Marita y Susana

Dos libros para una historia que sigue abierta. Trimarco sigue los pasos de la mujer que se infiltró en el infierno y no cedió ante las puertas kafkianas de despachos sordos y laberínticas burocracias. La vida de la madre que, buscando a su hija, se convirtió en símbolo de lucha. La red narra la historia de una joven que fue condenada a un mundo tenebroso y desteje la trama oculta del caso que conmocionó a Tucumán y al país. Por Juan Manuel Montero | Para LA GACETA - Tucumán

12 Enero 2014
“No se trata de una investigación periodística (...) Tampoco es el diario del juicio (...) No es un ensayo (...) Más que intentar una pesquisa detectivesca, me interesó señalar y poner en su lugar lo que estaba a la vista y no se quería ver; lo que era evidente pero se negaba; lo que despuntaba por más que se intentara ocultarlo”. Con estas premisas, y advirtiendo al lector antes de que se adentre en su obra, la periodista Sibila Camps prologa su libro La red. La trama oculta del caso Marita Verón (Planeta, 2013).

No hay dudas de que a Camps, autora además del libro sobre el “Malevo” Mario Ferreyra titulado El Sheriff, le indignó -como a la gran mayoría de los tucumanos- el fallo de los jueces que absolvieron a los 13 acusados de secuestrar a Marita Verón. Para ella, todos deberían haber sido condenados. Escribe como si fuera la exégeta de Susana Trimarco o de su nieta, Micaela Verón. Y no está mal. Después de todo, al libro le falta la rigurosidad periodística de quien puede ver los dos lados de la moneda.

No se puede desconocer que Camps, con sus muchos años en el periodismo, es meticulosa con las descripciones, en el relato y con la cronología del juicio que mantuvo en vilo a los tucumanos durante diez meses.

Camps, que cubrió el proceso judicial para Clarín, relata cronológicamente lo sucedido desde que se inició el debate hasta que termina, pasando por cada uno de los testimonios. Exalta los que estuvieron a favor de Trimarco, y defenestra a los de los acusados y sus allegados. Critica sin piedad la actuación de los defensores y alaba sin filtros a los querellantes. Ataca, por su falta de capacitación y experiencia según ella, a los representantes del Ministerio Público. Y destroza de todas las formas posibles la actuación de los tres jueces encargados de llevar adelante las audiencias.

Camps sazona el libro con historias tucumanas que van desde la familia Ale, pasando por el Perro Familiar, los clubes de fútbol, la devoción mariana, los ingenios y, obviamente, el “Malevo”. Y las cuenta como si hubiera nacido en Tucumán, aunque esto no es así.

A lo largo de los 40 capítulos (la obra tiene 555 páginas), Camps se pone en el papel de fiscal de Cámara y enumera todas las pruebas que a su entender deberían haber servido para acusar a los imputados. Muchas de ellas, finalmente sirvieron para que el juicio, tal como se conoció hace pocas semanas, tenga otro final cuando la Corte Suprema de Justicia de Tucumán afirmó que diez de los 13 acusados debían ser condenados.

Como diario de juicio, el libro es impecable. Si uno se despoja de la mirada subjetiva de la autora podrá conocer quiénes declararon, qué dijeron y cuáles fueron las pruebas-testimonios que aportaron. También la reconstrucción de la vida de Marita, antes de que la secuestraran. Hay muchos detalles desconocidos para el gran público, que son interesantes. Obviamente, nadie puede contestar la madre de todas las preguntas: ¿Dónde está Marita?

Y así la obra pasa a ser un buen material de consulta de notas que, en su mayoría, tal como Camps misma advierte, no se publicaron en Clarín. Y sirvieron para hacer un libro.

© LA GACETA

Juan Manuel Montero - Editor Senior de LA GACETA.

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