Murió desangrado en los brazos de su amigo

El homicida de Ricardo Aragón se escapó a bordo de un taxi luego de cometer el crimen

CONGOJA. Familiares y amigos de Ricardo Alberto Aragón, en el velatorio. la gaceta / foto de inés quinteros orio CONGOJA. Familiares y amigos de Ricardo Alberto Aragón, en el velatorio. la gaceta / foto de inés quinteros orio
02 Febrero 2014
Ricardo Alberto Aragón tenía 29 años y fue asesinado ayer a la madrugada a pocos metros de su casa. El joven recibió un disparo en la espalda que le atravesó el cuerpo. El hecho fatídico ocurrió alrededor de las 4.50 en la esquina de Pasaje Darwin y avenida Eudoro Aráoz, en el barrio Capitán Giachino.

“A las 2 vino Ricardo a buscarme y fuimos a tomar a la esquina. Charlamos hasta las 4.30. En ese momento pasaron dos hermanos en un taxi y nos insultaron”, afirmó Marcelo Herrera, el único testigo del asesinato.

Luego comentó que transcurrieron unos 10 minutos hasta que volvió a acercarse el taxi. “Se bajaron los hermanos con dos armas. Uno de ellos me apuntó en el pecho y me dijo que me quede quieto”, relató Herrera. Según el testigo, Ricardo Aragón “comenzó a correr hasta mi casa, que está a 50 metros. Ahí le hicieron un disparo en las piernas y luego en la espalda”.

Despedida
Mientras el asesino y su hermano huían en el auto de alquiler, Aragón cayó al piso. “Corrí hacia donde estaba. Lo di vuelta. Me apretó con fuerza la mano, le caían lágrimas. Se me murió en los brazos”, recordó Herrera compungido. El grito desesperado del joven alertó a los vecinos, quienes llamaron a la seccional 9ª y al 107. Una ambulancia trasladó a la víctima al hospital Padilla, pero Aragón llegó sin vida.

Tanto Herrera como los familiares de la víctima coincidieron en que el presunto homicida es un ex policía federal que hace dos años fue “expulsado” de la fuerza. También mencionaron que el individuo vive en el mismo barrio.

Personal de la división Homicidios de la Policía, a cargo del comisario Marcelo Sallas, trabajó hasta anoche en busca del autor del hecho y su cómplice. Sin embargo, no habían conseguido localizar a ninguno de ellos.

Pasado el mediodía de ayer, los restos de Aragón fueron velados en una humilde vivienda del pasaje Chubut al 800, a tres cuadras del lugar del hecho. Decenas de jóvenes entraban y salían de la improvisada sala velatoria. Los gritos desgarradores de la madre de Aragón se colaban por la ventana que daba a la calle.

Enemistad
Allegados a la víctima comentaron a LA GACETA que existía una antigua enemistad entre Aragón y los dos hermanos que lo atacaron, aunque no explicaron los motivos. “Ellos pasaban por la casa, amenazaban con atropellarnos y nos insultaban”, aseguró Gustavo Aragón, hermano de la víctima.

Por otro lado, su hermana Elsa lo recordó como “un chico muy bueno y generoso. Él trabajaba de albañil. Cuando tenía dinero les compraba ropa a los amigos”.

“Lo mataron por nada. Él no merecía terminar así. Tenía toda una vida por delante”, lamentó César, un amigo de Aragón.

Las expresiones de dolor de grandes y jóvenes se reflejaban en la vereda de la casa de la víctima, donde lo despedían con tristeza.

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