13 Noviembre 2011
REFLEXIVOS. Luis y Franco Robledo tienen un taller de calzado al lado de la farmacia donde trabajaba Senneke, ambos dijeron que era una buena persona. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA
Desde que Iván Senneke murió, la farmacia en donde él trabajaba está de luto. Ayer, por obligación, tuvieron que atender al público. Vendieron los medicamentos por una pequeña y enrejada ventana, pero en ningún momento levantaron las persianas o abrieron la puerta. "Estamos muy dolidos. Lo que sucedió no tiene explicación. Soy una persona que sufre de diabetes y cuando me contaron lo que pasó tuve una recaída. Iván era un chico respetuoso, honrado y que cumplía con su trabajo. Hoy (por ayer) vine sólo porque estábamos de turno", dijo Mario Uez, dueño de la farmacia.
Hacia más de siete meses que Iván trabajaba en el mismo lugar y los vecinos del barrio Tarcos II, donde está situada la farmacia, habían comenzado a conocerlo. "Se sentaba entre la sombra de los árboles a esperar que abrieran la farmacia. De a poco nos fuimos conociendo. Siempre que pasaba saludaba y conversábamos un rato. Era un buen chango", dijo Franco Robledo, que trabaja en un taller de calzado ubicado al lado de la farmacia. A su vez, Luis Robledo, tío de Franco le contó a LA GACETA una situación conmovedora.
"La noche en la que lo mataron, antes de irse hacia su casa, Iván le llevó unos medicamentos a una señora del barrio. Cuando al día siguiente la mujer pasó por acá, habló con nosotros y se la veía muy angustiada. Ella sabía que era la última persona del barrio que lo vio con vida", señaló Robledo.
Para llegar a la calle de tierra en la que se encuentra la farmacia, Iván tenía que recorrer media ciudad. El vivía en calle Rivadavia al 2.200 y su trabajo quedaba en Camino del Perú al 1.600. Por eso, todas las semanas subía a los internos de la Línea 5 y en esos pintorescos colectivos blancos con detalles verdes y números pintados en rojo, llegaba a la puerta del negocio que hace más de 30 años inicio "Don Mario (Uez)". Una de sus hermanas contó que en la noche del homicidio el muchacho, minutos antes, se había bajado de uno de los colectivos de esa empresa.
Al recorrer las calles del barrio las voces se multiplicaban y, a pesar de la lluvia que ayer por la tarde mojó las calles de Tucumán, todos tenían algo para decir acerca de lo que había sucedió el jueves.
Piden más cárceles
Adriana Rodríguez ya no vive en el barrio Los Tarcos II, pero ayer por la tarde estaba visitando a su madre. "Cuando éramos chicos nos íbamos a dormir y podíamos dejar las ventanas abiertas. Ahora, mi mamá tuvo que enrejar todas las entradas para poder vivir más tranquila", afirmó Rodríguez. "La inseguridad en la que vivimos preocupa y muchos de los que cometen este tipo de delitos son reincidentes. Deberían hacer cárceles para que estas personas puedan cumplir las condenas que les impone la Justicia. No puede ser que queden libres porque falta de espacio en las penitenciarias", sentenció la mujer.
Su madre recuerda haber visto a Iván en la farmacia, pero el joven nunca le llevó medicamentos a su casa. Sin embargo, el homicidio del muchacho revivió uno de sus más dolorosos recuerdos. "Hace 10 años asesinaron a una de mis hijas", cuenta Frida Jeda, madre de Rodríguez. No dice nada, pero su breve silencio y su voz que se entrecortó por un instante, revelan que comprende el dolor por el que esta pasando la familia Senneke.
"No podemos seguir viviendo de esta manera. Hay más policías en las calles pero muchas veces los robos ocurren frente suyo y no hacen nada. Necesitamos recuperar la responsabilidad del lugar que cada uno ocupa dentro de la sociedad", apuntó Jeda. Además, señalo la importancia de mejorar los controles sobre las choferes de autos de alquiler. "No es posible que cualquier persona se coloque detrás de un volante y salga a manejar", concluyó la mujer.
Cuando las gotas de lluvia se hicieron más gruesas, los vecinos del barrio despoblaron las calles. Sin embargo, según lo que dijeron, el recuerdo de Iván permanecerá en cada comentario. La violencia en situación de robo en Tucumán, volvió a llevarse a una persona muy querida por quienes lo conocían.
Hacia más de siete meses que Iván trabajaba en el mismo lugar y los vecinos del barrio Tarcos II, donde está situada la farmacia, habían comenzado a conocerlo. "Se sentaba entre la sombra de los árboles a esperar que abrieran la farmacia. De a poco nos fuimos conociendo. Siempre que pasaba saludaba y conversábamos un rato. Era un buen chango", dijo Franco Robledo, que trabaja en un taller de calzado ubicado al lado de la farmacia. A su vez, Luis Robledo, tío de Franco le contó a LA GACETA una situación conmovedora.
"La noche en la que lo mataron, antes de irse hacia su casa, Iván le llevó unos medicamentos a una señora del barrio. Cuando al día siguiente la mujer pasó por acá, habló con nosotros y se la veía muy angustiada. Ella sabía que era la última persona del barrio que lo vio con vida", señaló Robledo.
Para llegar a la calle de tierra en la que se encuentra la farmacia, Iván tenía que recorrer media ciudad. El vivía en calle Rivadavia al 2.200 y su trabajo quedaba en Camino del Perú al 1.600. Por eso, todas las semanas subía a los internos de la Línea 5 y en esos pintorescos colectivos blancos con detalles verdes y números pintados en rojo, llegaba a la puerta del negocio que hace más de 30 años inicio "Don Mario (Uez)". Una de sus hermanas contó que en la noche del homicidio el muchacho, minutos antes, se había bajado de uno de los colectivos de esa empresa.
Al recorrer las calles del barrio las voces se multiplicaban y, a pesar de la lluvia que ayer por la tarde mojó las calles de Tucumán, todos tenían algo para decir acerca de lo que había sucedió el jueves.
Piden más cárceles
Adriana Rodríguez ya no vive en el barrio Los Tarcos II, pero ayer por la tarde estaba visitando a su madre. "Cuando éramos chicos nos íbamos a dormir y podíamos dejar las ventanas abiertas. Ahora, mi mamá tuvo que enrejar todas las entradas para poder vivir más tranquila", afirmó Rodríguez. "La inseguridad en la que vivimos preocupa y muchos de los que cometen este tipo de delitos son reincidentes. Deberían hacer cárceles para que estas personas puedan cumplir las condenas que les impone la Justicia. No puede ser que queden libres porque falta de espacio en las penitenciarias", sentenció la mujer.
Su madre recuerda haber visto a Iván en la farmacia, pero el joven nunca le llevó medicamentos a su casa. Sin embargo, el homicidio del muchacho revivió uno de sus más dolorosos recuerdos. "Hace 10 años asesinaron a una de mis hijas", cuenta Frida Jeda, madre de Rodríguez. No dice nada, pero su breve silencio y su voz que se entrecortó por un instante, revelan que comprende el dolor por el que esta pasando la familia Senneke.
"No podemos seguir viviendo de esta manera. Hay más policías en las calles pero muchas veces los robos ocurren frente suyo y no hacen nada. Necesitamos recuperar la responsabilidad del lugar que cada uno ocupa dentro de la sociedad", apuntó Jeda. Además, señalo la importancia de mejorar los controles sobre las choferes de autos de alquiler. "No es posible que cualquier persona se coloque detrás de un volante y salga a manejar", concluyó la mujer.
Cuando las gotas de lluvia se hicieron más gruesas, los vecinos del barrio despoblaron las calles. Sin embargo, según lo que dijeron, el recuerdo de Iván permanecerá en cada comentario. La violencia en situación de robo en Tucumán, volvió a llevarse a una persona muy querida por quienes lo conocían.
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