EL RECINTO. Aquí sesionan los diputados de la Nación. / CONGRESO
Desde que la democracia nos devolvió las urnas, los argentinos votaron en 11 elecciones legislativas exclusivamente. Es decir, fueron a votar para definir la nueva composición del Congreso de la Nación y modificar las autoridades del Poder Ejecutivo que se eligen cada cuatro años.
A este tipo de comicios se les suele llamar elecciones de medio término porque se hacen cada dos años, es decir en la mitad de la gestión del presidente de turno. Raúl Alfonsín fue |elegido por un período de seis años y por lo tanto hubo dos elecciones de medio término: en 1985 y en 1987.
La costumbre de este tipo de comicios ha hecho que los análisis sinteticen la interpretación de estas votaciones como plebiscitarias de la gestión de turno. Si nos detenemos a revisar el comportamiento de la sociedad a lo largo de los años se pueden rescatar dos comportamientos muy claros.
Desde 1983 hasta 2009 se mantuvo un mismo comportamiento: la fuerza política que se imponía en las legislativas de medio término avisaba quién iba a ganar en las presidenciales subsiguientes. Esa forma de votar de los argentinos cambió en el noveno año de este siglo y desde entonces, hasta ahora, el espacio político que se impuso en la elección de mitad de mandato perdió dos años después y llegó un candidato de otro color político a la Casa Rosada.
El túnel del tiempo
En 1985, en las primeras legislativas después de abandonar la dictadura, la Unión Cívica Radical obtuvo un 44% de los votos contra un 25% del Partido Justicialista. Le siguió una elección exclusivamente legislativa en 1987 en la que esta vez se impuso el peronismo que consiguió acaparar al 41% del electorado, mientras que el radicalismo cayó al 37%. A partir de entonces comenzó la renovación política en el Poder Ejecutivo Nacional. Habiendo triunfado el peronismo en la elección de medio término, en la elección subsiguiente mantuvo la supremacía de los votos y eligió a Carlos Menem.
En los comicios legislativos subsiguientes volvió a ganar el peronismo. En 1991 ganó el Frente Justicialista con el 41% de los sufragios (la UCR tuvo el 29%) y dos años después fue reelecto el presidente riojano. En 1993 el PJ volvió a imponerse con el 43% de los votos (la UCR obtuvo el 30%) y Menem fue elegido una vez más presidente a través de lo que se popularizó como la “re-re”.
Sin cambios
La Alianza que constituyó el peronismo disidente con el radicalismo frenó los triunfos justicialistas y en las legislativas de 1997 consiguió una contundente victoria al conseguir el 47% de los sufragios (el peronismo llegó al 36%). Dos años después, se confirmó lo que ya era una costumbre: los ganadores de las elecciones de medio término llegaban triunfantes a la Casa Rosada. Así, Fernando de la Rúa y Carlos “Chacho” Alvarez rompían la racha del menemismo.
En los primeros años del siglo y a pesar de los vaivenes políticos y económicos las performances fueron iguales hasta 2009. En las elecciones legislativas de 2001 los ciudadanos votaron al peronismo dándole un aval del 36% (la alianza se redujo al 23%). Después de devaluaciones y una sucesión de presidentes se abrieron las urnas en 2003 y el elegido fue el candidato peronista (Néstor Kirchner).
En las legislativas de 2005 el Frente de la Victoria llegó a sumar el 39% de los votos. Para entonces el radicalismo se achicaba cada vez más y está vez sólo logró el 12% de los sufragios. Dos años después, en 2007, el Frente de la Victoria imponía a Cristina Fernández de Kirchner.
Se corta la racha
En 2009 los argentinos fueron a los comicios de medio término y le dieron el respaldo a lo que se dio en llamar Acuerdo Cívico y Social. Obtuvieron el 30% de los votos y muy cerca estuvo el Frente de la Victoria que consiguió el 29%. Sin embargo, a diferencia de lo que venía ocurriendo desde 1983, en los comicios siguientes no lograron imponer al nuevo presidente de la Nación. Y, la fuerza que dos años antes había perdido retuvo su poder y fue reelecta la Presidenta de entonces.
A partir de entonces, cambió la forma de comportarse de los argentinos. En las elecciones de medio término de 2013 volvió a ganar el Frente de la Victoria con un 33% del electorado, pero las presidenciales (2015) las ganó Mauricio Macri, convirtiéndose también en el primer presidente no peronista que terminaba su mandato.
El macrismo tuvo dos años después una contundente victoria de medio término al sumar el 42% de los votos contra el 20% del kirchnerismo. Sin embargo, dos años después el presidente Macri no pudo ser reelecto y los argentinos pusieron en el sillón de Rivadavia a Alberto Fernández.
El macrismo en 2021 volvió a ganar los comicios de medio término y desafió la tendencia. Si se hubiera mantenido las costumbres del votante que se repitió hasta 2009 debería haber regresado, dos años después a la Casa Rosada. Sin embargo, el nuevo comportamiento indicaría que, habiendo ganado una fuerza, al año subsiguiente lo debería hacer la otra. Finalmente, se cumplió esta tendencia, aunque quien llegó al Poder Ejecutivo fue una tercera fuerza que no se identificaba con ninguna de las fuerzas mayoritarias del bienio anterior. Así, La Libertad Avanza llevó al Ejecutivo a Javier Milei.
Hoy el nuevo presidente pone en juego esta nueva tendencia instalada por los argentinos.




















