Como Sabella, pero con otro resultado

18 Junio 2014

Enrique Kawamura - Profesor del Depto. de Economía de la Universidad de San Andrés

BUENOS AIRES.- La decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos complicó definitivamente la política del Gobierno. El fallo no sólo altera cualquier escenario fiscal, sino que deja congelada, al menos hasta que asuma otro mandatario, la posibilidad de recurrir a los mercados internacionales en busca de créditos. En este contexto, la presidenta Cristina Fernández no tiene de dónde sacar dólares para pagar las deudas que no sea de las ya golpeadas reservas del Banco Central, lo que generará, en el caso que hacerlo, un grave problema fiscal y monetario.

Si finalmente el Gobierno busca llegar a un acuerdo con los holdouts en la instancia del juez Thomas Griesa, sufrirá un drenaje importante de dólares, lo que podría ocasionar un aumento de la cotización en los mercados oficial y paralelo. Si, en cambio, decide patear el tablero, desoír el fallo y no aceptar lo que consideró “una extorsión” al país, entonces la situación puede que se torne aún más inestable porque significará caer en un default técnico en el corto plazo.

En estos 11 años de gestión el Gobierno ha mostrado diferentes experiencias en las que no hizo caso a la teoría. Sin embargo, últimamente tomó otra actitud, quizás en parte buscando una respuesta como la que no obtuvo de la Corte. En función de la política económica, desde que Axel Kicillof llegó a Economía, el Gobierno se vino comportando como lo hizo el entrenador de la Selección, Alejandro Sabella, en el segundo tiempo del partido frente a Bosnia. Por muchos años, el Gobierno quiso ser el Sabella del primer tiempo y no le fue tan mal, pero cuando intentó cambiar, a diferencia del resultado del complemento ante los bosnios, la cosa no mejoró. Consumado el resultado judicial adverso, promover una negociación con los holdouts mientras mantiene el pago a los tenedores de bonos que aceptaron la reestructuración, se hace indispensable y casi inevitable. La economía y la realidad, como se observa, tienen una dinámica muy distinta a la de partido del domingo.(DyN)

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