El fútbol argentino está de luto. Daniel Willington, figura inolvidable de Talleres de Córdoba y Vélez Sarsfield, falleció a los 83 años. El santafesino era conocido cariñosamente como el “Daniel de la gente” y su legado como jugador y entrenador resonó más allá de las canchas.
Nacido en Guadalupe, Santa Fe, en 1942, Willington llegó a Córdoba a los siete años cuando su padre, Atilio “Toro” Willington, fue fichado por la “T”. Debutó oficialmente en 1959, con apenas 16 años, en una victoria de Talleres por 5-2 ante Huracán de La France. Su vínculo con ese club se volvió total: “Es que yo soy Talleres. Mi familia lo es”, decía el propio Willington.
Durante su brillante etapa en Vélez (1962-1970) salió campeón del Torneo Nacional de 1968 y se convirtió en un referente del equipo de Liniers. Su talento llegó a tal punto que en un amistoso de 1969 entre Vélez y Santos FC, Pelé lo definió como “el mejor jugador del mundo”. Aquella frase, pronunciada por el Rey del Fútbol, quedó para la historia y certifica la dimensión del “Loco” Willington.
Tras pasar por México, Huracán e Instituto, Willington regresó a Talleres en 1973 y formó parte de la era dorada que arrastró títulos y gloria en 1974 y 1975. En total con la “T” disputó 168 partidos, marcó 66 goles y ganó 17 títulos. La zurda privilegiada del número 10 dejó una huella imborrable, y uno de sus goles más recordados fue un tiro libre desde unos 40 metros ante el clásico rival, Club Atlético Belgrano.
Una herencia que trasciende camisetas
La grandeza de Willington no se mide solo en estadísticas sino en el cariño y el recuerdo de miles de hinchas. Talleres y Vélez lo despidieron con emoción, reconociendo a un jugador que fue, ante todo, pasión pura. Su legado perdura porque, como dijo el propio Pelé, fue “el mejor jugador del mundo”.




















