10 Agosto 2012
LONDRES. Instantes después de capturar la gloria, Usain Bolt celebró con unas flexiones de brazos en la pista naranja. "Ahora soy una leyenda. También el atleta vivo más grande", dijo después de sus 19,32 segundos en la final de los 200 metros de Londres 2012.
Algo es seguro: lo que hizo el jamaiquino es inédito en la historia olímpica. Ganar los 100 y los 200 metros en dos Juegos consecutivos es una hazaña de tal calibre que instala a Bolt en la dimensión de los grandes elegidos.
Quizás por eso el atleta le envió un sutil mensaje a Carl Lewis, que cada vez que se le menciona al jamaiquino insiste en que lo que importa es la consistencia a largo plazo. Bolt optó por no mencionar al "hijo del viento". "Estoy en la misma categoría que Michael Johnson. Él lo es todo para mí. Crecí viéndolo romper récords mundiales", indicó. Con unos grados de calor más y frenándose un par de metro antes de la meta para girar la cabeza hacia su amigo y compatriota Yohan Blake y hacerle un gesto de silencio, Bolt habría podido rebajar quizás un par de centésimas más. Pero a él pareció no importarle. "Hice lo que quería, vine de una temporada dura", explicó el jamaiquino.
El deporte no es sólo estadística, pero es difícil entenderlo sin ella. Ni hablar del atletismo, donde las centésimas y los centímetros pueden ser la diferencia entre una actuación legendaria y la nada. Las centésimas siempre están del lado de Bolt, que desde su explosión en el primer plano del atletismo no deja de impresionar. Tiene los tres tiempos más rápidos de la historia en los 100 metros, pero también reúne cuatro de los cinco en los 200, la prueba para la que parece mejor diseñado y en la que más disfruta.
El histriónico rey del atletismo sabe cuándo debe aparecer. Porque Blake sorprendió al mundo a mitad de septiembre de 2011 al correr en Bruselas en 19,26 segundos, la segunda mejor marca de la historia.
Este año hubo triunfos de Blake sobre Bolt en los 100 y 200 metros. El mundo comenzó a preguntarse si el relámpago que encegueció en Pekín y Berlín sería cosa del pasado en Londres. "Siempre se duda de los campeones. Pero por eso estoy aquí, para cimentar mi estatus de leyenda", aseguró.
Y hoy, con sus 19,32 para superar a Blake (19.44) -medalla de plata- y Warren Weir (19.84) -bronce- , dio un nuevo paso. Lewis era hasta la semana pasada el único atleta en ganar oro en dos Juegos consecutivos.
Bolt parece conocer la historia, y por eso decidió que no le miraría la espalda compañero de entrenamientos en el Racers Track Club. Tras hacerle el gesto de silencio a Blake, le robó la cámara a un fotógrafo a pie de pista y se dedicó a inmortalizar a su amigo.
Pura sonrisa, muchos abrazos. Misterios de Bolt, que aunque tanto disfrute mirando hacia los costados, apunta claramente hacia adelante, hacia un futuro en el que el término "leyenda" probablemente la calce a la perfección. (DPA)
Algo es seguro: lo que hizo el jamaiquino es inédito en la historia olímpica. Ganar los 100 y los 200 metros en dos Juegos consecutivos es una hazaña de tal calibre que instala a Bolt en la dimensión de los grandes elegidos.
Quizás por eso el atleta le envió un sutil mensaje a Carl Lewis, que cada vez que se le menciona al jamaiquino insiste en que lo que importa es la consistencia a largo plazo. Bolt optó por no mencionar al "hijo del viento". "Estoy en la misma categoría que Michael Johnson. Él lo es todo para mí. Crecí viéndolo romper récords mundiales", indicó. Con unos grados de calor más y frenándose un par de metro antes de la meta para girar la cabeza hacia su amigo y compatriota Yohan Blake y hacerle un gesto de silencio, Bolt habría podido rebajar quizás un par de centésimas más. Pero a él pareció no importarle. "Hice lo que quería, vine de una temporada dura", explicó el jamaiquino.
El deporte no es sólo estadística, pero es difícil entenderlo sin ella. Ni hablar del atletismo, donde las centésimas y los centímetros pueden ser la diferencia entre una actuación legendaria y la nada. Las centésimas siempre están del lado de Bolt, que desde su explosión en el primer plano del atletismo no deja de impresionar. Tiene los tres tiempos más rápidos de la historia en los 100 metros, pero también reúne cuatro de los cinco en los 200, la prueba para la que parece mejor diseñado y en la que más disfruta.
El histriónico rey del atletismo sabe cuándo debe aparecer. Porque Blake sorprendió al mundo a mitad de septiembre de 2011 al correr en Bruselas en 19,26 segundos, la segunda mejor marca de la historia.
Este año hubo triunfos de Blake sobre Bolt en los 100 y 200 metros. El mundo comenzó a preguntarse si el relámpago que encegueció en Pekín y Berlín sería cosa del pasado en Londres. "Siempre se duda de los campeones. Pero por eso estoy aquí, para cimentar mi estatus de leyenda", aseguró.
Y hoy, con sus 19,32 para superar a Blake (19.44) -medalla de plata- y Warren Weir (19.84) -bronce- , dio un nuevo paso. Lewis era hasta la semana pasada el único atleta en ganar oro en dos Juegos consecutivos.
Bolt parece conocer la historia, y por eso decidió que no le miraría la espalda compañero de entrenamientos en el Racers Track Club. Tras hacerle el gesto de silencio a Blake, le robó la cámara a un fotógrafo a pie de pista y se dedicó a inmortalizar a su amigo.
Pura sonrisa, muchos abrazos. Misterios de Bolt, que aunque tanto disfrute mirando hacia los costados, apunta claramente hacia adelante, hacia un futuro en el que el término "leyenda" probablemente la calce a la perfección. (DPA)