La designación de ElBaradei queda en suspenso

Mientras las manifestaciones contra la destitución de Mursi se mantienen, el presidente interino y los militares enfrentan serias objeciones para el nombramiento como primer ministro del ex director de la Agencia de Energía Atómica. Uno de los partidos que apoyó el golpe, de tendencia islamita, se opone a su toma de posición. Putin cree que Egipto va a una guerra civil.

LAS PROTESTAS SIGUEN. Partidarios del depuesto Mohamed Mursi se movilizaron hasta el lugar donde está detenido el derrocado presidente, en El Cairo. REUTERS LAS PROTESTAS SIGUEN. Partidarios del depuesto Mohamed Mursi se movilizaron hasta el lugar donde está detenido el derrocado presidente, en El Cairo. REUTERS
08 Julio 2013
El CAIRO.- Miles de partidarios del depuesto presidente egipcio Mohamed Mursi protestaron fuera de su lugar de detención, en El Cairo, mientras un plan impulsado por las fuerzas armadas para resolver la crisis política del país seguía inmerso en la desconfianza y la confusión. Manifestantes que acudieron a los cuarteles de la Guardia Republicana, donde tres personas murieron el viernes, gritaban "Mursi, Mursi, Alá es el más grande" y "en paz, en paz" al tiempo que soldados y policías vigilaban la marcha, tras el alambrado.

"No nos iremos hasta que Mursi regrese. De otra forma moriremos como mártires", dijo Hanim Ahmad Ali Al-Sawi, una mujer de 55 años que llevaba un velo sobre el rostro. "Esto fue un golpe de Estado contra la democracia", agregó.

Mursi fue derrocado el miércoles en una intervención que las fuerzas armadas no consideran como un golpe. Los militares dicen que buscaron cumplir con las demandas de millones de egipcios que se manifestaron el 30 de junio para pedir la renuncia del presidente islamista. Pero aunque el derrocamiento fue recibido con escenas de júbilo masivas, enfureció a los islamistas, que realizaron extendidas protestas el viernes en las que murieron al menos 30 personas y unas 1.400 resultaron heridas.

La violencia en el país más poblado del mundo árabe ha sido generada por facciones rivales que se enfrentan en la capital y en varias otras ciudades y pueblos, y destaca la urgencia de realizar un importante cambio con una solución política inclusiva.

Los aliados de Egipto en Occidente, incluyendo importantes donantes de asistencia como Estados Unidos y la Unión Europea, han estado observando la crisis del país con creciente alarma. Las autoridades transitorias, encabezadas por Adly Mansour, estaban dispuestas a nombrar al político liberal Mohamed ElBaradei, un favorito de los líderes de protesta contra Mursi, antes de que su designación quedara en duda cuando un grupo islamita la objetó. El abrupto giro debido a la oposición del Partido Nour, la segunda mayor fuerza islamita, detrás de los Hermanos Musulmanes, destacó el desafío que encaran las fuerzas armadas por encontrar un consenso entre liberales y conservadores sobre quién debería dirigir al país y hacia qué dirección. El partido Nur habría amenazado con retirar su apoyo al derrocamiento de Mursi si ElBaradei tomaba posición del cargo. "El presidente interino se reunió con El-Baradei pero hasta el momento no hay ningún nombramiento oficial", aseguró Ahmad al-Mouslimani, asesor de Mansour, quien no obstante insistió en que la elección del premio Nobel de la paz "es la elección mas lógica". Según las informaciones de numerosos medios y declaraciones de diferentes políticos, el liberal El-Baradei, ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica, debía asumir su cargo el sábado a las 20 hora local en el Palacio Presidencial; pero la asunción nunca tuvo lugar.

Pero si los militares pierden el respaldo del Partido Nour debilitaría significativamente su posición, despojando de cualquier apoyo islamita al proceso de transición, que es rechazado con firmeza por los Hermanos Musulmanes, el poderoso movimiento al que pertenece Mursi.

En ese contexto, el presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró que Egipto se encamina hacia una guerra civil similar a la que golpea a Siria, luego del golpe militar que depuso al Mursi. "Siria ya está inmersa en una guerra civil, y por triste que parezca, Egipto se encamina en esa dirección. Me gustaría que el pueblo egipcio pudiera evitar ese destino", advirtió Putin. A contramano del líder ruso, el ex primer ministro británico Tony Blair, y enviado del Cuarteto para Medio Oriente, defendió el golpe de Estado y consideró que la medida está encaminada a evitar el "caos" en el país. (Reuters-Télam)

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