Por Juan José Concha Martinez
15 Junio 2013
Días inexplicablemente cálidos, el veranito en otoño tenía a mal traer a miles de individuos necesitados de un mejor aire. No sólo el campo y el medio ambiente urgían un poco de lluvia; el agua se transformó en un reclamo para engripados, asmáticos y alergisados. La salud de miles dependían de los efectos de un corticoide, pero especialmente de la aparición del agua del cielo. Al final, ¡volvió la lluvia! Esperada, necesaria, vital para limpiar el ambiente, para llevar vida a las flores, para mojarnos un poco la cara...Y cambiar el ánimo. Eso sí, llegó de sorpresa y con un poco de frío, en horario inoportuno y en un día que medio mundo salió a la calle. Así son las cosas: en menos de un rato el agua del cielo pasó de ser bendita a molesta, de limpiarnos y renovar el ambiente, a complicar la tarde-noche. Aquí, la Redacción vivió esa contradicciones mundanas y torponas con humor, con un poco de onda; pegando fuerte a una edición extensa, salpimentada con todo y de todo, pero... sin paraguas, ni pulóveres.
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