"El próximo pontífice debería ser un pastor y un profeta"

La opinión de un filósofo tucumano sobre las tareas que deberá afrontar el sucesor de Benedicto XVI. Hace falta un pontífice que escuche al pueblo.

FUMATA. Un operario coloca una chimenea sobre el techo de la Capilla Sixtina, por donde se anunciará si hay un nuevo papa. EFE FUMATA. Un operario coloca una chimenea sobre el techo de la Capilla Sixtina, por donde se anunciará si hay un nuevo papa. EFE
11 Marzo 2013
Una crisis profunda afecta al cristianismo, y la renuncia de Benedicto XVI a la silla de San Pedro es un reflejo de esa realidad. El próximo papa tendrá la tarea de volver a poner a la Iglesia en el camino de la unidad, luego de los escándalos producidos por las filtraciones de documentos privados de la oficina papal, las críticas por el manejo de las denuncias de abusos sexuales y los reclamos para que haya una "modernización" en temas como el casamiento de los sacerdotes, la ordenación de mujeres como sacerdotes o la aceptación del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Según José María Nieva, doctor en Filosofía y docente del Seminario y de la carrera de Filosofía de la Unsta, el próximo papa "deberá ser un profeta, en el sentido bíblico del término, un pastor que escucha al pueblo y le habla de Dios; y le lleva a Dios lo que escucha del pueblo".

"No se puede dejar reconocer que que el cristianismo vive una crisis profunda, y (quien la conduzca) debería ser alguien que sienta junto con el pueblo sus necesidades y angustias. Tiene que estar atento a los signos de los tiempos", insistió, para que la Iglesia no se aleje de sus fieles, que la ven cada vez más ajena a su transitar cotidiano.

Uno de los debates que la Iglesia tendría que dar es el celibato de los curas, una cuestión que no es parte del dogma, pero que Benedicto XVI, como su antecesor Juan Pablo II, han insistido en mantener. "En los orígenes de la Iglesia, los sacerdotes tenían familia. La decisión del celibato se tomó avanzada la Edad Media", comentó Nieva. De hecho, en casi todas las religiones, incluso en las distintas corrientes del cristianismo, quienes ofician el culto pueden casarse y formar una familia. "Para muchos creyentes resulta difícil recibir consejo acerca de la vida matrimonial de alguien que no tiene esa experiencia", opinó el filósofo.

"La renuncia de Benedicto XVI -un teólogo renombrado, por lo que la decisión seguramente fue muy meditada y sopesada- es un acontecimiento relevante. Personalmente, creo que se debe a una experiencia del mal o de la negatividad, porque la misma iglesia ha mostrado dentro de sí que hay lobos vestidos de ovejas. Se ha visto cómo algunos cardenales han expresado sus críticas y se ha sobornado a su mayordomo personal, como una muestra de hasta dónde puede llegar la búsqueda de poder dentro de la Iglesia misma", indicó Nieva. LA GACETA

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