Alejandro Valeiro - Programa cultivos industriales del INTA
Tucumán es un laboratorio viviente de conflictos ambientales. Es lógico: una población sumamente densa (apenas por debajo de la Capital Federal) y urbanizada (77%) se conjuga con una agricultura muy importante (la 4ª del país) y una agroindustria numerosa; todo en un territorio muy pequeño. En esta combinación complicada, cualquier impacto ambiental se magnifica. El uso del fuego es un tema de debate público en todo el mundo y una constante fuente de desacuerdos que se plantean a partir de su uso -supuestamente controlado- en actividades tanto urbanas como agropecuarias, y de la amenaza que supone para la salud, las vidas y las propiedades de las personas. Ahora:
¿Son los cañeros los "malos de la película"? Indudablemente hay cañeros que queman sus cañaverales, pero los relevamientos satelitales de 10 años del INTA Famaillá indican que el 50% de los fuegos se producen sobre caña de azúcar, mientras que la otra mitad se da sobre pastizales, montes, rastrojos de otros cultivos, etcétera.
Si bien no tenemos cifras concretas, muchas de las quemas no son provocadas por los cañeros, sino en una infinidad de situaciones accidentales o provocadas por otras personas que encienden un "fueguito" para calentarse, limpiar terrenos, vengarse de algún vecino productor, o simplemente por jugar.
Si alguno de los que lee esto no ha barrido alguna vez las hojas del patio y les ha prendido fuego, o no ha hecho un asadito al aire libre sin preocuparse por el destino final de sus brasas o no ha quemado los yuyos para eliminar alimañas, entonces que "tire la primera piedra". Todos los días -sobre todo en invierno- son miles los tucumanos que queman algo y contaminan el ambiente. El fuego está incorporado en nuestra cultura como un elemento de "limpieza".
¿Se soluciona esto con leyes que prohiban la quema, multando y metiendo presos a los infractores? No hay duda de que eso no es suficiente. Es necesario hacer esfuerzos de largo plazo para cambiar la cultura del fuego en Tucumán. Desde hace tres años, la Mesa de Gestión Ambiental de Cruz Alta viene haciendo propuestas y trabajando silenciosamente en el tema. De a poco, la reducción relativa de focos de fuego en el mayor departamento cañero de la provincia va mostrando que es ese el camino a imitar.