No se puede hacer una reforma judicial sin escuchar a los interesados ni debatir

Carlos Díaz Lannes - Director del Centro de Estudios en Democracia, Justicia y Seguridad

23 Abril 2013

Hay que dejar en claro que la necesidad de reorganizar el sistema de justicia penal no es sólo del Poder Judicial o de los abogados; es, principalmente, de los ciudadanos, de la sociedad que contempla azorada y atónita el fracaso de las investigaciones judiciales en casos graves, la falta de respuestas al cambiante fenómeno del delito y que acepta pasivamente la violación de sus garantías constitucionales sólo para purgar la ineficiencia del sistema. La estrategia de la Corte ha fracasado por falta de visión política y por querer jugar en soledad su juego, eligiendo a sus interlocutores. No se puede llevar a cabo una reforma judicial sin dar a conocer públicamente sus ventajas, sin escuchar a los principales interesados y sin dar oportunidad de debatir los diferentes puntos de vista. 


Esta falta de visión también afecta al Consejo Asesor de la Magistratura pues no ha sido capaz de introducir pautas de evaluación en los concursos del fuero penal referidas al sistema que se pretende implementar -con las consecuencias a la vista-, y a la Legislatura, que reaccionó frenando la iniciativa cuando notó que había perdido protagonismo y que no tenía discurso ni posición tomada sobre un tema que ignora por completo.

Con todo, las objeciones que se han hecho al Plan Piloto demuestran superficialidad y desconocimiento, tanto del sistema adversarial como del movimiento de reforma judicial a lo largo y ancho de América Latina y de nuestro país. La organización del fuero penal hoy es altamente burocrática y costosa, los procesos demoran décadas, los fiscales carecen de liderazgo, investigan menos del 20% de los casos ingresados, carecen de objetivos comunes y nada aportan para mejorar la seguridad pública. El trámite escrito les permite ser remolones y no rendir cuentas a nadie; la prisión preventiva se utiliza indiscriminadamente y se adopta de manera inconstitucional, violando el derecho humano a ser oído, sin que los jueces reaccionen ante situación tan grave.

El sistema adversarial propone una organización eficaz y ágil al utilizar criterios de oportunidad para descomprimir los tribunales, permitiendo aprovechar al máximo los recursos humanos y materiales; cada parte desempeña su rol en forma transparente en audiencias públicas, a la vista de todos. La finalidad principal de este sistema es dar respuestas a la gente que acude a la Justicia de una manera rápida y efectiva. Además, se muestra como una forma eficaz de democratizar la Justicia, para acercarla a la gente y recuperar la credibilidad perdida.

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