No hay nada más enfermante que ver un partido de la Selección en el lugar del trabajo. Además de aguantar a los que no saben de fútbol -no necesariamente son mujeres-, se debe convivir durante casi 100 minutos con los intolerantes, los pesimistas y los exitistas.

“¿El ‘Kun’ juega para los iraníes?”, fue la primera pregunta con la que se rompió el hielo y abrió la puerta a la antesala del infierno. “¿Decime, Irán va ganando?”, pregunta ella. “No, por qué”, le responde el vecino de escritorio. “¿Y entonces por qué aplaude el arquero?”, insiste incrédula. Uno, dos, tres, cuatro...

“¿A los iraníes les ganamos hasta con un combinado formado con jugadores de Atlético y de San Martín?”, comentó un atrevido que después de los 20 minutos de partido no sabía dónde perderse. “¡Dalaaa!”, “¡Tocalaaaa!”, “Hacé cambios Sabella y la...”, fueron algunos de los gritos que se escucharon con el correr de los minutos.

La última. “¿Podés leer el texto para que me libere?”, dijo la autora de “Ellas Dicen”. Segundo después, en plena lectura, Lionel Messi, le sacó brillo a su talento y marcó el golazo que le dio el agónico triunfo a la Selección. Por eso y mucho más: ¿se podrá ver el partido contra Nigeria en el Tibet?

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