Charly y la fábrica de armar polémicas

Miro la cartelera del Cosquín Rock, que empieza el fin de semana, y pienso en la opinión de Charly García. “El rock de acá me parece una garcha atómica”, le dijo hace pocos días a un diario de tirada nacional. Al principio el concepto me pareció odioso y altanero. Se me vinieron a la cabeza algunas bandas con historia que siguen subidas a los escenarios (entre ellas Divididos, Las Pelotas, Illya Kuryaki) y otras más nuevitas, pero con onda y buen rock and roll (Jauría, Las Pastillas del Abuelo, Ciro y Los Persas pueden funcionar como ejemplos). Desde ese punto de vista, el rótulo de “garcha atómica” me irrita, aún viniendo del gran Charly García.

Después amplío un poco más el panorama y advierto algo de razón en las palabras del incuestionable músico del bigote bicolor. Recuerdo un artículo de una reconocida revista de rock que catalogaba como tal a ciertas bandas que -a mi parecer- no encajan en esa categoría. La publicación, además, hacía hincapié en el gran año de Tan Biónica. Está bien, reconozco que los chicos tienen temas pegadizos y “radiables”, que incluso me gusta escuchar mientras limpio la casa o hago ejercicio. Pero ¿eso es rock nacional? ¿En serio?

Me enchufo los auriculares y reproduzco en Youtube unas 10 canciones de la banda (versión renovada de Miranda!, que a su vez ya me parecía una versión más moderna del ochentoso Virus). Me llaman la atención ciertas palabras que -casualmente- aparecen en casi todas sus canciones: ella, noche, ciudad, boca, tacos y luces, por mencionar algunas. Entonces vuelvo a retomar la frase de Charly. Y sí, la calificación dejó de parecerme tan molesta. Ahora que lo pienso bien, no era para saltarle a la yugular.

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