Osvaldo Jaldo, Roberto Sánchez y Federico Pelli.
Miguel Ángel Acevedo había sido claro. El único tema a abordar en la sesión sería el del pedido de licencia del gobernador: el presidente de la Legislatura no quería que el barro de la campaña hiciera resbalar a alguno y el recinto se llenara de tropelías. “Les voy a pedir que sean breves porque el recinto es para debatir leyes, para hacerlo con el respeto de siempre y cualquier opinión de tribuna les agradecería que las hagan afuera del recinto, después de la sesión”, había solicitado el vicegobernador antes de dar la palabra a Ricardo Bussi.
El esfuerzo de Acevedo fue insuficiente para frenar la oportunidad de algunos opositores de atacar a Osvaldo Jaldo. Bussi disparó: “Están engañando a la gente: le ofrecen un producto y el resultado es otro producto”. Courel consideró que la candidatura de Jaldo “roza la ilegalidad o cuanto menos es ilegítima” y coincidió en la acusación de fraude al electorado. Viña mencionó que “las candidaturas testimoniales erosionan la calidad de gobierno” y Elías de Pérez chicaneó con que el gobernador entendió al revés la máxima peronista: “primero Jaldo, después el movimiento y al último la patria”.
No fueron los únicos que hablaron, pero llamó la atención que en la lista de oradores prácticamente no había oficialistas anotados. ¿El motivo, según los peronistas? Había una suerte de “acuerdo” con la oposición, en charlas previas a la sesión, para evitar las agresiones y para que la sesión no se convirtiera en un campo de batalla electoral. Afirman que por ello casi ningún oficialista iba a pedir la palabra, ya que la intención era simplemente autorizar la licencia pedida por el gobernador. Por ello, insisten, desde el vicegobernador hacia abajo de la estructura del poder mayoritario en la Cámara se tomó tan mal que los opositores “golpearan” al gobernador candidato.
Esa es una versión. La otra, la de los opositores, es que no había -y nunca hubo, dicen- acuerdos de ese tipo con Acevedo. Los parlamentarios opositores casi en su totalidad coinciden en que el vicegobernador conduce el Poder Legislativo con bastante equidad, respeto y apertura para que todos tengan participación tanto política como parlamentaria. Pero advierten que eso que algunos de sus pares del oficialismo dicen que existió, nunca pasó. Se refieren puntualmente a Gerónimo Vargas Aignasse, quien hizo público ese supuesto “acuerdo de no agresión” previo a la sesión que luego se habría roto. “Hay legisladores que han sido testimoniales, con doble candidatura, que han puesto a sus hijos en las listas. Con la bragueta bajada es difícil predicar la ética”, expuso ofuscado, al tiempo que insistió en que Jaldo pidió licencia per sé y no porque la Constitución así se lo exigiera.
Dichos populares
El fondo de la cuestión es que la oposición no podía -ni “debía”- dejar pasar oportunidad como tal para plantar bandera respecto de la candidatura del gobernador.
No podía porque hubiera sido como entregarle un regalo anticipado de Navidad a su contrincante en las urnas el próximo 26 de octubre, al que le darían calladitos y felices una licencia que el mandatario pidió para mostrar ética y transparencia ante su electorado al apartarse momentáneamente del cargo sin que la ley lo pida. Y no debía porque hubiera hecho multiplicar aún más los dichos de pasillo -que abundan- respecto de la funcionalidad de amplios sectores de la oposición para con el oficialismo en las próximas elecciones.
Se mencionan gestores de rupturas de posibles alianzas y armado de partidos enteros, en ambos casos con “impulso” estatal, para que la dispersión favorezca al oficialismo. El que calla otorga, dice el dicho.
Como sea, la última sesión de la Legislatura dejó en evidencia que pese a los buenos tratos, los probables acuerdos de distinta índole y la abrumadora mayoría oficialista, sigue siendo la caja de resonancia donde se hace, se dice, se transpira y se disputa política.
Estrategias que cambian
La campaña avanza y muta de la mano de las necesidades partidarias. Las principales fuerzas en pugna cambian de enemigo según lo que las encuestas y el pulso social van marcando. Jaldo ataca a Roberto Sánchez o al Gobierno Nacional en base a esa estrategia oscilante. A veces necesita que su contrincante sea el diputado y lo ubica en el centro del ring, pero cuando ya no le sirve afila la espada con críticas para con los libertarios. Los alfiles del oficialismo local ensayan un monocorde “quién es”, cuando se habla del postulante de La Libertad Avanza en Tucumán. Jugar a que “nadie conoce” a Pelli es su base discursiva. A eso le añaden una pizca de queja por la política nacional de desmembramiento del Estado y otra para que se diferencie la del gobernador que, según ellos, tiene un Estado eficiente, pero presente.
Este ajedrez de acusaciones cruzadas revela una verdad incómoda: la campaña en Tucumán no parece librarse en el campo de las ideas, sino en el del cálculo pragmático. El enemigo no es el que piensa distinto, sino el que, según la encuesta del día, amenaza con robar un puñado de votos.
Sánchez también parece haber virado un poco de estrategia. Comenzó cuestionando a Jaldo y su falta de institucionalidad y transparencia en la provincia. Luego apostó a judicializar la candidatura testimonial del mandatario. Ahora, ayer, hizo foco en la delicada situación económica del país y el riesgo de las decisiones que está tomando Javier Milei. Casualmente Pelli hizo algo parecido: cesó con las críticas a la política de seguridad de la Casa de Gobierno y apuntó contra su contrincante radical. Aseveró que Sánchez es funcional al kirchnerismo y anticipó que la segunda en su nómina, Soledad Molinuevo, le arrebatará la cuarta banca en disputa a Sánchez. Los liberarios se envalentonan de la mano de la inyección de adrenalina política que les inoculó el apoyo de EEUU a la gestión de Milei y al oxígeno que ello le dio en cuanto a lo económico financiero. Además, Lisandro Catalán planea que el Presidente venga a la provincia para apuntalar a LLA en Tucumán. El ministro del Interior preside el partido en su tierra natal y quiere ofrendarle buenas noticias el 27 al jefe de Estado.
La campaña, como era de esperar, se pone cada vez más caliente. En lo político, la primavera tucumana promete más espinas que flores.























