“Pico” Peralta, siempre sospechado, nunca condenado

Señalado como uno de los pilares del grupo “Los 30”, que protagonizó una curiosa fuga, fue jugador y entrenador del “rojo” de Villa Alem.

DEL ARCHIVO. José “Pico” Peralta es retirado de los tribunales federales cuando fue notificado de que quedaría en libertad. DEL ARCHIVO. José “Pico” Peralta es retirado de los tribunales federales cuando fue notificado de que quedaría en libertad.

José “Pico” Peralta siempre estuvo en los radares de los investigadores. Estuvo procesado en varias oportunidades y mencionado en otras causas. También protagonizó una fuga que generó un gran escándalo. Sin embargo, el colaborador de Tucumán Central jamás recibió una condena.

Su infancia transcurrió en el barrio Presidente Perón, en el sur de la capital tucumana. Fanático del fútbol, dejó los libros por la redonda, donde no le fue bien. Dicen sus allegados que tenía condiciones, pero no era constante. Su nombre comenzó a ser conocido por las autoridades cuando fue acusado por delitos contra la propiedad. Pero su vida cambió cuando habría decidido volcarse a la comercialización de droga.

Fue señalado como el supuesto creador del grupo “Los 30”, una organización que habría tejido una red de narcomenudeo que nació en su barrio de origen. Después habrian extendido sus dominios al 11 de Marzo, San Cayetano y Alejandro Heredia, por mencionar algunos. Esa expansión derivó en una cruenta batalla por el dominio territorial contra “Los Garra”, otra banda que se dedicaba a esa actividad ilícita. Una guerra que generó daños colaterales.

El 14 de noviembre de 2015, en un sábado cualquiera, en la esquina de avenida Alem e Inca Garcilaso se disputaba un partido barrial en el que participaban varios integrantes de “Los 30”. En el lugar se presentaron miembros de “Los Garra” y se registró un tiroteo. Mariana de los Ángeles Ramallo, que caminaba con su madre por la zona, murió al recibir un disparo en el pecho. “Pico” nunca fue procesado por este hecho, pero siempre estuvo en la mira de los investigadores.

Al descubierto

En agosto de 2014, personal del Servicio 911 que investigaba un robo, bajo las órdenes del actual jefe de Policía Joaquín Girvau, ingresó a un domicilio para buscar pruebas y encontró a dos hombres estirando y preparando dosis de cocaína. La vivienda, según los uniformados, pertenecía a “Pico” y a su hermano Marcelo “Oreja” Peralta. El juez federal Fernando Poviña ordenó la detención del primero al considerar que la droga era suya.

El acusado se mantuvo prófugo hasta que en agosto de 2015 fue arrestado por una contravención. Allí surgió que lo buscaban por una causa de droga. El magistrado ordenó que fuera trasladado al penal de Villa Urquiza. Sin embargo, por razones que nunca se conocieron, “Pico” no sólo fue alojado en la comisaría de Delfín Gallo, sino que además nunca se comunicó al juez el traslado a esa dependencia y, mucho menos, sus razones.

Un mes después “Pico” se escapó de la comisaría. Los policías que estaban en el lugar dijeron que habían sido víctimas de un golpe comando. Explicaron que al menos tres hombres, haciéndose pasar por víctimas de robos, los redujeron amenazándolos con armas de fuego y, después de encerrarlo en un calabozo, se fueron con Peralta en un VW Gol gris. La cinematográfica fuga que generó un escándalo y la participación de las fuerzas federales en su búsqueda.

Pero las autoridades no tuvieron mucho tiempo para atraparlo. Él mismo decidió presentarse ante la Justicia Federal. Contó otra versión totalmente diferente sobre su escape. Relató que él había recibido permiso de sus custodios para asistir al cumpleaños de un allegado con la condición de regresar a la noche. Su historia coincidía con otros indicios que surgieron de la investigación. Por ejemplo, no hubo un testigo que haya escuchado gritos o la presencia de desconocidos en el lugar. También se confirmó que el grupo que se había animado a copar una comisaría no les habían quitado las armas reglamentarias a los policías.

Más allá de la polémica fuga, Poviña decidió procesarlo por tenencia de droga con fines de comercialización y le dictó la prisión preventiva. En febrero de 2017, Emanuel Romero y Alberto Campos Córdoba, los hombres que fueron encontrados con la droga, recibieron una condena de más de cuatro años. Un mes después, la Cámara de Apelaciones sostuvo que no había elementos suficientes para procesar a Peralta y ordenó que fuera puesto en libertad. También pidió que se profundizara la investigación del caso, pero nunca se registró un avance.

Contactos

“Nunca me dediqué a la venta de drogas”, declaró Peralta en esta causa. En su versión aportó otros importantes datos. Por ejemplo, señaló que se ganaba la vida como jugador y entrenador de fútbol de Tucumán Central y que además era empleado del Concejo Deliberante, al igual que su esposa.

Después se confirmaría que había sido nombrado cuando ya estaba vigente la orden de captura en su contra. La situación de su pareja fue mucho más curiosa. La designaron empleada en agosto de 2015, pero al mes siguiente, cuando estalló el escándalo de la fuga, fue desafectada.

“Lo conocía del club, porque yo estaba a cargo de la institución y él jugaba ahí. Es un club chico y yo nunca me metí en las decisiones de los entrenadores. Después se produjo el enfrentamiento con la banda de ‘Los Garra’ y ahí me enteré de esa situación. En el Concejo no fue nombrado por mí, pero hay que tener en cuenta que estuve en un acople que aglutina a mucha gente. Desconozco si fue nombrado. No era un militante político”, aclaró el ex concejal Eloy del Pino cuando estalló el escándalo.

Pero hay más datos sobre los contactos que habría tenido Peralta. En el juicio por lavado de activos contra el clan Ale, surgió que un allanamiento realizado en la casa de Ángel “El Mono” Ale, se recuperó un documento en el que se supo quiénes eran los asistentes a la fiesta de 15 años de su hija. En la lista aparecían dirigentes políticos, gremialistas, Peralta y un pariente del fallecido juez federal Carlos Jiménez Montilla, entre otros más.

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