Por Nicolás Iriarte
10 Enero 2014
TRATANDO DE DESCANSAR. Tres ntegrantes del equipo de Red Bull, pretenden dormir en el camión principal durante la tarde de ayer en el vivac del Hipódromo.
París, Dakar, Rosario, Salta, Uyuni o el oeste de Mauritania. En la siesta del jueves, la mirada de pilotos y auxiliares de los equipos del Dakar está perdida y podrían estar viendo cualquiera de esos paisajes sin provocarles mayor diferencia. Lo cierto es que acaban de llegar a Tucumán y echados sobre camas improvisadas al costado de sus tráilers, son uno de los colores primarios con los que está pintado el vivac en el Hipódromo.
Las energías no sobran y bajo 40 incesantes grados de calor algunos no pueden conciliar ni el sueño. Otros se obligaron a dormir y se metieron en pequeñas carpas, al costado del comedor. Un pizarrón indica que los platos disponibles son ensalada de col, hamburguesas, papas fritas y yogur con cerezas. En varias de las mesas, también reina el silencio. Comer y dormir, son las premisas.
Decenas de mini-motos le dan sonido al vivac, trasladando a ayudantes y auxiliares de diferentes equipos que no van a caminar los kilómetros que abarca el predio, algo menos eufórico y poblado que otros años. Los tropezones, propios de una jornada triste para varios, también alimentan al desánimo. Piotr Wyczynski, uno de los ingenieros del equipo polaco Neroraid, lo explica: “hemos abandonado así que no hay mucho que decir”.
Fabricio Fuentes, motociclista boliviano del equipo Epsilon, les explica a sus mecánicos, el accidente que determinó su abandono. Así, no podrá llegar junto con la caravana a su Bolivia natal, por primera vez en la historia. “Estoy muy decepcionado”, confiesa sin tener ganas de decir más. Hasta el equipo del productor de cine porno francés Marc Dorcel, parece cansado y sin muchas ganas.
Un círculo formado con reposeras en carpas de bebidas energéticas brindan una paradoja. Desparramados sobre los asientos, intentando ganar algo de movilidad. Quizás lo logre el stand oficial con música moderna y folclórica, aunque el ritmo del vivac está claro: lento, cadente y algo gris, como el cielo y varias de las noticias que llegaban desde afuera.
Las energías no sobran y bajo 40 incesantes grados de calor algunos no pueden conciliar ni el sueño. Otros se obligaron a dormir y se metieron en pequeñas carpas, al costado del comedor. Un pizarrón indica que los platos disponibles son ensalada de col, hamburguesas, papas fritas y yogur con cerezas. En varias de las mesas, también reina el silencio. Comer y dormir, son las premisas.
Decenas de mini-motos le dan sonido al vivac, trasladando a ayudantes y auxiliares de diferentes equipos que no van a caminar los kilómetros que abarca el predio, algo menos eufórico y poblado que otros años. Los tropezones, propios de una jornada triste para varios, también alimentan al desánimo. Piotr Wyczynski, uno de los ingenieros del equipo polaco Neroraid, lo explica: “hemos abandonado así que no hay mucho que decir”.
Fabricio Fuentes, motociclista boliviano del equipo Epsilon, les explica a sus mecánicos, el accidente que determinó su abandono. Así, no podrá llegar junto con la caravana a su Bolivia natal, por primera vez en la historia. “Estoy muy decepcionado”, confiesa sin tener ganas de decir más. Hasta el equipo del productor de cine porno francés Marc Dorcel, parece cansado y sin muchas ganas.
Un círculo formado con reposeras en carpas de bebidas energéticas brindan una paradoja. Desparramados sobre los asientos, intentando ganar algo de movilidad. Quizás lo logre el stand oficial con música moderna y folclórica, aunque el ritmo del vivac está claro: lento, cadente y algo gris, como el cielo y varias de las noticias que llegaban desde afuera.