Conquistar el césped del All England Club es un sufrimiento para los tenistas argentinos. Acostumbrados a jugar en superficies no tan veloces, los legionarios padecen durante el mes y medio en que los torneos de la temporada se juegan sobre pasto.
Y no es de ahora, sino desde tiempos remotos cuando todavía no eran una legión como la actual, que intimida, al menos un poco, en cualquier superficie. Los números amparan lo que parece ser un conflicto albiceleste con el pasto, pero que también afecta al resto del universo tenístico.
Desde la Era Abierta del tenis, de los cuatro Grand Slam del circuito, el Abierto de Inglaterra es el que menos variedad de nombres ha tenido entre los campeones. Entre 1968 y la última edición que ganó Roger Federer, en caballeros, y Serena Williams en damas hubo 19 y 17 campeones, respectivamente. En los otros tres grandes, en ambas ramas, hubo más jugadores que lograron anotar su nombre en los certámenes más importantes del circuito.
A todos les cuesta ganar en el césped, cuna del tenis, y por eso es que Wimbledon desvela. Ganar en Londres es la garantía máxima de entrar en la historia del deporte mundial, no solo del tenis. En toda gran conquista, la dificultad es máxima y en este torneo la estrategia va en contra de la cultura tenística de los argentinos.
Por más que se sucedan los intentos para que el césped no sea tan veloz, salvo que se cambie la superficie, en Wimbledon siempre se verá la pelota más rápida del circuito. Como consecuencia, los peloteos no serán tan largos, sacar y subir a la red seguirá más vigente que cualquier otra estrategia y la potencia tendrá más efectividad que los tiros sutilmente angulados.
Todo la sumatoria de factores que hacen del Abierto de Inglaterra la catedral en la que todos desean arrodillarse provocaron frustración en más de un argentino. "El pasto es para las vacas", fue el análisis de Guillermo Vilas. Claro que "Willy" ganó todos los Grand Slams, menos Wimbledon. "¡A mí no me tendrían que dejar entrar más acá! ¡Es una vergüenza que me dejen jugar!", se exaltó Gastón Gaudio cuando jugaba la edición 2006 indignado con su nivel de juego en el pasto. "El Gato", campeón en el polvo de ladrillo de Roland Garros, jugó seis veces en Wimbledon y llegó solo hasta la segunda ronda.
Nadie dijo que entrar en la historia es fácil, pero en el All England Club es más complicado, sobre todo para los legionarios.
"Gaby", "El Rey" y "La Pitu", los que mejor la pasaron
Una final de damas, otra de caballeros y un título juvenil son los hechos destacados para el tenis argentino en Wimbledon. En 1991, Gabriela Sabatini casi se convierte en reina del All England y en número uno del mundo, pero perdió en la final ante la alemana Steffi Graf.
David Nalbandian, en 2002, sorprendía a todos cuando llegó a la definición y comenzó a constituirse en un gran jugador. "El Rey" se convirtió en el primer jugador debutante en Wimbledon que llegó a la final. Lleyton Hewitt, número uno del mundo en ese entonces, lo eliminó en sets corridos.
María Emilia Salerni ganó la edición 2000 del torneo juvenil. "La Pitu" también se convertía en la número uno de la categoría al vencer a la ucrania Tatiana Perebiynis por 6-4 y 7-5.