"Estamos sentados sobre una mina de oro y queremos sacarlo con una cucharita de helados"

El ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Ricardo Arriazu, vendrá mañana a Tucumán para dar una conferencia

Estamos sentados sobre una mina de oro y queremos sacarlo con una cucharita de helados
11 Agosto 2013

Hora de replanteos y de efectuarse esas preguntas esenciales para saber dónde estamos parados y cuál puede ser el rumbo económico argentino frente a un mundo que aún no encuentra un horizonte claro. Esa es la propuesta que LA GACETA le hizo al economista y ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Ricardo Arriazu, que mañana vendrá a Tucumán para dar una conferencia acerca de las "Megatendencias de la Economía Mundial", invitado por el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNT. Esta es la entrevista con nuestro diario:

-¿De dónde viene la economía argentina? ¿Y qué se hizo?

-Argentina tiene ciclos con bastante frecuencia y que son pronunciados. El último que vimos, el más fuerte, fue de 2001-2002, que siguió con un período de expansión hasta 2007. Casi todos los ciclos están asociados a mejoras en los términos de intercambio y a movimientos de capitales. Generalmente actúan en la misma dirección. Cuando mejoran, en términos de intercambio, el país es más rico, gasta más porque mejora la recaudación. Crece la balanza de pagos y las reservas y todos los capitales quieren venir al país. Pero sucede también que cuando se dan vueltas esos términos de intercambio, el país se queda con menos ingresos y con una deuda. Estamos, sin dudas, dentro de ese momento. Ahora bien, el año pasado tuvimos situaciones que, por problemas climáticos, bajó el volumen de cosecha y, naturalmente, los precios también bajaron. Con esto, el valor de la cosecha disminuyó en 2012 alrededor de U$S 7.000 millones. Este año, la cosecha mejoró por el clima y en la primera parte del año se vio repunte de precios. Este año tenemos U$S 6.000 millones más que el anterior sólo por la cosecha. Eso es de dónde venimos.

-¿Hacia dónde vamos?

-En este momento, el mundo posiblemente va a tener la mayor cosecha de su historia, unos 190 millones de toneladas más que el récord anterior. Esto se evidenció por la recuperación de los Estados Unidos de la sequía del año pasado y porque hubo buen clima en Europa; también en el Hemisferio Sur. Y sembraron más. Durante cuatro meses se dio un contrasentido: los precios al contado estaban muy altos porque no había mercancía disponible. Y los precios a futuro estaban con caídas de casi el 20% porque esperan la gran cosecha. Cuando comenzó a confirmarse ese fenómeno, operaron las expectativas y vimos así a China vendiendo soja, su stock, ya que le precio al contado es alto. Entonces se explican los motivos por los cuales se empezó a tirar para abajo los precios en el último mes y que cayeron entre un 20% y un 25%. Ahora, si esto no cambia, el año que viene vamos a tener una gran caída del valor de la cosecha, con el retorno de ciclos cortos hacia abajo. La Argentina tendría menos ingresos por la cosecha.

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-¿Puede cuantificarse eso?

-Todavía no se sabe cuánto se va a sembrar. Pero suponiendo que habrá cifras parecidas de siembra del año pasado, tomando el valor futuro de hoy, eso daría unos U$S 9.000 millones de caída del valor de la cosecha, que equivale a dos pagos del cupón PBI. Sólo son estimaciones.

-¿Cuáles han sido las fortalezas de la gestión económica del país?

-El no haber tenido déficit de cuenta corriente. Eso implica que la Argentina no vivió más allá de sus propios medios. Otra es que hayamos efectuados descubrimientos de hidrocarburos no convencionales que colocan a la Argentina en el segundo lugar global en cuanto a potencialidad de gas y cuarto a nivel petróleo. Si se valúa lo que se estima afuera respecto de los recursos que pueden generarse, los ingresos que se obtendrían serían equivalentes a 30 veces el PBI argentino. Creo que estamos sentados en una mina de oro y lo estamos sacando con una cucharita de helados.

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-¿Cómo podemos modificar eso?

-Con un cambio del modelo energético. Está claro que siempre habrá dudas después del caso Repsol, pero los petroleros son grandes apostadores. Chevron hace sus negocios porque cree que, en algún momento, cambiará la política. Es una apuesta al mañana. Creo que habrá cinco acuerdos más después de las elecciones, pero aún así son insuficientes. Normalmente, lo que se necesita frente a tanto potencial es una libre importación de maquinarias, libre disponibilidad de crudo, aunque pongan un impuesto lo suficientemente alto para que el ingreso quede en el país.

-¿Cómo cree que están hoy las reservas del Banco Central?

-Podemos esgrimir que la pérdida de reservas se focalizó en el repago de operaciones de autopréstamos que se hizo con el Banco de Ajustes de Basilea y luego se transfirió a Francia. Podemos hablar de una pérdida contable de U$S 2.300 millones y de otros U$S 550 millones por caída del valor del oro. Ahora bien, desde abril hasta estos días estuvieron relativamente estables. Si uno pone los datos hacia el futuro, podemos decir que esas pérdidas continuarán, pero que no se agotarán las reservas. No habrá crisis de balanza de pagos. Tampoco crisis de deuda. Como, al mismo tiempo, el sistema financiero está bastante balanceado, difícilmente haya una crisis financiera, a menos que se tomen medidas equivocadas. La pregunta es, entonces: ¿por dónde se reflejará todo esto? Tal vez por el menor nivel de actividad que significaría menos empleo y, por lo tanto, más conflictividad.

-Pero las fluctuaciones continúan...

-Los términos de intercambio no están mejorando. Tenemos fluctuaciones de corto plazo, alrededor de una tendencia al estancamiento y ahora con tendencia a la baja.

-¿Cuáles son los escenarios que pueden presentarse?

- Uno puede hacer un cuadro de doble entrada. En un eje ponemos cómo nos irá en materia de ingresos exógenos, es decir, la mezcla de clima, de precios internacionales, de movimientos de capitales, de plata para Vaca Muerta. Desde esa perspectiva, puede decirse que habrá más plata. Pero hay agentes que dicen que habrá menos dinero. Y es el otro eje, el de las reacciones de política interna. Una de las alternativas es profundizar el modelo, que significa poner más restricciones, más controles y hasta no dejar importar. Es lo que vimos en los últimos años. De allí surgen otras alternativas de pequeños cambios que van desde la posibilidad de un desdoblamiento cambiario hasta ajustes cambiarios que algunos proponen. También es deseable que haya un cambio en serio de la política energética, pero descartaría esta última posibilidad, pese al acuerdo con Chevron que apenas es un paso pequeñísimo en la dirección correcta, pero insuficiente. Descarto, además, un salto cambiario. Así, la alternativa que queda es desdoblar o profundizar. Y ninguna de las dos resuelve los problemas.

-¿Cuál es el escenario para Tucumán, en ese contexto?

-En los últimos 10 años, Tucumán se vio beneficiada por un alto precio de la soja, del azúcar y del limón. Y el Gobierno tenía mucha plata. Esos cuatro sectores determinan la economía provincial en forma primaria. Y a eso le sigue la expansión secundaria, dada por la construcción, el comercio y los servicios. Tucumán lleva dos años de sequía. El precio internacional del azúcar cayó, con lo cual tiene un exceso de producción y volvió a su historia de exportar para mantener el valor interno. El limón también registró caídas de precios y efectos de la sequía. Y la soja, en el mismo sentido. El Gobierno puede que tenga menos plata. Si Tucumán fue prudente como para ahorrar en épocas buenas, puede pasar esta etapa sin mayores problemas. Si no lo hizo, es indudable que caerá la actividad económica. Así lo dice su historia.

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