La ecuación perfecta

Bollero concretó el anhelo de llegar a su tierra; completó media carrera y ahora, a terminar.

CERCA DEL ÍDOLO. Un aficionado saluda a Bollero cuando pasó con su moto por la zona de Ampimpa. El tucumano fue el centro de atención cuando llegó a la provincia. LA GACETA / FOTO DE ALVARO MEDINA CERCA DEL ÍDOLO. Un aficionado saluda a Bollero cuando pasó con su moto por la zona de Ampimpa. El tucumano fue el centro de atención cuando llegó a la provincia. LA GACETA / FOTO DE ALVARO MEDINA
"Haber terminado la etapa en Tucumán, es como haber ganado el Dakar", reflexionó en la puerta del Hipódromo Rodolfo Bollero. Es cierto que todavía falta completar la mitad del recorrido, pero cumplir la primera meta que se trazó implica un triunfo moral.

La ecuación se compone así: Bollero quiso correr, tuvo problemas para conseguir el dinero, solicitó apoyo privado y estatal al que sólo respondieron los primeros. Largó. En plena competencia apareció una vieja lesión en la muñeca derecha que provoca dolor. Y sí... puede sentirse ganador, más si se tiene en cuenta que la mayoría de los pilotos coincidieron en que la etapa Salta-Tucumán fue la más dura. "Hubiese sido cri-mi-nal si se corría entera", dijo con énfasis Bollero. "Vi muchas motos perdidas; por suerte no me tocó eso", celebró tras conseguir el 80° puesto en el tramo que se recortó por las inclemencias climáticas. Sin embargo, hallar el camino correcto no es sinónimo de un trabajo fácil. "Una vez que encontré el rumbo, fue terrible pasar al waypoint porque había arena movida, más lluvia y barro", detalló Bollero que ascendió un puesto, hasta el 77°, en la general.

Bollero le confesó a LG Deportiva que sintió el cariño de la gente, pero que incidió como una presión. "Desde Cafayate que el corazón me late demasiado", reconoció. "Sentí la presión y me costó llegar a la concentración", agregó Bollero. Pero tuvo "su" momento para que las pulsaciones bajaran: cuando le habló a la gente. Fue cuando la emoción, convertida en lágrimas, se liberó. Esa fue la ecuación perfecta.

A Bollero, su familia lo esperó en la rotonda del parque. Bañados en lágrimas por la emoción y por el calor popular, la escena fue inolvidable. Luego de dejar su moto en el vivac, el piloto volvió a encontrarse con su familia en el Village, y posteriormente emprendieron el viaje a su casa en Yerba Buena. Allí, montaron un mini-vivac, en el que la mayor parte del equipo se quedó a dormir. Hoy, la larga jornada tendrá un momento especial: un asado familiar, en el que se festejará el cumpleaños de Patricia Darroux, la esposa de Rodolfo. Por la tarde, el piloto prevé una visita al vivac ubicado en el hipódromo.

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