Matias Napoli Escalero / Especial para La Gaceta
La Luna de Avellaneda le fue hostil a Atlético. Y los números del resultado mostraron una diferencia a favor de Independiente que en la previa era difícil de imaginar. Es que en verdad, en el juego de las semejanzas, el espejo reflejaba más de una entre el anfitrión y la visita.
Cuanto menos, las prestaciones futbolísticas tanto de Independiente como de Atlético han estado por debajo de lo esperado por sus respectivas hinchadas en este Torneo Clausura. Muchísimo en el caso del “Rojo” y bastante en el caso del “Deca”.
Ambos llegaron al actual certamen desde distintos puntos de partida: el Independiente de Julio Vaccari había sido semifinalista en el Apertura y asegurado su pasaporte a octavos de Copa Sudamericana. Después de bastante tiempo, los astros del planeta fútbol parecían sonreírle al “Rey de Copas”.
Pero todo se desmoronó con prontitud: en el segundo semestre, el “Rojo” se olvidó de ganar. Y tras aquella batalla en agosto con Universidad de Chile que terminó en eliminación de la Sudamericana, la caída se aceleró tanto que Vaccari terminó dando un anticipado adiós.
Ni siquiera el desembarco de Gustavo Quintero sirvió de rápido revulsivo, más allá de que el equipo sumó de a tres en el partido postergado ante Platense, justo antes de recibir al “Decano”.
Si Independiente cambió de técnico hace un mes y medio, Atlético lo hizo menos de una semana atrás. En circunstancias que nadie hubiera profetizado tiempo atrás, Lucas Pusineri fue dimitido y su lugar ocupado por Hugo Colace, hasta entonces entrenador de la reserva.
Todo después de unos días de furia, que incluyeron un fuerte enfrentamiento entre el plantel y los dirigentes, en los que “Pusi” aparentemente no tomó partido por aquellos que lo habían contratado. La reprobación de los hinchas a la decisión de los jugadores de no concentrar antes de la derrota ante San Lorenzo quedó sintetizada en esos billetes arrojados despectivamente sobre el césped del José Fierro.
La malísima campaña del “Decano” a domicilio -no ganó un solo partido en esa condición bajo la batuta de Pusineri durante 2025- tampoco facilitó la permanencia en el cargo de quien fuera uno de los héroes de la última y ya lejana consagración de Independiente a nivel local, en el Apertura 2002.
Otra similitud: la relación entre los simpatizantes del “Rojo” y los futbolistas de su equipo también está pendiendo de un hilo. Ese último puesto en la Zona B, “ostentado” hasta esta noche de sábado, suponía un duro golpe al orgullo de los “reyes de América”.
En ese ambiente caldeado, aunque apenas un poco menos que en la previa de sus últimas presentaciones en el Libertadores de América, el “Rojo” recibió a Atlético. A la gente se la veía poco entusiasmada, aunque sí aliviada con los aportes de la victoria ante el “Calamar” y también, por qué no, la eliminación de la Copa Libertadores de su acérrimo rival y vecino.
“Alivia muchísimo porque la situación de Independiente se agrava cuando se ve a Racing avanzar, nunca es bueno ver a tu clásico rival bien y mucho menos si vos estás mal”, reconoció a LA GACETA Santiago Álvarez, habitué de la tribuna Pavoni Baja.
En consonancia, otro simpatizante del “Rojo”, Federico Winik no disimula su satisfacción por el avance del Flamengo a la final de la Libertadores. “El miércoles me bajó toda la tensión del último mes, desde que Racing había clasificado a semis. Igualmente, no es para festejar demasiado, porque tenemos que concentrarnos en nosotros y tratar de estar a la altura”.
¿Cuáles son las principales causas del mal presente futbolístico de Independiente? Cada hincha tiene su diagnóstico. Franco Olivera apuntó a la cuestión actitudinal y a la “falta de confianza” de los jugadores, un déficit que según él data de tiempo atrás.
Winik, quien alienta al club de sus amores desde la platea Bochini Alta, señala: “Los jugadores no pudieron mantener el espíritu competitivo del primer semestre”. Y Álvarez menciona como clave “la mala lectura de la dirigencia en el último mercado de pases”.
Momentos antes del puntapié inicial de Sebastián Martínez, no había unanimidad en los hinchas del local acerca de las posibilidades reales de que su equipo, gracias a un raid final victorioso, consiguiera meterse en los playoffs del Clausura e incluso en zona de Copa Sudamericana.
Olivera lo descartaba de plano: “Fue tan malo lo hecho en esta segunda mitad que ya no le sirven resultados positivos, porque tiene que pasar a muchos rivales para clasificar”. Winik tampoco expresaba demasiada fe: “Ganar los tres partidos que le quedan, incluido Riestra de visitante, es casi imposible”.
Apenas Álvarez se dejaba llevar por la máxima de que “mientras haya vida, hay esperanza”. Claro, la inesperada victoria de Talleres sobre Vélez en Liniers dejaba al equipo de Quinteros a ocho puntos de la “T”. “Tenemos que ganar los tres partidos y esperar que San Martín de San Juan descienda. Mientras las matemáticas den, confío en que la clasificación se pueda dar”.
Al final, la victoria con goleada le permitió al “Rojo” arrojarse en los brazos de una quimera. Atlético deberá esperar y sufrir al menos un poco más un año que se le hizo demasiado largo.





















