17 Marzo 2011
MISTERIO. Ema Gómez aún no contó qué hizo dentro de la casa del juez. LA GACETA / ANALÍA JARAMILLO
"Por lo general, cuando se araña o se rasguña mucho, quedan los lechos ungüeales impregnados con una sustancia negruzca. Si sólo se ha tocado el cuerpo, es muy difícil que se haga un estampado de esta naturaleza". Con los dichos de la bioquímica Lilia Amelia Moyano, la acusada Ema Gómez deberá buscar una buena excusa para justificar por qué tenía sangre del juez Héctor Agustín Aráoz bajo las uñas. Esta, probablemente, sea una de las pruebas más firmes que hay en contra de la ex agente, presunta autora del homicidio junto al ex oficial Alejandro Darío Pérez.
La bioquímica Moyano intervino en varias medidas durante la investigación que dirigió el fiscal de Instrucción, Guillermo Herrera.
Extrajo muestras de sangre y de saliva a los acusados; buscó evidencias en el lugar del hecho; y concretó los dermotests (que permiten saber si había rastros de pólvora en la mano de una persona), entre otras intervenciones.
"Cuando revisé a Ema Gómez, ella tenía una uña quebrada", señaló la especialista.
En la garganta, el magistrado tenía dos heridas, presuntamente causadas por un rasguño.
Los especialistas tomaron muestras de la sangre que había bajo las uñas de la ex agente y las enviaron a Buenos Aires. Allí, en un laboratorio, se realizó una comparación mediante la cual se supo que se trataba del ADN del juez.
De todas formas, cuando la revisaron, Ema Gómez no tenía sangre ni en las palmas de las manos ni en las yemas de los dedos. "Se pueden realizar maniobras luego de cometer un delito. Pero nunca la higiene es completa", expresó, durante su declaración, Moyano.
Mario Mirra, defensor de la ex agente, cuestionó duramente las pericias genéticas. Entre otras cosas, porque se extrajeron muestras de su clienta cuando él no estaba y sin la autorización de un juez. "Todo lo que hice fue por orden del fiscal", aclaró la bioquímica.
En la mano derecha
Moyano también se refirió a los dermotests practicados en la causa. Pérez, Ema Gómez y Andrés Fabersani (acusado de encubrimiento agravado e incumplimiento de los deberes del funcionario público) tenían rastros de pólvora en la mano derecha. Este último, cuando declaró, aseguró que esto bien podría deberse a que había manipulado el arma de un menor detenido horas antes de intervenir en el caso Aráoz. "Si esto hubiera ocurrido, debería tener positivo en las dos manos. Pero hay que ver cómo la manipuló", explicó Moyano ante el tribunal.
Además, desmintió que la orina borre esos rastros. "Esas son creencias populares", añadió.
También, ante la testigo, se repasó la evidencia genética que compromete a Ema Gómez. "Había un cabello de ella en la mano del juez", dijo Moyano. Además, se encontró sangre del magistrado en el pantalón, en las medias y dentro del zapato de la acusada.
Ema Gómez, hasta ahora, se abstuvo de declarar. Sólo pidió la palabra para desmentir la coartada del ex oficial Pérez, pero aún no dio una explicación oficial sobre lo que ocurrió el 26 de noviembre de 2006.
La bioquímica Moyano intervino en varias medidas durante la investigación que dirigió el fiscal de Instrucción, Guillermo Herrera.
Extrajo muestras de sangre y de saliva a los acusados; buscó evidencias en el lugar del hecho; y concretó los dermotests (que permiten saber si había rastros de pólvora en la mano de una persona), entre otras intervenciones.
"Cuando revisé a Ema Gómez, ella tenía una uña quebrada", señaló la especialista.
En la garganta, el magistrado tenía dos heridas, presuntamente causadas por un rasguño.
Los especialistas tomaron muestras de la sangre que había bajo las uñas de la ex agente y las enviaron a Buenos Aires. Allí, en un laboratorio, se realizó una comparación mediante la cual se supo que se trataba del ADN del juez.
De todas formas, cuando la revisaron, Ema Gómez no tenía sangre ni en las palmas de las manos ni en las yemas de los dedos. "Se pueden realizar maniobras luego de cometer un delito. Pero nunca la higiene es completa", expresó, durante su declaración, Moyano.
Mario Mirra, defensor de la ex agente, cuestionó duramente las pericias genéticas. Entre otras cosas, porque se extrajeron muestras de su clienta cuando él no estaba y sin la autorización de un juez. "Todo lo que hice fue por orden del fiscal", aclaró la bioquímica.
En la mano derecha
Moyano también se refirió a los dermotests practicados en la causa. Pérez, Ema Gómez y Andrés Fabersani (acusado de encubrimiento agravado e incumplimiento de los deberes del funcionario público) tenían rastros de pólvora en la mano derecha. Este último, cuando declaró, aseguró que esto bien podría deberse a que había manipulado el arma de un menor detenido horas antes de intervenir en el caso Aráoz. "Si esto hubiera ocurrido, debería tener positivo en las dos manos. Pero hay que ver cómo la manipuló", explicó Moyano ante el tribunal.
Además, desmintió que la orina borre esos rastros. "Esas son creencias populares", añadió.
También, ante la testigo, se repasó la evidencia genética que compromete a Ema Gómez. "Había un cabello de ella en la mano del juez", dijo Moyano. Además, se encontró sangre del magistrado en el pantalón, en las medias y dentro del zapato de la acusada.
Ema Gómez, hasta ahora, se abstuvo de declarar. Sólo pidió la palabra para desmentir la coartada del ex oficial Pérez, pero aún no dio una explicación oficial sobre lo que ocurrió el 26 de noviembre de 2006.
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