San Martín perdió el rumbo y Campodónico la calma: una eliminación que dejó más heridas que excusas

Con un hombre menos y sin ideas, el "Santo" se despidió del Reducido. El DT fue expulsado y terminó la noche discutiendo con el árbitro.

San Martín perdió el rumbo y Campodónico la calma: una eliminación que dejó más heridas que excusas Foto de Ariel Carreras/ESPECIAL PARA LA GACETA.

Triste, solitario y final. El título de la famosa novela de Osvaldo Soriano le cabe como anillo al dedo a Mariano Campodónico, el hombre que cumplió su sueño de dirigir a San Martín, pero lejos de enderezar el rumbo terminó por hacer encallar el navío con demasiada antelación a alcanzar la costa.

Una noche de terror en el oeste, climatológicamente hablando, con frío y viento helado a mediados de octubre. Una noche de tristeza para el “Mundo San Martín”, otra vez condenado a ver a distancia cómo otros festejan su llegada a una generosa elite de 30 equipos en el fútbol argentino.

Héroe como jugador del ascenso a primera en la temporada 2007-2008, como entrenador Campodónico lejos estuvo de mejorar lo realizado por su predecesor Ariel Martos: en total condujo al “Santo” en 12 partidos entre torneo y Copa Argentina, con apenas dos victorias, cinco empates y cinco derrotas.

En su última función (al menos de la temporada, ya que el técnico expresó su deseo de continuidad pese a la temprana eliminación), Campodónico perdió los nervios tras la expulsión de Federico Murillo. Su airado reclamo al cuarto árbitro terminó con una roja en el peor momento, cuando sus dirigidos más lúcido lo necesitaban.

Inclusive, el entrenador la siguió en la manga, donde fue a buscar a Pablo Giménez para volver a pedirle explicaciones por haber dejado a su equipo con 10. La impotencia del DT, expresada en más de una ocasión a la hora de elegir esquemas y nombres, ahora exhibida ante los ojos de las cámaras.

En la mente de Campodónico, San Martín necesitaba ante el “Gallito” mantener la calma y manejar la pelota. Apostaba a que su rival, con el empate a su favor, se inclinara por la cautela y con el correr del cronómetro sintiera la presión de jugar ante su propio público con un resultado abierto e incierto.

Un partido largo, en definitiva. Y lo fue. Pero aquella roja a Murillo hirió de muerte las posibilidades de la visita. No alcanzó con la voluntad, y eso que Deportivo Morón jugó quizá su peor partido de la temporada: el DT “santo” en ello tuvo razón, los nervios parecieron atenazar a los de Walter Otta.

También es verdad que aun con dos “9” en el área rival y un montón de jugadores de ataque, San Martín no generó ni una sola jugada de gol en el complemento, cuando las esperanzas del conjunto tucumano se iban extinguiendo a pulso acelerado.

Consumada la decepción, Campodónico se tomó unos minutos para dar la cara ante una decena de periodistas que lo esperaban a la salida del vestuario en el “Nuevo Francisco Urbano”. Los jugadores demoraron bastante más en salir, con excepción de Jesús Soraire, quien enfiló mucho antes para el micro mientras, cabizbajo, conversaba con un allegado.

Había clima de velorio futbolístico. Ni Juan Cuevas ni Darío Sand, quienes habitualmente dialogan con la prensa, esta vez no aceptaron hacerlo. Al arquero y capitán se lo veía particularmente golpeado.

La reflexión de Matías García

También lo estaba Matías García, el único que rompió la fila india para hacer su catarsis. “No pudimos. Hasta la expulsión estábamos mejor que ellos. Nos duele mucho. Nos vamos muy tristes porque la ilusión era muy grande”, dijo el volante central.

García no quiso pronunciarse sobre su permanencia o no en el club. Un botón de muestra, de una situación que es común a gran parte del plantel.

Más allá de que el desenlace en Morón hasta cierto punto puede considerarse previsible y recuerda al título de otro gran libro, “Crónica de una muerte anunciada”, de Gabriel García Márquez, el impacto de quedarse sin objetivos a mitad de octubre se hizo sentir. Y seguramente se hará sentir aún más en los días por venir.

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