LISTO PARA DAR EL SALTO. Este año Vega fue importante en el equipo de Reserva del "Decano". Ahora buscará consolidarse en Primera.
En el fútbol, algunas historias simplemente se deslizan. No hacen ruido, no invaden y tampoco exigen miradas. Solamente avanzan despacio, con la constancia de quien aprendió a ganarse cada metro a pulmón. La historia de Leonel Vega, el volante central de 21 años que empieza a tocar la puerta grande de Atlético, es una de ellas.
Vega no necesita adornos. Cuando habla, lo hace con una claridad heredada de los potreros del barrio 24 de Septiembre, en donde todavía resuenan los ecos de su infancia. “Soy una persona sencilla, buena onda y compañera… un chico de barrio humilde”, se presenta. Y luego define su juego de manera tan directa como su vida. “Es entrega, sacrificio, correr, meter… y cuando se puede, jugar”.
De a poco empieza a salirse del anonimato. Este año, en la Reserva, fue uno de los mejores del torneo. Un volante de recuperación que se agiganta en los duelos, que achica espacios y que ordena sin gritar. Uno de esos jugadores que, aun antes de debutar formalmente, despiertan la intuición del hincha.
A los 17 años llegó al “Decano” después de un recorrido formativo digno de un viajero. Antes hubo escalones que pulieron al jugador y al chico; la escuela Nicolás Avellaneda, el CEF 18, un año y medio en Talleres de Córdoba, dos temporadas en Newell’s, en donde jugó en Séptima y Octava.
Atlético apareció en su vida de la forma más simple; con una prueba. “Estaban Omar Vallcaneras y Mauricio Verón. Quedé el primer día”, recuerda. En ese instante, sin saberlo, empezaba el capítulo más estable y más prometedor de su vida futbolística.
Cuando subió al plantel profesional, no fue de golpe. Con la dupla Orsi-Gómez se asomó al mundo de Primera, con Sava empezó a entrenarse, y con Lucas Pusineri, este año, dio el salto que necesitaba. Así se instaló definitivamente en el vestuario mayor.
Al día que estuvo por primera vez en el banco de Primera lo recuerda como si lo hubiese congelado; contra Godoy Cruz, con la camiseta “19”. “Fue algo hermoso. Lo llevaré siempre presente. La camiseta está en mi casa y la voy a poner en un cuadro”, dice con una sonrisa tímida.
En esa casa vive rodeado de afectos y de historias. “Vivo con mis abuelos, mi papá, mi hermano, mi madrina y tres primos”, enumera. La familia no es su motor. A cada entrenamiento, a cada práctica doble, a cada mañana en la que el cansancio pesa más que las ganas, Vega carga consigo el recuerdo de todos los que empujaron para verlo ahí.
Esfuerzo y sueño
El volante habla de futuro como si tuviera la prudencia de quien ya aprendió que los sueños necesitan método. “Mi sueño es consolidarme en Primera y, algún día, jugar en Europa para poder ayudar a mi familia y a la gente que lo necesita”, dice sabiendo que ya planeó ese camino y que solamente le queda recorrerlo.
El sueño puede llegar a hacerse realidad en 2026
Entre risas, admite que sueña, que se ilusiona y que piensa en lo que viene. “Tengo mucha fe en que en 2026 se me dará. Voy a trabajar mucho, porque no es fácil, pero con esfuerzo y confiando en Dios todo se puede”, remata.
Su día a día es el de un profesional en formación. Se entrena a la mañana con el plantel y a la tarde descansa o mete trabajo extra. “De vez en cuando me entreno aparte”, confiesa. Esa frase condensa su esencia; lo que nadie ve es lo que más lo define.
Vega también habló de Hugo Colace. “Sería bueno que siga. Trabaja muy bien y puede ayudar mucho al club”, afirma. “Siempre es de hablar mucho. Me pide que recupere pelotas, que es mi fuerte, y que a la hora de jugar juegue simple”, agrega.
Jugar simple: el mandato del volante que entiende que el pase corto, el anticipo, el orden y la entrega son, en verdad, los cimientos de un equipo que quiere sostenerse.
A los 21 años, con contrato hasta diciembre de 2027, con dos clasificaciones a octavos con la Reserva y con una madurez poco común en su edad, Vega empieza a ser mucho más que una promesa y ahora sólo le queda confirmarlo. Por eso pide pista y apuesta a ir por todo. (Producción periodística: Carlos Oardi)





















