13 Agosto 2013
TODOS HABLAN. El caso de las alumnas que consumieron pastillas durante un día escolar es el tema de charla en la comunidad educativa de la Normal. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA
Sobre la mesa hay tranquilizantes y estimulantes. Cualquier pastilla viene bien para la diversión. No hace falta que un farmacéutico amigo les venda un blister. Ni siquiera tienen que ir a un quiosco o una farmacia a pedir que les den unas píldoras bajo poncho. Usan los medicamentos que están al alcance de la mano, en el botiquín de casa, y los mezclan con el infaltable alcohol.
Según los médicos, no hacen este cóctel para matarse. Lo hacer para ver cómo pega. Y pega
mal: algunos pueden terminar con daños neurológicos irreversibles y otros pueden llegar a perder la vida. El el menor de los casos, sufren mareos y hasta desmayos, como ocurrió la semana pasada cuando adolescentes de la escuela Normal consumieron alprazolam (un potente ansiolítico).
El caso despertó mucha conmoción. Y los profesionales están alarmados. ¿Por qué? Porque, según dicen, atienden cada vez más jóvenes intoxicados con drogas y alcohol. "Sin ir más lejos, el sábado pasado un joven que estaba en una reunión con sus amigos llamó a su mamá para decirle que se moría, que no daba más. Le pedía que llegara rápido", contó la toxicóloga Susana Albornoz de Ponce de León.
"Al chico lo desintoxicaron y lo salvaron, por suerte. Pero la situación para esa familia fue horrible. Realmente estoy admirada porque los jóvenes están usando sustancias y mezclas cada vez más fuertes. Es como si sintieran que nada les alcanza, que si no consumen algo muy fuerte no van a poder gozar lo suficiente", opinó la especialista, que desde 2008 dirige investigaciones sobre tendencia de consumo en estudiantes secundarios.
El último estudio de la Cátedra de Toxicología de la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia de la UNT, hecho en 2012 entre 1.521 estudiantes de nivel medio de ocho establecimientos privados y públicos, revela que el 23% de los alumnos admite que consume pastillas (un 19% usa estimulantes y un 4%, tranquilizantes). Después del alcohol y del tabaco, los fármacos son los más utilizados por los adolescentes para "divertirse".
Lo que se ve a través de estas encuestas, según la profesional, es que los chicos están consumiendo cosas más fuertes. Se usa una cantidad impresionante de medicamentos de forma indebida: benzodiazepinas, anfetaminas, sedantes, etcétera. La investigación destaca que la droga ilegal más consumida sigue siendo la marihuana, en segundo lugar se ubica la cocaína. Lo que más llama la atención es el creciente uso de heroína, LSD y éxtasis.
"Que haya aumentado el consumo de pastillas es de alguna forma una consecuencia de la medicalización de la vida diaria. Los adultos también están usando más fármacos. Para los jóvenes es muy fácil obtener las píldoras; en cualquier botiquín casero hay tranquilizantes: los usan la mamá, el papá o la abuela, para dormir", comentó.
Ponce de León describe que en nuestra provincia la moda de mezclar pastillas con alcohol arrancó cerca del año 95. "Teníamos casos esporádicos; ahora aparecen todos los días. Los jóvenes, gracias a internet, se han convertido en verdaderos expertos en combinaciones de fármacos con alcohol. Usan medicamentos porque es lo que más a mano tienen. Llegan a situaciones límites, pero después no se arrepienten y vuelven a consumir", explica, con preocupación, la docente.
¿Qué hay en el botiquín?
Es cierto que puede haber venta callejera -y, por supuesto, clandestina- de pastillas, describe la farmacéutica Marcela Castillo, que trabaja en una importante farmacia local. "Pero si hay, es mínima esta venta. Los tranquilizantes y estimulantes están entre los seis medicamentos que más aparecen en los botiquines caseros. Y en la mayoría de los casos estas pastillas tienen receta médica", especifica.
Sus datos tienen respaldo. Según estadísticas del Indec, obtenidas en la Encuesta Nacional sobre Prevalencias de Consumo de Sustancias Psicoactivas, uno de cada 20 tucumanos consume estimulantes o tranquilizantes. Con esta cifra, la provincia se ubica tercera en el alarmante ranking nacional de uso de psicofármacos.
Según los médicos, no hacen este cóctel para matarse. Lo hacer para ver cómo pega. Y pega
mal: algunos pueden terminar con daños neurológicos irreversibles y otros pueden llegar a perder la vida. El el menor de los casos, sufren mareos y hasta desmayos, como ocurrió la semana pasada cuando adolescentes de la escuela Normal consumieron alprazolam (un potente ansiolítico).
El caso despertó mucha conmoción. Y los profesionales están alarmados. ¿Por qué? Porque, según dicen, atienden cada vez más jóvenes intoxicados con drogas y alcohol. "Sin ir más lejos, el sábado pasado un joven que estaba en una reunión con sus amigos llamó a su mamá para decirle que se moría, que no daba más. Le pedía que llegara rápido", contó la toxicóloga Susana Albornoz de Ponce de León.
"Al chico lo desintoxicaron y lo salvaron, por suerte. Pero la situación para esa familia fue horrible. Realmente estoy admirada porque los jóvenes están usando sustancias y mezclas cada vez más fuertes. Es como si sintieran que nada les alcanza, que si no consumen algo muy fuerte no van a poder gozar lo suficiente", opinó la especialista, que desde 2008 dirige investigaciones sobre tendencia de consumo en estudiantes secundarios.
El último estudio de la Cátedra de Toxicología de la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia de la UNT, hecho en 2012 entre 1.521 estudiantes de nivel medio de ocho establecimientos privados y públicos, revela que el 23% de los alumnos admite que consume pastillas (un 19% usa estimulantes y un 4%, tranquilizantes). Después del alcohol y del tabaco, los fármacos son los más utilizados por los adolescentes para "divertirse".
Lo que se ve a través de estas encuestas, según la profesional, es que los chicos están consumiendo cosas más fuertes. Se usa una cantidad impresionante de medicamentos de forma indebida: benzodiazepinas, anfetaminas, sedantes, etcétera. La investigación destaca que la droga ilegal más consumida sigue siendo la marihuana, en segundo lugar se ubica la cocaína. Lo que más llama la atención es el creciente uso de heroína, LSD y éxtasis.
"Que haya aumentado el consumo de pastillas es de alguna forma una consecuencia de la medicalización de la vida diaria. Los adultos también están usando más fármacos. Para los jóvenes es muy fácil obtener las píldoras; en cualquier botiquín casero hay tranquilizantes: los usan la mamá, el papá o la abuela, para dormir", comentó.
Ponce de León describe que en nuestra provincia la moda de mezclar pastillas con alcohol arrancó cerca del año 95. "Teníamos casos esporádicos; ahora aparecen todos los días. Los jóvenes, gracias a internet, se han convertido en verdaderos expertos en combinaciones de fármacos con alcohol. Usan medicamentos porque es lo que más a mano tienen. Llegan a situaciones límites, pero después no se arrepienten y vuelven a consumir", explica, con preocupación, la docente.
¿Qué hay en el botiquín?
Es cierto que puede haber venta callejera -y, por supuesto, clandestina- de pastillas, describe la farmacéutica Marcela Castillo, que trabaja en una importante farmacia local. "Pero si hay, es mínima esta venta. Los tranquilizantes y estimulantes están entre los seis medicamentos que más aparecen en los botiquines caseros. Y en la mayoría de los casos estas pastillas tienen receta médica", especifica.
Sus datos tienen respaldo. Según estadísticas del Indec, obtenidas en la Encuesta Nacional sobre Prevalencias de Consumo de Sustancias Psicoactivas, uno de cada 20 tucumanos consume estimulantes o tranquilizantes. Con esta cifra, la provincia se ubica tercera en el alarmante ranking nacional de uso de psicofármacos.