"La sospecha": tensión y vueltas de tuerca para disfrutar

Dos niñas han desaparecido. La Policía detuvo un sospechoso, pero no hay evidencias que permitan mantenerlo preso. Hay desconcierto en la investigación. Keller Dover, padre de una de las chicas, no está dispuesto a dejar pasar el tiempo y emprende su propia búsqueda. A medida que los días transcurren la situación se torna más tensa.

Estamos demasiado acostumbrados al vértigo, con la permanente sensación de que Hollywood no está dispuesto a apartarse de fórmulas efectistas (como la violencia gratuita) cada vez que se plantea un policial. Por eso da gusto saborear el tiempo que se toma Denis Villenueve para contar esta historia. Son dos horas y media necesarias, porque hay muchos personajes de por medio y el director propone descubrirlos de a poco. Es uno de los tantos activos de “La sospecha”.

Hay en “La sospecha” varios puntos de contacto con “Río místico”. También elementos emparentados con “El silencio de los inocentes”. Películas colmadas de suspenso, de diálogos precisos, de piezas que van encajando de a poco. “La sospecha” sigue esa ruta, mientras los padres de la nena desaparecida y el policía que encarna Jake Gyllenhall se sienten atrapados en un laberinto. Pero todo laberinto cuenta con una salida.

Hay distintos planos para leer la trama. En la superficie flota el caso policial, y en las siguientes capas asoman temas recurrentes en el género: la justicia por mano propia, las trampas y vericuetos legales, la culpa -más de una vez ligada con la religión-, los dilemas morales. ¿Hasta dónde puede llegar un padre afligido por la pérdida de una hija? Ni Villeneuve ni el guionista Aaron Guzikowski pontifican ni ensayan lecciones. Es apenas la cámara siguiendo minuciosamente un reguero de actos. Las respuestas están en otra parte.

Es una de las mejores actuaciones de Hugh Jackman, un hombre común obligado a tomar decisiones inusuales en un cotexto extraordinario. Lo sigue un reparto envidiable. Gyllenhall está muy bien en la piel del detective que -nos enteraremos con el correr de la historia- tiene mucho para decir de su pasado. Pero a quienes Villeneuve exprime es a Paul Dano y a Melissa Leo. Notables.

Es un feliz desembarco de Villeneuve en Hollywood. Al contrario de muchos colegas, el canadiense fue capaz de imponer su lenguaje y su mirada en el corazón de la industria. Que un laureado realizador como Villeneuve (“Incendios” compitió por un Oscar hace un par de años) pise fuerte en los grandes estudios es una excelente noticia.

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