Por Gabriela Baigorrí
17 Abril 2013
Él, desde una lomada, mira altivo al pueblo. Entre los que moran abajo, algunos saben que es el hotel más caro del lugar; otros, que la inversión fue cuantiosa; varios pueden enumerar los nombres de los dueños originales de las tierras. Pero todos, sin excepción, saben que la posada boutique "Altos de Amaicha" se concibió y nació polémica. Apenas comenzó el proyecto, en 2006, los medios nacionales dieron cuenta de que pertenecía a Ricardo Barreiro, un colaborador -hay quienes consignan que era jardinero y otros, secretario- del extinto ex presidente Néstor Kirchner desde los tiempos en que era gobernador de Santa Cruz. En los últimos días, la controversia se reavivó. Un informe del programa de Jorge Lanata (Canal Trece) sobre un supuesto circuito de lavado de dinero por parte de gente vinculada a Kirchner dio pie a una denuncia por parte del ex vicegobernador santacruceño, Eduardo Arnold, sobre los allegados de su ex compañero de fórmula que oficiarían de testaferros o se habrían enriquecido. Sus declaraciones hicieron que las miradas volvieran a posarse en los Valles Calchaquíes. Detalló que el sector turístico sería tierra fértil para ese tipo de emprendimientos poco transparentes. Mencionó a Rudy Ulloa, a Fabián Gutierrez y a Barreiro. Al último, lo defenestró: "era un exonerado de Gas del Estado, jardinero de Cristina (Fernández de Kirchner) en El Calafate. Andaba con la manguera y Cristina lo mandaba a comprar helado de mousse de chocolate los domingos. Como era tucumano, se le ocurrió hacerse un hotelito cinco estrellas en Tafí del Valle que ronda los 10 millones". El "hotelito" no sería otro que el protagonista de esta nota.
El hotel ¿de Alicia?
"¿A doña Marta? No, a ella ya no se la ve por aquí. Lo vendió al hotel. Es que ya casi no viene nadie". Manuel tiene una despensa cerca del "Altos" y la mujer a la que se refiere se apellida Miroli, es jubilada y era la esposa de Barreiro. Los pocos vecinos del emprendimiento la recuerdan con cariño. Afirmaron que estuvo muy presente durante la construcción y los primeros años de funcionamiento de la empresa. Hace un año y medio, sin embargo, se habría despedido del lugar.
"Sabemos que se hizo con plata mal habida". "Ahora hay otra gente a cargo, pero los dueños deben ser los mismos de antes". "Viven cambiando, estas cosas turbias son así". Los rumores bajan del emplazamiento privilegiado que tiene el edificio y se internan en el pequeño pueblo. Los habitantes y los comerciantes consultados prefirieron no dar sus nombres, pero todos coincidieron en una versión: el hotel habría pertenecido a la mismísima ministra de Desarrollo Social y hermana del ex mandatario, Alicia Kirchner. Inclusive, algunos pequeños empresarios del rubro turístico recuerdan que fueron tentados por Miroli para venderle sus alojamientos. Pero los lazos con el kirchnerismo se reforzarían con Pablo Barreiro, hijo del matrimonio, quien en 2010 se había convertido en el quinto secretario de Cristina.
"Lo que se difundió son puras suspicacias que nacen del hecho de que somos de El Calafate. Soy una docente enamorada de los Valles. Siempre tuve la idea de emprender una posada que ayude a que los turistas se queden aquí y disfruten de la naturaleza", había desmentido Miroli a LA GACETA en junio de 2007, antes de la inauguración. En ese entonces había dicho que la inversión había sido de $ 700.000.
"Al principio, el hotel era de un señor del Sur del país y, luego, pasó a ser de la esposa, de apellido Miroli, por la división de bienes en la separación. Hará un año y medio ella me dijo que quería venderlo y así fue", confirmó ayer a este diario el comisionado comunal de Amaicha, Miguel Pastrana. LA GACETA pudo hospedarse en el lugar. Efectivamente, en la factura de pago se consigna que la posada pertenece ahora a Gustavo Marcelo Moreno. Uno de sus hijos sería el encargado junto a su esposa. De acuerdo con Pastrana y otros vecinos, se trataría de una familia santiagueña que cuenta con comercios en Las Termas y con un restaurante en Tafí del Valle.
La siesta es impiadosa en la tierra donde el sol promete salir todos los días. Casi nadie transita por las callecitas amaicheñas, salvo algunos lugareños y mochileros. En la plaza principal, un grupo de hombres perdía y ganaba piedritas en un partido de truco que se repite como un ritual mañana y tarde. "¿Saben de quién es el hotel?", es la pregunta que disparó respuestas inesperadas. "Vea, él (señalando a uno de los espectadores de la partida) vendió algo que no le pertenecía y los que compraron, hicieron un hotel que parece que no les pertenecería ¡Qué paradoja!", arrancó bromeando Angel Romano. El hombre de 71 años dice que el terreno sobre el que se edificó el "Altos de Amaicha" pertenecía a su familia. "Carmen Romano era mi abuela y era de ella, desde el barranco hasta la ruta. Ella no ocupaba el lugar, pero pagaba los impuestos. En Catastro figura que es de Félix Ayala, otro pariente suyo. Volví de Buenos Aires y me di con que un primo lo había vendido; él es de apellido Avalo y vive en Ampimpa". Así resumió el intríngulis familiar, derivado de la posesión ancestral de las tierras por parte de las comunidades indígenas de la zona. Él y Rosa Ayala, otra descendiente, dijo, llevan adelante procesos judiciales para dirimir el conflicto en Tribunales. Por su parte, Miroli inició un juicio por prescripción adquisitiva que aún no tendría sentencia firme.
El señalado a principio de la conversación fue José Luis Ayala. "En 2006 me dieron plata para que compre a un tal Avalo y yo la vendí a Miroli. Fui un intermediario", revela y da cuenta de que le pagaron $ 22.000 por el terreno de 50 por 170 metros. "Tuve poco contacto con ella. Fuimos a hacer la transacción en una escribanía de Santa María (Catamarca). Después supe que se separó y que quiso venderlo", añadió. Ayala es taxista y se dedica a la compraventa de inmuebles.
La situación inmobiliaria en los Valles suele ser compleja. Pocos son los que poseen título de propiedad. Eduardo Nieva, cacique de la comunidad Amaicha, confirmó que las tierras están en conflicto, al igual que en las que se asientan la mayoría de los hospedajes y complejos turísticos. "En este caso, herederos de la comunidad reclaman ese terreno. Tiene que quedar claro que los derechos que tenemos sobre las tierras son imprescriptibles. Desde que asumí, somos celosos con el tema y no se puede vender", explicó.
Detalles lujosos
"Altos de Amaicha" está en la entrada de la ciudad, en el kilómetro 117 de la ruta provincial 307. Es uno de los tres alojamientos de mayor categoría del pueblo. Cuando LA GACETA visitó el lugar, no había otros huéspedes. Sólo los encargados, una mucama y el cocinero. No se trata de un hotel que derroche lujo, pero sí comodidades como hidromasajes en cada uno de los ocho cuartos, TV satelital, aire acondicionado y pileta climatizada. Ollas de barro y cuadros con pinturas rupestres se entremezclan con guiños modernos en la decoración. Durante el verano sería el favorito para los turistas extranjeros. Pese a los vaivenes políticos que lo remecen, desde la lomada y con una vista enmarcada por los cerros, sigue mirando altivo.
El hotel ¿de Alicia?
"¿A doña Marta? No, a ella ya no se la ve por aquí. Lo vendió al hotel. Es que ya casi no viene nadie". Manuel tiene una despensa cerca del "Altos" y la mujer a la que se refiere se apellida Miroli, es jubilada y era la esposa de Barreiro. Los pocos vecinos del emprendimiento la recuerdan con cariño. Afirmaron que estuvo muy presente durante la construcción y los primeros años de funcionamiento de la empresa. Hace un año y medio, sin embargo, se habría despedido del lugar.
"Sabemos que se hizo con plata mal habida". "Ahora hay otra gente a cargo, pero los dueños deben ser los mismos de antes". "Viven cambiando, estas cosas turbias son así". Los rumores bajan del emplazamiento privilegiado que tiene el edificio y se internan en el pequeño pueblo. Los habitantes y los comerciantes consultados prefirieron no dar sus nombres, pero todos coincidieron en una versión: el hotel habría pertenecido a la mismísima ministra de Desarrollo Social y hermana del ex mandatario, Alicia Kirchner. Inclusive, algunos pequeños empresarios del rubro turístico recuerdan que fueron tentados por Miroli para venderle sus alojamientos. Pero los lazos con el kirchnerismo se reforzarían con Pablo Barreiro, hijo del matrimonio, quien en 2010 se había convertido en el quinto secretario de Cristina.
"Lo que se difundió son puras suspicacias que nacen del hecho de que somos de El Calafate. Soy una docente enamorada de los Valles. Siempre tuve la idea de emprender una posada que ayude a que los turistas se queden aquí y disfruten de la naturaleza", había desmentido Miroli a LA GACETA en junio de 2007, antes de la inauguración. En ese entonces había dicho que la inversión había sido de $ 700.000.
"Al principio, el hotel era de un señor del Sur del país y, luego, pasó a ser de la esposa, de apellido Miroli, por la división de bienes en la separación. Hará un año y medio ella me dijo que quería venderlo y así fue", confirmó ayer a este diario el comisionado comunal de Amaicha, Miguel Pastrana. LA GACETA pudo hospedarse en el lugar. Efectivamente, en la factura de pago se consigna que la posada pertenece ahora a Gustavo Marcelo Moreno. Uno de sus hijos sería el encargado junto a su esposa. De acuerdo con Pastrana y otros vecinos, se trataría de una familia santiagueña que cuenta con comercios en Las Termas y con un restaurante en Tafí del Valle.
La siesta es impiadosa en la tierra donde el sol promete salir todos los días. Casi nadie transita por las callecitas amaicheñas, salvo algunos lugareños y mochileros. En la plaza principal, un grupo de hombres perdía y ganaba piedritas en un partido de truco que se repite como un ritual mañana y tarde. "¿Saben de quién es el hotel?", es la pregunta que disparó respuestas inesperadas. "Vea, él (señalando a uno de los espectadores de la partida) vendió algo que no le pertenecía y los que compraron, hicieron un hotel que parece que no les pertenecería ¡Qué paradoja!", arrancó bromeando Angel Romano. El hombre de 71 años dice que el terreno sobre el que se edificó el "Altos de Amaicha" pertenecía a su familia. "Carmen Romano era mi abuela y era de ella, desde el barranco hasta la ruta. Ella no ocupaba el lugar, pero pagaba los impuestos. En Catastro figura que es de Félix Ayala, otro pariente suyo. Volví de Buenos Aires y me di con que un primo lo había vendido; él es de apellido Avalo y vive en Ampimpa". Así resumió el intríngulis familiar, derivado de la posesión ancestral de las tierras por parte de las comunidades indígenas de la zona. Él y Rosa Ayala, otra descendiente, dijo, llevan adelante procesos judiciales para dirimir el conflicto en Tribunales. Por su parte, Miroli inició un juicio por prescripción adquisitiva que aún no tendría sentencia firme.
El señalado a principio de la conversación fue José Luis Ayala. "En 2006 me dieron plata para que compre a un tal Avalo y yo la vendí a Miroli. Fui un intermediario", revela y da cuenta de que le pagaron $ 22.000 por el terreno de 50 por 170 metros. "Tuve poco contacto con ella. Fuimos a hacer la transacción en una escribanía de Santa María (Catamarca). Después supe que se separó y que quiso venderlo", añadió. Ayala es taxista y se dedica a la compraventa de inmuebles.
La situación inmobiliaria en los Valles suele ser compleja. Pocos son los que poseen título de propiedad. Eduardo Nieva, cacique de la comunidad Amaicha, confirmó que las tierras están en conflicto, al igual que en las que se asientan la mayoría de los hospedajes y complejos turísticos. "En este caso, herederos de la comunidad reclaman ese terreno. Tiene que quedar claro que los derechos que tenemos sobre las tierras son imprescriptibles. Desde que asumí, somos celosos con el tema y no se puede vender", explicó.
Detalles lujosos
"Altos de Amaicha" está en la entrada de la ciudad, en el kilómetro 117 de la ruta provincial 307. Es uno de los tres alojamientos de mayor categoría del pueblo. Cuando LA GACETA visitó el lugar, no había otros huéspedes. Sólo los encargados, una mucama y el cocinero. No se trata de un hotel que derroche lujo, pero sí comodidades como hidromasajes en cada uno de los ocho cuartos, TV satelital, aire acondicionado y pileta climatizada. Ollas de barro y cuadros con pinturas rupestres se entremezclan con guiños modernos en la decoración. Durante el verano sería el favorito para los turistas extranjeros. Pese a los vaivenes políticos que lo remecen, desde la lomada y con una vista enmarcada por los cerros, sigue mirando altivo.
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