Por Juan Pablo Durán
12 Agosto 2013
Batacazo. ¿O acaso hay otra palabra que defina mejor lo que sucedió ayer en la capital? En pocos meses se cumplirán 30 años desde aquella histórica elección de 1983 que ungió a Rubén Chebaia como intendente de San Miguel de Tucumán. Y dentro de unos meses, el radicalismo estará a un paso de seguir haciendo historia si es que logra sumar dos diputados nacionales en octubre.
¿Pero que hubiese pasado si en los comicios de ayer se hubieran elegido cargos provinciales? Seguramente, el senador José Cano se hubiese convertido en el nuevo lord mayor de la ciudad. Porque si bien hubo un empate técnico entre el Acuerdo Cívico y Social y el alperovichista Frente para la Victoria (los dos espacios cosecharon 109.000 votos), el canismo saboreó esa paridad como un gran triunfo que lo invita a soñar más allá de los límites urbanos. Sobre todo porque se impuso en bastiones donde el oficialismo viene siendo fuerte desde hace una década. ¿Qué pasó? Es la gran pregunta que por estas horas sigue dando vueltas en la cabeza de alperovichistas y amayistas. Desde el canismo le dan la razón al propio José Alperovich, quien alguna vez dijo que la gente no es tonta, que un bolsón entregado no necesariamente representa un voto como retribución. Y a juzgar por los hechos, eso fue lo que habría acontecido ayer en la ciudad. Los números hablan y dicen que el aparato oficialista -sin quererlo- estuvo al servicio del voto antiperonista.
¿Pero que hubiese pasado si en los comicios de ayer se hubieran elegido cargos provinciales? Seguramente, el senador José Cano se hubiese convertido en el nuevo lord mayor de la ciudad. Porque si bien hubo un empate técnico entre el Acuerdo Cívico y Social y el alperovichista Frente para la Victoria (los dos espacios cosecharon 109.000 votos), el canismo saboreó esa paridad como un gran triunfo que lo invita a soñar más allá de los límites urbanos. Sobre todo porque se impuso en bastiones donde el oficialismo viene siendo fuerte desde hace una década. ¿Qué pasó? Es la gran pregunta que por estas horas sigue dando vueltas en la cabeza de alperovichistas y amayistas. Desde el canismo le dan la razón al propio José Alperovich, quien alguna vez dijo que la gente no es tonta, que un bolsón entregado no necesariamente representa un voto como retribución. Y a juzgar por los hechos, eso fue lo que habría acontecido ayer en la ciudad. Los números hablan y dicen que el aparato oficialista -sin quererlo- estuvo al servicio del voto antiperonista.
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