A veces, las amenities desatan una guerra en el consorcio

La terraza y la pileta brindan confort, pero también disputas dentro de los edificios.

28 Julio 2013

Claudia R. tenía todo listo: servicio de catering, música, y un freezer lleno de bebidas para hacer un brindis que sólo podría extenderse hasta las 3 de la mañana. También tenía las expensas al día -mandamiento número uno para poder utilizar la terraza- y había reservado con gran anticipación el quincho, el asador y la pileta. También había pagado la seña en concepto de seguro por si se rompía o faltaba algo.

Las invitaciones se repartieron para festejar el cumpleaños número 80 de la mamá de Claudia en un coqueto edificio a dos cuadras de la plaza Independencia. Pero dos días antes de la fiesta, le sonó el teléfono.

"Era el administrador, que me pedía por favor que le ceda la terraza a una vecina que quería festejar el cumpleaños de su hijo. Le dije que estaba loco, que yo la tenía reservada hacía un montón y que tenía todo organizado. Pensé que la cosa se había terminado ahí, pero el día antes de la fiesta me tocaron la puerta. Era mi vecina, la que quería la terraza, y estaba acompañada por su padre, un hombre enorme, a pedirme que le diera la terraza y que yo haga mi fiesta en la otra torre. Es gente vinculada a la política que venía a intentar ejercer su poder. Como yo me negaba, el padre me pidió que le mostrara el comprobante de la seña. Yo primero me negaba a hacerlo pero después se la mostré. Me terminaron diciendo que yo era una caprichosa. ¡Yo era la caprichosa!", recuerda Claudia.

Las amenities, esos servicios que incrementan el confort como los gimnasios, piletas, quinchos, etcétera, de uso común en algunos edificios de categoría, suelen ser un punto a favor a la hora de elegir dónde vivir (y uno en contra a la hora de pagar). Pero también son un foco de problemas, por lo que los consorcios se ven obligados a regular su uso.

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