron al silencio.
Desde hace meses que las tribunas de La Ciudadela están invadidas por un clima de tensión. Las corridas, los rumores de enfrentamientos, las amenazas y los cuestionamientos en las redes sociales son una prueba de que algo malo ocurre en las tribunas de la calle Rondeau. “Nadie se quiere meter, que ellos arreglen sus problemas como quieran”, explicó el referente de la barra brava. El escenario es complejo y preocupante al mismo tiempo. Al parecer, la diferencias que tienen “Chuky” y “Cara i’ Gota” por el supuesto dominio territorial del Oeste II, la habrían trasladado al estadio de los “Santos”. Desde entonces suenan las alarmas.























