Comenzó el juicio contra un hombre acusado de matar a su hijastra de 4 años

El hecho ocurrió en 2011. En un principio, Bruno Guerrero dijo que dos asaltantes habían golpeado a la niña. Luego confesó.

ATENTO. Bruno Guerrero escucha a los jueces. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO ATENTO. Bruno Guerrero escucha a los jueces. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO
20 Marzo 2013

Bruno Alberto Guerrero decidió cambiar su versión. Después de haber sostenido durante dos años que unos ladrones habían golpeado en la cabeza a su hijastra de cuatro años, ayer afirmó que se trató de un accidente. Admitió que la había empujado, y que la menor se golpeó la frente con un mueble. Pero su intención no era matarla, aseguró.

El lunes comenzó el juicio oral y público que se sigue contra Guerrero, quien llegó acusado de homicidio agravado por alevosía. El 2 de febrero de 2011, pasado el mediodía, el hombre se encontraba en su casa de Lamadrid al 3.500 con su hijastra Micaela y su bebé de apenas cinco meses. La madre de los chicos, Lucila, estaba trabajando.

Guerrero había contado en febrero de 2011 que cuando llegaba a su casa, dos ladrones se acercaron para robarle, y que Micaela había intentado defenderlo. Uno de los asaltantes le pegó en la frente a la pequeña con la culata de un arma. Sin embargo, la fiscala Adriana Giannoni nunca le creyó esa versión.

Apenas comenzó la audiencia de ayer, el acusado pidió a los jueces de la Sala III de la Cámara Penal, integrada por Carlos Caramuti, Analía Castillo de Ayusa y Dante Ibáñez, dar una nueva versión a la que había sostenido apenas lo detuvieron.

El padrastro de la niña argumentó que había mentido anteriormente porque tenía miedo de volver a la cárcel. Ya había estado en prisión hasta septiembre de 2010, acusado de un abuso sexual. De ese caso, finalmente, había resultado absuelto.

Luego de las palabras del imputado, declaró su ex concubina y madre de la víctima. Lucila (su nombre completo se preserva porque habría sido víctima de violencia de género) manifestó que desde que habían comenzado a vivir juntos, en noviembre de 2010, Guerrero había cambiado su carácter y era violento.

Desde esa fecha, Micaela había comenzado a lastimarse seguido. "A principios de diciembre le vi un moretón a la altura del pómulo, y ella me dijo que se había caído yendo al jardín de infantes", contó la joven.

Otra vez la pequeña se cayó en el baño (según le había dicho el acusado a la madre), y la rejilla del piso le había quedado marcada en la cola. También la pequeña le había contado a Lucila que un moretón en el hombro se había producido por una caída de la cama, cuando estaba saltando.

"Le dije a él que la nena se estaba cayendo mucho. Ella decía que se le aflojaban las piernas, que se sentía débil. Mi mamá la llevó al hospital y le dieron vitaminas", relató la madre.

La abuela de la menor fue la única que alertó la situaciónl. El 27 de diciembre de 2010, dijo Myriam al declarar ayer en el juicio, Micaela le contó "que Bruno le pegaba". La abuela se dirigió al hospital Carrillo, pero el médico le habría dicho que al no tener lesiones, no podía hacer ninguna denuncia. "A mi nieta se le empezó a caer el cabello después de Reyes. Le hicieron análisis para ver si tenía parásitos, pero salió negativo. Me dijeron que tal vez era estrés. Eran muchas cosas para que me siguieran diciendo que no pasaba nada", contó la abuela, quien dejó de ver a la pequeña dos semanas antes del hecho, ya que su yerno la corrió de la casa.

"No quería que le hiciera nada a otras personas, por eso me quedaba callada. Tenía miedo de que si le decía algo a alguien, él reaccionara mal", manifestó Lucila, al reconocer que era víctima de violencia de género.

Durante la tarde, declararon los médicos y enfermeros que atendieron a la pequeña en el CAPS de avenida Adolfo de la Vega y pasaje Boulogne Sur Mer y en el hospital de Niños. Guerrero es asistido por el defensor Oficial Hernán Molina, y la acusación la realiza la fiscala de Cámara Juana Prieto de Sólimo. El juicio seguirá hoy a las 8.30.

Salir de la casa para trabajar

- LA MAMÁ ESTABA TRABAJANDO.- El día que Micaela recibió la brutal golpiza en su casa del barrio Los Lapachos, su mamá estaba trabajando en un call center y la había dejado bajo los cuidados de su padrastro, el agresor. "Lo único que me había dicho mi hija, antes de Navidad, era que se había caído de la bañera, porque tenía la rejilla marcada", comentó la joven, que entonces tenía 21 años.

- SIMULÓ UN ROBO.- "Esto fue un hecho de inseguridad. El dijo que estaba con la hija de su pareja y con su otro bebé cuando entraron a robarles. Pudo enfrentarse a uno de los ladrones, pero el otro golpeó a la menor", señaló el defensor de Bruno Guerrero, Ariel Lescano, el día que lo detuvieron.

- NO FUE UNA SOLA PALIZA.- "La menor tiene lesiones a la altura de la costilla y a la altura del pie de días anteriores", precisó un informe del Hospital de Niños. Los médicos nunca creyeron la versión del padrastro de Micaela, quien entró con la nena desvanecida a la guardia del hospital.

- LA POSTURA DE SU MADRE.- "La madre de Micaela vino el día que se realizó el allanamiento y le pregunté ¿por qué no pediste ayuda?, ¿por qué dejaste que la golpeara?. Ella lloró. Pero más tarde me dijo que a su marido lo habían asaltado. No quería ver la realidad", relató una vecina, que pidió reservar su identidad.

La mentira del asalto se cayó de inmediato

En cuanto vieron a la niña, los médicos reconocieron que era víctima de maltrato infantil. Las marcas que tenía en su pequeño cuerpo no eran producto únicamente de la brutal golpiza que ese día le había ocasionado un paro respiratorio; el problema iba más allá y llevaba un largo tiempo.

"¡Nos acaban de asaltar! ¡Hagan algo, por favor!", gritó Bruno Guerrero cuando ingresó al CAPS. Después los llevaron a la guardia del Hospital de Niños. Ocurrió el 2 de febrero de 2011, con su hijastra Micaela en brazos. Pero nadie le creyó. La versión de que dos asaltantes habían golpeado a la menor perdía peso con el paso de las horas.

La nena de cuatro años presentaba muerte cerebral, como consecuencia de los golpes recibidos en la cabeza, y desde que llegó al hospital necesitó asistencia mecánica para respirar. La agonía duró cuatro días y la madrugada del 6 de febrero los médicos comunicaron su muerte.

Si bien en el hospital no pudieron hacer demasiado para salvar a Micaela, a la Justicia le bastó ese breve lapso de tiempo para investigar el hecho, comprobar que en la casa de la menor no había ocurrido ningún asalto y detener a Guerrero, acusado de homicidio agravado por alevosía.

Cuando la fiscala Giannoni allanó la vivienda, encontró manchas de sangre por todas partes y una prueba que desacreditaba la coartada del sospechoso: había $ 90 sobre una mesa. "¿Qué ladrón entra a una casa y no se lleva el dinero que está tan a mano?", se preguntó uno de los investigadores.

Como la madre de la nena apoyaba la versión de su pareja, la Policía se encargó de entrevistar a los vecinos del barrio Los Lapachos. Allí, todos coincidieron en que jamás existió el asalto y destacaron que el hombre también habría golpeado a la mamá de la niña, a quien le vieron moretones en más de una oportunidad.

Por esos días también se conoció que Guerrero había salido cuatro meses antes del penal de Villa Urquiza. El hombre había estado preso más de un año por una causa de abuso sexual.

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