21 Julio 2014
FECHA FUNDACIONAL.- El 13 de junio de 1893, se toma como fecha de fundación de la localidad de Ranchillos, hoy convertida en comuna.
JUEZ DE PAZ.- El primer juez de paz de Ranchillos , fue don Gregorio Segundo Aráoz, quien fue nombrado en esa función por Ley del 8 de mayo de 1860. Aráoz también fue, en 1872, propietario de un ingenio en Ranchillos, que elaboraba azúcar y aguardiente. Contaba con doce cuadras de cañas y un trapiche de hierro a tracción animal (mulas).
MAESTRO.- José Bacilio Arancibia fue el primer maestro que hubo en Ranchillos. Según el historiador Arsenio Granillo, Arancibia llegó en 1862 y por entonces, había una población de 80 alumnos varones.
COMISARIA.- También por 1860, cuando aún no había arribado el ferrocarril a Ranchillos, ya existía una comisaría, que fue reemplazada por otro edificio que se habilitó en 1887 y que se había construido, a petición, de don Francisco Kullak, administrador del ingenio San Vicente. El vetusto edificio policial, aún existe, a pesar del deterioro y los años transcurridos.
INCENDIO.- El 22 de junio de 1861 hubo un incendio de grandes proporciones en Ranchillos. Las llamas acabaron con la mayoría de las casas. En realidad eran ranchos de paja. Los damnificados debían presentarse ante el comisario Manuel Pío Lobo, el juez de Paz Aráoz y el maestro Arrancibia. Por entonces gobernaba Tucumán Salustiano Zavalía y Benjamín Villafañe, era ministro general de gobierno.
LA FIEBRE DEL AÑIL.- El añil, una planta americana de uso generalizado despertó, en 1839, el interés de don Pedro Delgado Echeverri; quien realizó ensayos y planes sobre la industrialización del vegetal.
SOCIEDAD.- En 1864, Wenceslao, José y Manuel Posse, alucinados por los ensayos hechos, de esta sustancia, por el químico Vicente Brusa, formaron con él una sociedad para elaborar el añil. Así fundaron un gran establecimiento de cuatro leguas al sudeste de la capital. Pero la experiencia fue nefasta. Una plaga de gusano arruinó todo y fue la ruina para los Posee.
FLETE BARATO.- La llegada del camino de hierro favoreció a la industria azucarera con el abaratamiento del flete. Tanto para el ingreso de maquinaria pesada desde puerto hacia el destino final como también de la materia prima que se extraía del cañaveral. Sin dudas que este medio de transporte tuvo una importante gravitación en el desarrollo industrial.
INGENIOS.- En 1872, período que se denominaba industria azucarera familiar, en Ranchillos elaboraban azúcar y aguardiente la sociedad Posse Hnos (Juan Posse, Manuel Posse e hijo); la fábrica de Gregorio Aráoz, con 25 cuadras de caña y trapiche de hierro movido por mulas; Don Pedro Ignacio Ríos, con 12 cuadras de caña y trapiche de madera y el ingenio de don Agustín Muñoz Salvigni, con dos motores a vapor de 15 cv de fuerza y dos motores hidráulicos de 25 cv de fuerza.
TERRENOS.- A principio de 1880 el precio de venta de los terrenos de cultivos de caña en la zona de Ranchillos, era de $25 a $30 la cuadra. Pero después subieron considerablemente el precio por la presencia de varios ingenios en las inmediaciones. Entre ellos el San Vicente, que después fue adquirido por don Abraham Medina. Del San Antonio, hoy solo queda una chimenea a punto de caerse y una cerámica (foto del centro)
JUEZ DE PAZ.- El primer juez de paz de Ranchillos , fue don Gregorio Segundo Aráoz, quien fue nombrado en esa función por Ley del 8 de mayo de 1860. Aráoz también fue, en 1872, propietario de un ingenio en Ranchillos, que elaboraba azúcar y aguardiente. Contaba con doce cuadras de cañas y un trapiche de hierro a tracción animal (mulas).
MAESTRO.- José Bacilio Arancibia fue el primer maestro que hubo en Ranchillos. Según el historiador Arsenio Granillo, Arancibia llegó en 1862 y por entonces, había una población de 80 alumnos varones.
COMISARIA.- También por 1860, cuando aún no había arribado el ferrocarril a Ranchillos, ya existía una comisaría, que fue reemplazada por otro edificio que se habilitó en 1887 y que se había construido, a petición, de don Francisco Kullak, administrador del ingenio San Vicente. El vetusto edificio policial, aún existe, a pesar del deterioro y los años transcurridos.
INCENDIO.- El 22 de junio de 1861 hubo un incendio de grandes proporciones en Ranchillos. Las llamas acabaron con la mayoría de las casas. En realidad eran ranchos de paja. Los damnificados debían presentarse ante el comisario Manuel Pío Lobo, el juez de Paz Aráoz y el maestro Arrancibia. Por entonces gobernaba Tucumán Salustiano Zavalía y Benjamín Villafañe, era ministro general de gobierno.
LA FIEBRE DEL AÑIL.- El añil, una planta americana de uso generalizado despertó, en 1839, el interés de don Pedro Delgado Echeverri; quien realizó ensayos y planes sobre la industrialización del vegetal.
SOCIEDAD.- En 1864, Wenceslao, José y Manuel Posse, alucinados por los ensayos hechos, de esta sustancia, por el químico Vicente Brusa, formaron con él una sociedad para elaborar el añil. Así fundaron un gran establecimiento de cuatro leguas al sudeste de la capital. Pero la experiencia fue nefasta. Una plaga de gusano arruinó todo y fue la ruina para los Posee.
FLETE BARATO.- La llegada del camino de hierro favoreció a la industria azucarera con el abaratamiento del flete. Tanto para el ingreso de maquinaria pesada desde puerto hacia el destino final como también de la materia prima que se extraía del cañaveral. Sin dudas que este medio de transporte tuvo una importante gravitación en el desarrollo industrial.
INGENIOS.- En 1872, período que se denominaba industria azucarera familiar, en Ranchillos elaboraban azúcar y aguardiente la sociedad Posse Hnos (Juan Posse, Manuel Posse e hijo); la fábrica de Gregorio Aráoz, con 25 cuadras de caña y trapiche de hierro movido por mulas; Don Pedro Ignacio Ríos, con 12 cuadras de caña y trapiche de madera y el ingenio de don Agustín Muñoz Salvigni, con dos motores a vapor de 15 cv de fuerza y dos motores hidráulicos de 25 cv de fuerza.
TERRENOS.- A principio de 1880 el precio de venta de los terrenos de cultivos de caña en la zona de Ranchillos, era de $25 a $30 la cuadra. Pero después subieron considerablemente el precio por la presencia de varios ingenios en las inmediaciones. Entre ellos el San Vicente, que después fue adquirido por don Abraham Medina. Del San Antonio, hoy solo queda una chimenea a punto de caerse y una cerámica (foto del centro)
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