Viajó más de ocho horas, pero no llegó a ver a su hijo con vida

Desde Córdoba, Walter Senneke subió a un micro cuando se enteró del ataque a Iván. La mayoría de los familiares cuestionó al Gobierno por la falta de seguridad. "Era un chico amable y trabajador"

SILENCIO. Walter Senneke abraza a sus dos hijas con un profundo dolor. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO SILENCIO. Walter Senneke abraza a sus dos hijas con un profundo dolor. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO
12 Noviembre 2011
La peor noticia de su vida la recibió a más de 800 kilómetros de su familia. Walter Senneke vive en Córdoba y cuando se acercaba la medianoche del jueves recibió una llamada que le cambiaría la vida: su hijo, de apenas 19 años, había sido víctima de un robo y los ladrones le habían pegado un tiro en la cabeza. Mauro Iván Senneke, el menor de sus hijos varones, luchaba por mantenerse con vida en el Hospital Padilla.

La madrugada de Walter (Senneke) se convirtió en un calvario. Como no tenía otra manera de viajar, tuvo que sacar un pasaje en la terminal de ómnibus de Córdoba y esperar. Los minutos parecían correr en cámara lenta. A cada instante enviaba mensajes de texto para conocer el estado de salud de su hijo. Recién a las 4.30 pudo abordar el colectivo que lo trajo hasta Tucumán. Pero, en el camino, otro golpe conmocionó sus sentidos. El cuerpo de su hijo no pudo soportar más y pasada las 8 de ayer el terrible daño que le causó la herida que sufrió, le robó la vida.

Eran cerca de las 14 cuando finalmente pudo abrazarse con sus otras dos hijas. No dijeron nada, se quedaron parados en la vereda ubicada al frente de la guardia del hospital y el dolor se convirtió en silencio. El gesto que los unía era tan fuerte que ninguno de sus familiares se atrevió a interrumpirlos.

Congoja

Los familiares y amigos de la víctima poblaron la guardia del Hospital Padilla desde la madrugada. Cerca del mediodía, luego de soportar la noticia de que su hijo había muerto, Silvia Jiménez, madre del muchacho, se retiró a su casa para tratar de reponer fuerzas. "Mi sobrino estaba de rodillas cuando lo mataron. Él era un chico que trabajaba y estudiaba. Esa noche, volvía de trabajar y se encontró con una amiga que vive cerca de su casa. Cuando él vio que los dos ladrones se les acercaban, le dijo a la chica que corriera para que no le hicieran nada", contó Delisa Jiménez, tía de la víctima. "Es terrible la violencia con la que lo ejecutaron, los ladrones ya le habían robado la mochila cuando le dispararon", agregó la mujer.

A la familia Jiménez todavía le cuesta comprender lo que sucedió. En las últimas semanas, Iván se había mantenido ocupado con la organización de una maratón, que debía realizarse ayer, en beneficio de un amigo que tenía de la secundaria, pero que había muerto en un accidente de tránsito. "Era un chico amable y trabajador. Además de todo lo que hacía, jugaba al voley en el Club Tucumán y Gimnasia", apuntó Geraldine Jiménez, tía de la víctima.

Otro de los familiares del muchacho dijo que el Gobierno de Tucumán es el principal responsable de lo que sucedió. "Ellos son quienes dan las órdenes y deben hacerse cargo de todo lo que está pasando. Además, cuando ocurren este tipo de delitos ninguna de las autoridades del Gobierno intenta dar una respuesta a los familiares de las víctimas", remarcó Raúl Jiménez, tío del joven que fue asesinado.

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