20 Marzo 2011
La magnitud de la catástrofe japonesa nos obliga a pensar al menos estos asuntos. 1) ¿Es la tecnología atómica el origen del riesgo nuclear actual en Japón? Se escuchan opiniones fácilmente condenatorias del recurso atómico y de toda la tecnología contemporánea. Eso supone olvidar el hecho simple e inoportuno que está en su base: la sobrepoblación. Se recurre a la energía atómica (como al petróleo o al carbón, energías "sucias") porque cada día vienen al mundo más de 230 mil niños que hacen crecer la demanda, imparablemente, de alimentos electricidad, industrias, etc. Sociedades como la China están desanimando esa sobreproducción de humanos. Otros países, en cambio, eligen privilegiarla como un mérito. La culpabilización de la tecnología contemporánea también supone echar en el olvido que el promedio de vida humana ha saltado al doble en el último siglo, gracias a ella. La moraleja inevitable es que o pensamos en términos globales de sobrevivencia planetaria, o seguimos con la actual mentalidad comarcana y nos aproximamos cada vez más en serio a un apocalipsis.
2) En la misma dirección, los últimos terremotos y maremotos deberían alertarnos sobre la privilegiada precariedad del planeta que nos tocó en suerte. Magnífico y temible, no merecemos ser sus dueños. Tenemos más información que nunca pero carecemos de la sabiduría indispensable para convivir sin destruirlo. La cultura de la inmediatez en que vivimos hace que "lo urgente postergue lo importante", como decía Mafalda.
3) Rescato como señal esperanzada de ese posible "ascenso del ser humano", el comportamiento civilizado y solidario del pueblo japonés ante ambas tragedias, la de la destrucción por terremoto y tsunami, la amenaza nuclear que está sufriendo. De la última, desgraciadamente, conoció su peor rostro cuando en 1946 se abatieron dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
2) En la misma dirección, los últimos terremotos y maremotos deberían alertarnos sobre la privilegiada precariedad del planeta que nos tocó en suerte. Magnífico y temible, no merecemos ser sus dueños. Tenemos más información que nunca pero carecemos de la sabiduría indispensable para convivir sin destruirlo. La cultura de la inmediatez en que vivimos hace que "lo urgente postergue lo importante", como decía Mafalda.
3) Rescato como señal esperanzada de ese posible "ascenso del ser humano", el comportamiento civilizado y solidario del pueblo japonés ante ambas tragedias, la de la destrucción por terremoto y tsunami, la amenaza nuclear que está sufriendo. De la última, desgraciadamente, conoció su peor rostro cuando en 1946 se abatieron dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
NOTICIAS RELACIONADAS
Lo más popular