Ellos están en el Tour

Del Potro y Nalbandian tuvieron una buena semana que "Delpo" pudo coronar con un título.

DEFENDIÓ Y MÁS. Del Potro, que se hizo fuerte usando distintos recursos, posó feliz con su trofeo de campeón del torneo en el que el año pasado fue subcampeón. DEFENDIÓ Y MÁS. Del Potro, que se hizo fuerte usando distintos recursos, posó feliz con su trofeo de campeón del torneo en el que el año pasado fue subcampeón.
"Volver a estar en el Tour". Eso me dijo hace unos años James Blake, cuando le pregunté acerca de sus objetivos para la temporada que estaba por comenzar. El estadounidense, con pasado como cuatro del ranking, intentaba volver desde más allá del puesto 140. La referencia vale como punto de apoyo para atender el domingo tenístico desde tres apellidos diferentes.

Por un lado, para Juan Martín Del Potro "estar en el Tour" significa jugar mano a mano contra los mejores y, por establecer un parámetro, con el ocho del ranking como piso. Desde esa indudable jerarquía, un ATP 500 con Roger Federer eliminado implica la oportunidad de sumar un título más a su carrera. Eso hizo el tandilense en Rotterdam.

El francés Julien Benneteau se había encargado del suizo el viernes y Juan Martín lo venció ayer sin complicaciones reales por 7-6 (7-2) y 6-3, independientemente de las filtraciones que permitió el servicio durante el primer parcial. Ya en el segundo, la historia fue absolutamente previsible. Uno mandaba, el otro obedecía con escaso margen para la rebeldía. El título 14 en la carrera de Del Potro, más allá de la lógica estadística, bien puede ser una dosis extra de confianza para una temporada abiertamente declarada especial.

Por su parte "estar en el Tour" tiene para Nalbandian una connotación muy básica. David quiere estar sano, sin lesiones y consecuentemente, sin ausencias. Ese es un objetivo detrás del cual asoma la chance de andar de la mejor manera posible su probable última temporada profesional. En ese contexto, una final de ATP 250 es un pico de rendimiento que grafica un marcado progreso. Perder en San Pablo, Brasil, con Rafael Nadal por 6-2 y 6-3 es parte casi inevitable de la vida de cualquier tenista. Por eso la caída no implica absolutamente nada de cara al futuro del cordobés, a quien ayer se lo vio cansado física y mentalmente.

Por último, para Nadal "estar en el Tour" es poco menos que tener que ganar todo lo que juega. El camino del regreso, en estas dos semanas, dejó un saldo estadístico aceptable y, a la vez, un conjunto de sensaciones incómodas. Lento, errático, tenso, vulnerable. Apenas cuatro ejemplos de adjetivos que, en el reducido Tour que integra con Novak Djokovic, Federer y Andy Murray, lo convertirían en un jugador sin ningún tipo de opción.

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