Como abogada especialista en jubilaciones, soy testigo a diario de la angustia de trabajadores que, a las puertas de su retiro, descubren que el sistema previsional argentino refleja una realidad distorsionada, donde décadas de esfuerzo y aportes no se corresponden con el haber jubilatorio que finalmente perciben. La raíz de esta frustración es un sistema obsoleto, con más de 30 años de vigencia, que no se adapta a las dinámicas actuales del mercado laboral ni a la demografía del país. Simplemente, la relación entre la cantidad de aportantes activos y el número de pasivos es insostenible. Esta deficiencia estructural se traduce en una realidad: el haber de retiro no compensa correctamente la remuneración del trabajador.
La mayoría de las personas comienzan a preocuparse por su jubilación pocos meses antes de cumplir la edad legal, creyendo que bastará con “juntar los papeles”. Grave error. Bajo las condiciones actuales, esta tardía reacción asegura un retiro ajustado y con sorpresas desagradables. La única forma de garantizar una etapa pasiva digna y sin sobresaltos es a través de una planificación previsional integral y de largo plazo, que debería iniciarse al menos 10 o 15 años antes de la fecha estimada de retiro.
¿En qué consiste esta planificación anticipada?:
1. Reconocimiento de servicios: no esperar a último momento. Debemos gestionar ante Anses el Reconocimiento de Servicios Prestados en empresas hoy inexistentes o cuando los aportes no se reflejan en la historia laboral en su totalidad. Esto implica reunir toda la documentación que pruebe cada relación laboral (dependiente, autónomo, períodos de monotributo, etc.). Es un proceso que puede ser complejo y que, si se inicia con tiempo, permite subsanar faltantes sin presiones, por supuesto varios años antes de cumplir la edad de jubilación.
2. Consulta previsional integral: la consulta con un abogado especialista es vital. No se trata solo de verificar si los aportes fueron efectuados o no, sino de realizar un análisis integral y simulado de su futuro haber. Se deben considerar variables cruciales:
• Tipo de aportes: ¿Es trabajador dependiente o autónomo? ¿Tiene lagunas de aportes o deudas previsionales? ¿Prestó servicios en regímenes especiales? ¿Es trabajador mixto?
• Remuneraciones máximas: si el sueldo superó el tope salarial del sistema (Remuneración Máxima Sujeta a Aportes), el trabajador ya está perdiendo una porción de sus ingresos al aportar sobre un monto que no es el real percibido durante la etapa laboral.
3. Simulación del haber y pérdida. Es un paso revelador. El especialista puede simular su jubilación y compararla con su sueldo actual, mostrándole con exactitud qué porcentaje de su ingreso actual dejará de percibir. En muchos casos, el resultado es de una pérdida significativa.
Una vez que el trabajador conoce la brecha entre su sueldo activo y su haber previsional simulado, puede tomar decisiones y actuar. La realidad económica y la fragilidad del sistema previsional nos obligan a considerar herramientas de ahorro privado. Contratar con tiempo un seguro de retiro o producto de ahorro a largo plazo no debe verse como un lujo, sino como una necesidad impostergable. En el mejor de los casos, servirá de complemento a un haber magro. En el peor, y más frecuente escenario, se convertirá en la fuente de ingreso principal durante la etapa pasiva. El tiempo corre y, si tenemos tiempo para la edad de jubilación, el mensaje es claro: la planificación previsional no es una gestión, es una inversión en su futuro. Una cotización no nos compromete en nada, pero sí nos da las herramientas y el conocimiento para tomar una decisión que involucre una solución a futuro.
















