¡Que agosto nos encuentre unidos!

Aquí vamos, tranquilos, resignados, apretando los dientes, vacunados, con pilas, más o menos, con cábalas nuevas, sin obsesiones, como sea... pero ahí vamos. Agosto se nos presenta como siempre: malquerido, engañero, rumboso, cambiante, terroso, frío, estúpido. Llevamos lo que podemos, porque -para qué vamos a andar con vueltas- los consejos de los médicos no caben en las previsiones: la ruda está lista para el desayuno de mañana, el botiquín de medicinas a mano (en el saco, en el auto, en el trabajo), los celulares del neumonólogo/a, el clínico y el otorrino (en ese orden) en primera línea, las órdenes médicas y el recetario encima, las hojas de eucalipto ya cortadas y la decisión inicial -debería ser lo más importante- de no sumarnos complicaciones anímicas o de las otras a una realidad que no venimos pudiendo manejar. Así es: el club de los alérgicos, asmáticos y crónicos de enfermedades respiratorias antiguas y diversas quiere dar pelea en el mes en el que a esa pelea tiene que ganarla. Con el medio ambiente tucumano en su peor momento, el bicherío más resistente a cualquier tratamiento y los consultorios atestados de enfermuchos la batalla se presenta ardua. ¡No importa! Sabemos que los sucesores del gran Alexander Fleming y las nuevas generaciones de antihistámicos y corticoides están de nuestro lado. Otra que acoples, a la Plaza la venimos ganando, al menos con ironía, comida calentita, abriguitos y con las mismas y viejas reivindicaciones: 'pleuras libres', 'abajo la inflamación', 'fuera voz de rallador', 'lluvia para todos'. Que agosto nos encuentre con buena onda y que lo pasemos unidos, nunca dominados (por la gripe y la fiebre) y libres... por lo menos de tos. ¡Vamos todavía!

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