14 Septiembre 2013
RÍE. Despósito disfruta su presente.
Con sólo 13 años, Pablo Despósito había empezado a ver la felicidad de cerca. Cada sábado, en algún rincón de la provincia de Buenos Aires, junto a Alejandro Berti, su amigo de la infancia, salían a fiestas de 15, casamientos y hasta bautismos. Pese a que nadie los conocía, ingresaban a los salones diciendo sus nombres y mostrando lo que tenían en sus bolsos.
Adentro, la alegría desbordaba pero ni el jugador de Atlético que hoy estará en el banco de suplentes, ni su compinche eran parte de ese sentimiento. Con una cámara, el pequeño Pablo se encargaba de filmar la fiesta y ver cómo otros se divertían y él se perdía la chance de asistir a sus propias fiestas.
"Fue una etapa dura. En mi casa no había mucha plata, mis papás estaban separados y tuve que salir a trabajar", admite el volante central "decano". El papá de Berti, su amigo, tenía a su cargo un local de fotos y videos y habían decidido ayudar al muchacho con algo de trabajo, le enseñaron a filmar y aunque sabía que tenía hacerlo, no era lo que deseaba.
"No me divertía. Yo quería estar con mis amigos y no podía. En vez de ir a la fiesta de ellos estaba filmando a gente que no conocía", confiesa Despósito. A partir de allí, supo que nada sería fácil en su vida. Nacido en Ciudadela, (partido de Tres de Febrero) y a 20 cuadras del barrio Ejército de los Andes (más conocido como "Fuerte Apache" o donde nació y se crió Carlos Tevez), sus oportunidades no eran las mismas que las de todos los chicos de 13 años.
Pablo se levantaba a las 7 para ir al colegio y luego de la jornada escolar, su mamá lo llevaba a Vélez, club que lo acogió en inferiores, donde se quedaba cerca de su casa hasta las 20. "Me gustaba mucho el fútbol pero no me daba tiempo para nada más. No tuve tiempo para compartir con mis amigos", explica. Los fines de semana, debía acomodar su agenda entre sus partidos del fin de semana y las fiestas ajenas que debía filmar y editar con su amigo, algo que hizo hasta los 17.
"Todo me costó el doble", resume Despósito y vaya que fue así. Además de su historia de vida, su carrera como futbolista tuvo varios inconvenientes. Pese a tener la chance de debutar en Primera para el "fortín" y formar parte de un seleccionado Sub 20 en 2008, el jugador debió superar una prueba exigente en Atlético para quedar y fue el único que llegó en esas condiciones.
Hoy, en su puesto, es el cuarto en consideración detrás de Diego Barrado, Julio Mozzo y Matías Carabajal y aún así, tiene la chance de formar parte de los 18 concentrados frente a Patronato, esta tarde, todo un logro para él. "Pensaba que esto me iba a llegar mucho más adelante. A fin de campeonato, sinceramente", revela. Despósito también puede jugar como marcador central, aunque su hábitat está en la mitad de la cancha: luchando, como buen vecino de "Fuerte Apache" y tirando lujos como en el potrero. No es casual que de Ciudadela hayan surgido varios de los mejores números 5: Juan José López, Fernando Gago, Alejandro Mancuso o Marcos Britez Ojeda y Rodrigo Battaglia, más acá en el tiempo.
"Los potreros te potencian. Cerca de mi casa no había tantos pero en Fuerte Apache estaba lleno. Están todo el día con la pelota. Les da un roce diferente cuando llega la hora de jugar profesionalmente", cuenta Pablo. Si bien no jugó mucho en ellos, Despósito sabe que, como en los potreros, la pelota no le llegará limpia nunca y debe generarse sus propias jugadas tanto en la cancha como en la vida.
Adentro, la alegría desbordaba pero ni el jugador de Atlético que hoy estará en el banco de suplentes, ni su compinche eran parte de ese sentimiento. Con una cámara, el pequeño Pablo se encargaba de filmar la fiesta y ver cómo otros se divertían y él se perdía la chance de asistir a sus propias fiestas.
"Fue una etapa dura. En mi casa no había mucha plata, mis papás estaban separados y tuve que salir a trabajar", admite el volante central "decano". El papá de Berti, su amigo, tenía a su cargo un local de fotos y videos y habían decidido ayudar al muchacho con algo de trabajo, le enseñaron a filmar y aunque sabía que tenía hacerlo, no era lo que deseaba.
"No me divertía. Yo quería estar con mis amigos y no podía. En vez de ir a la fiesta de ellos estaba filmando a gente que no conocía", confiesa Despósito. A partir de allí, supo que nada sería fácil en su vida. Nacido en Ciudadela, (partido de Tres de Febrero) y a 20 cuadras del barrio Ejército de los Andes (más conocido como "Fuerte Apache" o donde nació y se crió Carlos Tevez), sus oportunidades no eran las mismas que las de todos los chicos de 13 años.
Pablo se levantaba a las 7 para ir al colegio y luego de la jornada escolar, su mamá lo llevaba a Vélez, club que lo acogió en inferiores, donde se quedaba cerca de su casa hasta las 20. "Me gustaba mucho el fútbol pero no me daba tiempo para nada más. No tuve tiempo para compartir con mis amigos", explica. Los fines de semana, debía acomodar su agenda entre sus partidos del fin de semana y las fiestas ajenas que debía filmar y editar con su amigo, algo que hizo hasta los 17.
"Todo me costó el doble", resume Despósito y vaya que fue así. Además de su historia de vida, su carrera como futbolista tuvo varios inconvenientes. Pese a tener la chance de debutar en Primera para el "fortín" y formar parte de un seleccionado Sub 20 en 2008, el jugador debió superar una prueba exigente en Atlético para quedar y fue el único que llegó en esas condiciones.
Hoy, en su puesto, es el cuarto en consideración detrás de Diego Barrado, Julio Mozzo y Matías Carabajal y aún así, tiene la chance de formar parte de los 18 concentrados frente a Patronato, esta tarde, todo un logro para él. "Pensaba que esto me iba a llegar mucho más adelante. A fin de campeonato, sinceramente", revela. Despósito también puede jugar como marcador central, aunque su hábitat está en la mitad de la cancha: luchando, como buen vecino de "Fuerte Apache" y tirando lujos como en el potrero. No es casual que de Ciudadela hayan surgido varios de los mejores números 5: Juan José López, Fernando Gago, Alejandro Mancuso o Marcos Britez Ojeda y Rodrigo Battaglia, más acá en el tiempo.
"Los potreros te potencian. Cerca de mi casa no había tantos pero en Fuerte Apache estaba lleno. Están todo el día con la pelota. Les da un roce diferente cuando llega la hora de jugar profesionalmente", cuenta Pablo. Si bien no jugó mucho en ellos, Despósito sabe que, como en los potreros, la pelota no le llegará limpia nunca y debe generarse sus propias jugadas tanto en la cancha como en la vida.