13 Agosto 2013
ENCUENTRO. La plaza Urquiza es un punto de reunión de los secundarios.
Los adolescentes dicen que el consumo de alcohol con pastillas no es algo que se vea con frecuencia dentro del ámbito escolar. Sin embargo, tampoco se sorprenden ni mucho menos se escandalizan por la situación vivida en la escuela Normal, donde una alumna se descompuso en el baño de la institución tras haber consumido pastillas de alprazolam (no se especificó la cantidad), un potente ansiolítico.
Dos chicas de 15 años de la Escuela Superior en Educación Artística (ESEA) aguardaban en la plaza Urquiza el comienzo del turno tarde. Un cronista de LA GACETA se acercó a consultarles si sabían sobre lo ocurrido en la Normal, y las adolescentes respondieron que no. Tampoco dijeron que hayan visto algo similar en su escuela. "Hace algunos meses vino una gente a dar una charla sobre el consumo de alcohol, porque habían encontrado en la escuela una caja de vino. Pero adentro no se ve muy seguido a los chicos tomando. Afuera sí, y fumando porro y cigarrillos también", señaló una de las alumnas. Según ellas, suelen ser chicos de los primeros años que se juntan con los mayores "para hacerse los grandes y llamar la atención". "Pero no son muchos. En un curso de 20 o 30 chicos, pueden ser cuatro o cinco los que hagan esas cosas", replicó su compañera. Los nombres de las chicas se mantiene en reserva para preservar su identidad.
A pocos metros, en el mismo gomero emblemático de la plaza preferida de Barrio Norte, un grupo de adolescentes de entre 14 y 16 años charlaba y compartía cigarrillos. Algunos vestían delantal y otros uniformes de colegios privados. Ellos sí, estaban al tanto de lo que ocurrió la semana pasada en la Normal y, al igual que las chicas de la ESEA, no se mostraron sorprendidos. "Nosotros sí, tomamos cerveza, fernet y otras cosas, pero al menos en mi grupo nunca lo mezclamos con pastillas. Sí sabemos de otros chicos que lo hacen, no dentro de la escuela, pero sí a la salida, en los barrios o en los bailes", señaló un adolescente de 14 años. Ellos también pidieron reserva de sus nombres.
"Sí tenemos compañeros que llegan re locos a la escuela o que fuman adentro, pero tomando pastillas no se ve mucho. Solamente una vez, el año pasado, un grupito andaba con eso y me acuerdo que a uno, por hacerle una maldad, le dieron una pastilla de Viagra. No se quería levantar de la silla", contó una alumna de 9° año de la Escuela Nacional. La anécdota fue festejada con risas por el resto del grupo.
En pleno recreo
El lunes de la semana pasada, un preocupante hecho rompió la calma de la Escuela Normal durante el turno mañana. Después del primer recreo, una docente advirtió que en el aula faltaba una alumna, y a los pocos minutos tuvo que interrumpir la clase. La preceptora se había acercado a decirle que la alumna, de 14 años, se había descompuesto en el baño luego de haber consumido pastillas tranquilizantes.
Quienes advirtieron a la profesora fueron otras alumnas que también habían estado consumiendo ese ansiolítico, pero que todavía tenían conciencia para darse cuenta de que su compañera apenas si balbuceaba algunas palabras sin sentido. Las autoridades de la escuela llamaron a la emergencia y a los padres de las alumnas y solicitaron la intervención del Servicio de Asistencia Social Escolar (SASE) para seguir el caso .
Dos chicas de 15 años de la Escuela Superior en Educación Artística (ESEA) aguardaban en la plaza Urquiza el comienzo del turno tarde. Un cronista de LA GACETA se acercó a consultarles si sabían sobre lo ocurrido en la Normal, y las adolescentes respondieron que no. Tampoco dijeron que hayan visto algo similar en su escuela. "Hace algunos meses vino una gente a dar una charla sobre el consumo de alcohol, porque habían encontrado en la escuela una caja de vino. Pero adentro no se ve muy seguido a los chicos tomando. Afuera sí, y fumando porro y cigarrillos también", señaló una de las alumnas. Según ellas, suelen ser chicos de los primeros años que se juntan con los mayores "para hacerse los grandes y llamar la atención". "Pero no son muchos. En un curso de 20 o 30 chicos, pueden ser cuatro o cinco los que hagan esas cosas", replicó su compañera. Los nombres de las chicas se mantiene en reserva para preservar su identidad.
A pocos metros, en el mismo gomero emblemático de la plaza preferida de Barrio Norte, un grupo de adolescentes de entre 14 y 16 años charlaba y compartía cigarrillos. Algunos vestían delantal y otros uniformes de colegios privados. Ellos sí, estaban al tanto de lo que ocurrió la semana pasada en la Normal y, al igual que las chicas de la ESEA, no se mostraron sorprendidos. "Nosotros sí, tomamos cerveza, fernet y otras cosas, pero al menos en mi grupo nunca lo mezclamos con pastillas. Sí sabemos de otros chicos que lo hacen, no dentro de la escuela, pero sí a la salida, en los barrios o en los bailes", señaló un adolescente de 14 años. Ellos también pidieron reserva de sus nombres.
"Sí tenemos compañeros que llegan re locos a la escuela o que fuman adentro, pero tomando pastillas no se ve mucho. Solamente una vez, el año pasado, un grupito andaba con eso y me acuerdo que a uno, por hacerle una maldad, le dieron una pastilla de Viagra. No se quería levantar de la silla", contó una alumna de 9° año de la Escuela Nacional. La anécdota fue festejada con risas por el resto del grupo.
En pleno recreo
El lunes de la semana pasada, un preocupante hecho rompió la calma de la Escuela Normal durante el turno mañana. Después del primer recreo, una docente advirtió que en el aula faltaba una alumna, y a los pocos minutos tuvo que interrumpir la clase. La preceptora se había acercado a decirle que la alumna, de 14 años, se había descompuesto en el baño luego de haber consumido pastillas tranquilizantes.
Quienes advirtieron a la profesora fueron otras alumnas que también habían estado consumiendo ese ansiolítico, pero que todavía tenían conciencia para darse cuenta de que su compañera apenas si balbuceaba algunas palabras sin sentido. Las autoridades de la escuela llamaron a la emergencia y a los padres de las alumnas y solicitaron la intervención del Servicio de Asistencia Social Escolar (SASE) para seguir el caso .