Entre el 1 y el 11 de octubre, en todo el país, se registró un femicidio cada 13 horas. Esa cifra hizo sonar alarmas y disparó las polémicas. Organizaciones feministas acusan al Gobierno Nacional de haber abandonado a las víctimas y de demonizar la lucha contra la violencia de género. Las autoridades, que no niegan su preocupación por el fenómeno, se aferran a las estadísticas para responder los cuestionamientos. Aseguraron que hasta el momento, en Argentina, se reportaron 195 crímenes, mientras que en 2024 se contabilizaron 247. Estiman que en 2025 habría una disminución.
En diferentes entrevistas, la referente feminista Vicky Disatnik cuestión el cambio de paradigma en las políticas que protegían a las mujeres. “Con (Javier) Milei nació un discurso de odio y, como si eso no fuera poco, quedaron totalmente inactivos la mayoría de los programas de protección a las víctimas. Las mujeres siguen denunciando, pero lo mismo las matan por la inacción del Estado”, sostuvo.
Las autoridades nacionales, por el momento, prefirieron llamarse al silencio. Sostuvieron que esta es otra de las estrategias que utiliza la oposición para desgastar la actual gestión. “Hablaremos con los números”, aseguró un referente tucumano.
La violencia de género no debería generar una grieta ideológica, sino mecanismos para erradicarla. En su columna publicada el jueves, Alejandra Casas Cau señaló con claridad: “los nombres se suceden, cada uno con su historia. Pero también con algo en común, el modo en que la violencia se volvió rutina. La noticia llega, se multiplica en las redes, se desdibuja, y pronto otra ocupa su lugar. La repetición anestesia. La tragedia, cuando es constante, se naturaliza”.
En Tucumán
En nuestra provincia hay una situación bastante particular. Hasta el sábado, se registraron más femicidios que homicidios por inseguridad. Son siete las muertes violentas contra mujeres en estas tierras, mientras que hubo cinco crímenes en situación de robo.
En 2024 también hubo siete casos hasta el 30 de octubre. Pero el contexto es totalmente diferente. En Tucumán, en lo que va de 2025, se contabilizaron 28 homicidios, un 50% menos que el año pasado en idéntico período. Los femicidios representan el segundo móvil de los crímenes, detrás de la violencia intravecinal que está al frente de este ranking con nueve casos.
Los casos de violencia de género (lesiones, abusos sexuales y amenazas) generan una enorme actividad en el Poder Judicial. Por ejemplo, ayer se realizaron al menos 81 audiencias, 29 fueron por estos ilícitos. En el Centro Judicial de Monteros se hicieron seis debates, cuatro de ellos eran por este tipo de causas.
“Si bien en la actualidad tenemos leyes que castigan con severidad este tipo de delitos, hoy hay un retroceso marcado en lo que hace a resortes de prevención y protección de la mujer. En el seno del Poder Judicial se percibe un colapso de las oficinas que deben encargarse del tema”, sostuvo la penalista Patricia Neme.
Penas y algo más
En las estadísticas de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán, se detalló que entre el 1 de febrero y el 31 de agosto de 2025 se dictaron 1.227 condenas. De ese número, 436 fueron por algún ilícito generado por la violencia machista. Sí, más de la tercera parte.
Ahora bien, de esas penas, 254 son de cumplimiento condicional. Ese número representa más del 50% del total. Penalistas, que prefieren opinar desde el anonimato para no sufrir el escarnio público, sostienen que ese elevado número tiene que ver con la desesperación de los denunciados. Muchos deciden acceder a una condena corta y no pelear por su inocencia para no estar detenido o perder el trabajo.
“La violencia machista no es nueva: siempre existió. Lo que cambió es que hoy muchas mujeres ya no se resignan. Denuncian, se organizan, alzan la voz. El feminismo visibilizó lo que antes se barría debajo de la alfombra”, indicó la abogada Agustina Lasquera. “Los femicidios aumentan porque el poder patriarcal se siente amenazado. Y cuando el poder se siente acorralado, responde con brutalidad. No son hechos aislados: son parte de una estructura que aún se niega a ceder privilegios”, añadió.
Su colega María Florencia Abdala aportó otra idea: “hay una mayor visibilización y se denuncia más. También hay un mayor repudio por parte de la sociedad a este delito que cultural e históricamente fue silenciado”. “Pero también hay que destacar que no hay un salto sustancial que se demuestra en la falta de políticas estatales que no logran disminuir sustancialmente el número de femicidios. La prevención no sólo está fallando, sino que además resulta insuficiente. Sobre este problema se debe trabajar”, agregó.
Un ejemplo
Para muchos especialistas, lo que ocurre con los casos de la violencia de género es un claro ejemplo de que el endurecimiento de la política criminal y de las penas no alcanza. Disatnik desde hace años reclama la creación de refugio, asistencia económica y atención psicológica tanto para la víctima como para el victimario.
“Lo más grave es el mensaje que el Estado viene emitiendo sobre esta problemática. Es inadmisible que tengamos un presidente que denosta a las mujeres y a las políticas de género que se implementaron después del sacrificio, la lucha, e incluso, la vida de miles de nosotras”, cuestionó la abogada Neme.
Su colega Abdala agregó: “la Justicia penal llega cuando una mujer ya murió, cuando ya tenemos que lamentar un hecho más donde perdimos a una de nosotras. El Estado debe trabajar culturalmente en materia de prevención”.




















