Que tu infierno no sea encantador

Morel, el distinto de Atlético, las sufrió hasta llegar al edén.

Que tu infierno no sea encantador
24 Agosto 2013
Su mirada encalla en un punto ciego. Pronto, su voz encontrará luz en un pasado agitado en el que Martín Morel era un NN. Junto a un pequeño bolso, su único compañero, tocaba puertas que automáticamente se cerraban.

Su peregrinación inició después de quedar libre en 2001 en Newell's, donde había hecho las inferiores. La "lepra" lo limpió y debió abrirse camino. Eran tiempos difíciles.

Un rejunte de exiliados de ñuls y de Rosario Central fue su refugio. "Olimpia", nombra Morel al equipo que le dio la chance de usar la 10 en la espalda. "Es y era todo un desafío ser el conductor del equipo. El 10 siempre tiene la responsabilidad de jugar bien. De ser el creador de juego. Para mí, cuando llevo ese número en la espalda, me agrando", explica el hoy enganche de Atlético, alguna vez tentado por el boliviano Unión Central de Tarija con un sueldo 150 dólares y la compra (por ese dinero) de la mitad de su pase.

Harto del manoseo, de ser un condenado en vida deambulando por el Infierno, Martín colgó los botines. "Me dije basta, tenía 23 años y una familia que mantener. Rompí contrato con mis representantes y conseguí trabajo en un lavadero Industrial. Estaba cómodo", recuerda sin quitarle de encima la vista a una puerta.

Es que en esa mirada profunda había algo que traer de nuevo al presente. "La insistencia de Raúl Belén, un ex 'profe' de Newell's que fue a buscarme para volver a jugar", explica Morel, el mismo que había huido de Bolivia indignado y que volvería a repetir fórmula después de darle el gusto a Belén. Se presentó en Atlético Sanford, a 60 kilómetros de Rosario, práctico un día y no regresó. "Es que ya tenía mi vida", dice riéndose y agradeciéndole nuevamente Belén, por lo tozudo que fue. "Gran parte de lo que soy se lo debo a él", repite sin parar Morel, con credencial de jugador del ascenso, tras pasar por Sportivo El Dorado (Misiones), Atlético Chabás (Rosario), una prueba fallida en Venezuela, y Sportivo Las Parejas (Rosario).

Rozando los 24 años, el volante se planteaba una vez más el retiro. Sin embargo, otro 'profe' le entregó la gran oportunidad de su vida: una prueba en el Tigre de Ricardo Caruso Lombardi. "Fui, me probé y volví. Ricardo me dijo que me iba a llamar, pero nada. Un compañero, el 'Colorado' Oyarbide, me molestó para que yo lo llame. Lo hice. Ricardo me pidió tiempo y después me llamó para decirme que vaya a hacer la pretemporada. A la semana firmé mi primer contrato. Después, el resto es historia conocida", describe quien explotó en su tercera temporada en el "matador" que peleó el ascenso con Boca y San Lorenzo, y que gritó 13 goles en 19 fechas. Tal fue su explosión que hasta Diego Maradona lo quiso para la Selección. "Hubiera sido un sueño cumplido estar en la Selección, pero me lesioné. Hoy lo sería conseguir el ascenso con Atlético", se ilusiona este luchador que nunca perdió las medidas por bajar de categoría. "Atlético me dio la oportunidad, le estoy agradecido".

Habiendo sufrido y superado de todo en su carrera, a los 32 años, Morel tacha la temporada anterior en All Boys ("nunca sufrí tantas lesiones en mi vida") y se plantea un futuro rico en cuanto a resultados. Los goles ya no les importan. "Son lindos, pero ahora prefiero dar una asistencia", jura, y no se olvida de sus hijos, Lucila y Luca. "Llevo sus nombres en mis botines. Son mis amuletos", los mismos que piensa utilizar para exorcizar a Independiente, el "Diablo" que sufre un calvario parecido al de los inicios de Morel.

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