Por Federico Türpe
05 Abril 2014
Menemismo recontra recargado. La farandulización de la política, un sello que acuñó el presidente Carlos Menem en los 90 y no se fue con la década, sino que se siguió contagiando pavorosamente entre “los nuevos ricos” de la función pública.
Desde los zapatos y las carteras de miles de dólares que enloquecen a la Presidenta, hasta las Harley Davidson y las camperas de cuero con que el vicepresidente pasea señoritas por Puerto Madero.
“Los políticos son como los jugadores de fútbol, cuando pegan el salto lo primero que hacen es conseguirse una rubia teñida y una 4x4”, sostenía jocosamente un viejo maestro del periodismo, ya retirado.
La playa de estacionamiento de la Legislatura tucumana parece el Salón del Automóvil de Frankfurt: millones de pesos en vehículos de alta gama. Ni hablar de sus casas. Muchas podrían estar en las portadas de las revistas de decoración.
El poder emborracha, sobre todo cuando llega de forma repentina. Son pocos los que no caen en esa tentación. Descubren que de pronto pueden acceder al mundo de la farándula, compartir fiestas y viajes con artistas, modelos, cantantes o deportistas. Se terminan mezclando tanto que muchos acaban haciendo el recorrido inverso, van de la farándula a la política. Daniel Scioli, Ramón Ortega, Nito Artaza, Miguel del Sel son algunos ejemplos de un larguísimo etcétera.
Esta semana los cimientos de la Casa de Gobierno temblaron como pocas veces antes. No fue el terremoto en Chile. Tampoco la impunidad del caso Lebbos, ni la ley del mosto, ni los sobreprecios, ni las adjudicaciones directas en la obra pública. Fue un huracán llamado Marianela Mirra.
Impotencia, vergüenza, abatimiento y tristeza fueron algunos de los sentimientos que atravesaron nuestra redacción. A veces se tarda meses en conseguir un expediente judicial, un testimonio o una prueba sobre un hecho de corrupción. Y luego, para poder publicarlo, hay que sortear un andamiaje de chicanas legales para evitar caer en la trampa de la industria del juicio, montada desde el poder para silenciar a la prensa. En cambio, bastan unos cuantos tuits cruzados entre la ganadora de Gran Hermano y el periodista Jorge Rial, urdidos bajo las sábanas, para sacudir al poder central de la provincia.
¿Cómo puede una mujer, cuyo único atributo, además de sus curvas, es publicar chismes en Twitter, a veces rayanos en el delirio, poner tan nerviosos a los hombres más poderosos de la política local?
Tan alterados, que el concejal de Yerba Buena, Luciano Villegas, se apuró en aclarar que el intendente Daniel Toledo no tiene nada que ver en los nombramientos de dos familiares de Marianela en esa administración. “En Yerba Buena, Tucumán, hay dos ñoquis conocidos. Hermano y madre. Mañana se los cuento. Atento intendente Daniel Toledo”, había escrito Rial en Twitter, donde lo siguen casi tres millones de personas. “En marzo de 2012 fueron contratados el hermano y la madre de Marianela. Yo salí con Marianela en febrero de ese año y luego efectué los nombramientos”, admitió Villegas. Lo que aún no explicó Villegas es cómo si son colaboradores suyos (secretaria y asesor legal, según dijo) ganan lo mismo que él, y por qué la madre de Marianela, a través de locaciones de servicios, cobraba en el municipio desde antes de 2011, cuando Villegas ni siquiera había sido electo concejal. Tampoco fueron novios, según confesaron ambos; apenas “salieron” un mes. Aún así, Villegas contrató a dos familiares de Mirra y lo hizo cuando ya no “salían”. Algo no cierra. Tampoco cierra semejante nerviosismo en la plana mayor del gobierno. ¿Por qué el gobernador José Alperovich le pidió al secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, que el gobierno nacional lo apoye para evitar que este escándalo lo salpique, según informó el periodista Román Lejtman?
¿Por qué el canal América silenció a Rial, al punto que el conductor sólo habla de este tema en Twitter?
¿Por qué la corte “sijosecista” está tan histérica y sólo habla de este tema? ¿Será que temen un castigo de la posible sucesora?
Desde los zapatos y las carteras de miles de dólares que enloquecen a la Presidenta, hasta las Harley Davidson y las camperas de cuero con que el vicepresidente pasea señoritas por Puerto Madero.
“Los políticos son como los jugadores de fútbol, cuando pegan el salto lo primero que hacen es conseguirse una rubia teñida y una 4x4”, sostenía jocosamente un viejo maestro del periodismo, ya retirado.
La playa de estacionamiento de la Legislatura tucumana parece el Salón del Automóvil de Frankfurt: millones de pesos en vehículos de alta gama. Ni hablar de sus casas. Muchas podrían estar en las portadas de las revistas de decoración.
El poder emborracha, sobre todo cuando llega de forma repentina. Son pocos los que no caen en esa tentación. Descubren que de pronto pueden acceder al mundo de la farándula, compartir fiestas y viajes con artistas, modelos, cantantes o deportistas. Se terminan mezclando tanto que muchos acaban haciendo el recorrido inverso, van de la farándula a la política. Daniel Scioli, Ramón Ortega, Nito Artaza, Miguel del Sel son algunos ejemplos de un larguísimo etcétera.
Esta semana los cimientos de la Casa de Gobierno temblaron como pocas veces antes. No fue el terremoto en Chile. Tampoco la impunidad del caso Lebbos, ni la ley del mosto, ni los sobreprecios, ni las adjudicaciones directas en la obra pública. Fue un huracán llamado Marianela Mirra.
Impotencia, vergüenza, abatimiento y tristeza fueron algunos de los sentimientos que atravesaron nuestra redacción. A veces se tarda meses en conseguir un expediente judicial, un testimonio o una prueba sobre un hecho de corrupción. Y luego, para poder publicarlo, hay que sortear un andamiaje de chicanas legales para evitar caer en la trampa de la industria del juicio, montada desde el poder para silenciar a la prensa. En cambio, bastan unos cuantos tuits cruzados entre la ganadora de Gran Hermano y el periodista Jorge Rial, urdidos bajo las sábanas, para sacudir al poder central de la provincia.
¿Cómo puede una mujer, cuyo único atributo, además de sus curvas, es publicar chismes en Twitter, a veces rayanos en el delirio, poner tan nerviosos a los hombres más poderosos de la política local?
Tan alterados, que el concejal de Yerba Buena, Luciano Villegas, se apuró en aclarar que el intendente Daniel Toledo no tiene nada que ver en los nombramientos de dos familiares de Marianela en esa administración. “En Yerba Buena, Tucumán, hay dos ñoquis conocidos. Hermano y madre. Mañana se los cuento. Atento intendente Daniel Toledo”, había escrito Rial en Twitter, donde lo siguen casi tres millones de personas. “En marzo de 2012 fueron contratados el hermano y la madre de Marianela. Yo salí con Marianela en febrero de ese año y luego efectué los nombramientos”, admitió Villegas. Lo que aún no explicó Villegas es cómo si son colaboradores suyos (secretaria y asesor legal, según dijo) ganan lo mismo que él, y por qué la madre de Marianela, a través de locaciones de servicios, cobraba en el municipio desde antes de 2011, cuando Villegas ni siquiera había sido electo concejal. Tampoco fueron novios, según confesaron ambos; apenas “salieron” un mes. Aún así, Villegas contrató a dos familiares de Mirra y lo hizo cuando ya no “salían”. Algo no cierra. Tampoco cierra semejante nerviosismo en la plana mayor del gobierno. ¿Por qué el gobernador José Alperovich le pidió al secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, que el gobierno nacional lo apoye para evitar que este escándalo lo salpique, según informó el periodista Román Lejtman?
¿Por qué el canal América silenció a Rial, al punto que el conductor sólo habla de este tema en Twitter?
¿Por qué la corte “sijosecista” está tan histérica y sólo habla de este tema? ¿Será que temen un castigo de la posible sucesora?
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