"Un papa con visión de futuro", pide el custodio de Tierra Santa

06 Marzo 2013

Daniela Brik - Columnista de EFE

El custodio de Tierra Santa, el padre franciscano Pierbattista Pizzaballa, consideró que el próximo papa deberá ser un hombre "con visión de futuro", un líder que dé esperanza y fortaleza a sus seguidores. "Cuando te enfrentas a los problemas y retos de la Iglesia necesitas muchas veces a un líder que tenga perspectiva", declaró Pizzaballa en la sede de la Custodia, el convento de San Salvador de Jerusalén.

Nacido hace 47 años en un pueblo de la provincia de Bérgamo (norte de Italia), el custodio defiende la relación que ha unido a recientes pontífices con Tierra Santa y que, bromea, podría tratarse de "un nuevo status quo de la Santa Sede". Pizzaballa vive en la región desde hace 24 años y ha sido testigo de la visita de Juan Pablo II (2000) y Benedicto XVI (2009), además de la de éste último a Chipre (2010). Subraya que los últimos papas se han sentido siempre muy unidos a Tierra Santa y se muestra convencido de "que el próximo también se sentirá cercano y lo expresará en sus homilías y visitas". La orden de San Francisco de Asís tiene la Custodia de los Santos Lugares como una de sus misiones más significativas desde el punto de vista histórico y simbólico. Con más de ocho siglos a sus espaldas, los frailes franciscanos de sotana parda y cordel se han convertido en los representantes más visibles del catolicismo en la región. Entre sus cometidos, realizan liturgias en los Santos Lugares y actividades ecuménicas, docentes y de investigación bíblica y arqueológica.

"Debemos preservar el carácter cristiano de Tierra Santa con la Custodia de los Lugares Santos y ayudar y apoyar en la medida de lo posible la presencia cristiana", argumenta Pizzaballa. "Nos enfrentamos a un interés renovado hacia los Santos Lugares, que percibimos en iniciativas de la Unesco en Israel y Palestina y también vemos que los gobiernos

Pero advierte de que "los Lugares Santos deben seguir siéndolo", y considera que existe el riesgo de que se conviertan en "atracciones turísticas y pierdan su carácter religioso".

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