Por Alberto Horacio Elsinger
04 Agosto 2014
EN ACCIÓN. Una formación de carga, con dos máquinas diesel retorna desde Retiro. Cada vez que un tren atraviesa la estación en Aráoz la nostalgia interrumpe las largas siestas de esta localidad fronteriza a Santiago del Estero.
Siempre lo siguen tres chuchos o canes. No son de raza ni de estirpe. Sólo leales a su dueño. “Los críos para que nadie pueda decir que ni los perros me siguen ni me ladran. Al contrario con ellos a mi alrededor no hay tuso ni caschi de Estación Aráoz, que no me ladre hasta el hartazgo”, remarca el linyera que prefiere preservar su nombre y autodenimarse “Don Nadie”. Lo cierto es que el hombre, de saco andrajoso y de zapatos deteriorados anda toda la jornada diurna, hasta que el sol emprende la fuga y la oscuridad oculta las soledades y las ausencias que alguna vez fueron multitudes y presencias en la vida de este singular personaje.
Verdad o delirio
Él pasa una y otra vez por la estación que fuera fundada hace 122 años, cuando la trocha ancha era novedosa para esta región y la pomposidad de las formaciones de pasajeros, de estilo europeo, no tenían nada que envidiarle a las que había, por entonces, en el viejo mundo. “Sabe que esta linea estuvo a punto de venderse a los japoneses. Pero un tal Pedrosa, me dijeron, operó para que no ocurriera. Esto habrá sido allá por el 2000”, afirmó el hombre.
Alegría y progreso
“Don Nadie” dice que Aráoz era otra cosa cuando el ferrocarril era sinónimo de futuro, alegría, progreso y comunicación. “Por acá, que estamos a casi 40 kilómetros de la capital, el camino se tornaba imposible en épocas de lluvias; fundamentalmente desde El Empalme-Agua Dulce hasta Aráoz. La gente recurría al tren no solo para conectarse con las urbes sino también para aprovisionarse. Desde el comerciante al docente todos se valían del tren para trae su mercadería, para venir a enseñar o para cualquier menester”, insiste el anónimo personaje de Estación Aráoz.
Un pueblo de Leales
La fría definición sitúa a Estación Aráoz en el departamento Leales. Se encuentra en el cruce de las rutas provinciales 302 y 327. Y se formó en torno a la estación Aráoz del Ferrocarril Mitre. Aunque hoy en torno a la parada ferroviaria transformada en vivienda de una familia, no hay ninguna casa en sus flancos y puros cañaverales hacia el fondo o lado este. La comuna, con base en esta localidad, ubicada a 40 km al este del departamento Leales, se denomina Estación Aráoz y Tacanas. Aunque esta última, haya permutado su estación a Superintendente Ledesma. Después está Viclos, la primera o última, en territorio santiagueño. “Hubo un tiempo en que a Aráoz también se la conoció como Tres Pozos. Pero hoy es un lugar que queda a tres kilómetros de aquí”, agrega don Marcelo “Pololo” Vizcarra, un vecino de esta zona.
Lo sacaron del hospital
Pololo, recordó a Lalo Pedregosi, un muchacho que era de Tacanas. “Vinieron una noche y se lo llevaron de la estación sólo con calzoncillos y en camiseta”, señaló.
Entre jefes y pioneros
“Creo que el último jefe de estación que hubo en esta localidad de Leales fue don Pedro Díaz. Aunque hay otros que sostienen que ese cargo lo ocupó Aurelio Gómez, pero también hay quienes sostienen que ellos no fueron los únicos. Porque esa función también la cumplieron, Gómez Méndez, José Romano, Pastor Cruz y don Ruiz. Ellos trabajaron entre 1913 y 1964”, agregó Vizcarra.
La memoria de la historia oral de Estación Aráoz no es muy buena que digamos. Son más los que olvidan que los que recuerdan. No obstante ello Fabián Sánchez, cuyo padre trajo la primera panadería a Aráoz, evocó a los Puertas y a los Santillán como las primeras familias que llegaron a esta localidad.
“Por lo general muchos vinieron de Santiago del Estero y otros lo hicieron desde Burruyacu”, señaló. Sánchez también recordó a los Díaz, los Asís, los Nallem, los Paz, de Burruyacu; los Agüeros, de Ardiles, “Creo que el pueblo se consolidó como población en 1930”, aseguró.
Verdad o delirio
Él pasa una y otra vez por la estación que fuera fundada hace 122 años, cuando la trocha ancha era novedosa para esta región y la pomposidad de las formaciones de pasajeros, de estilo europeo, no tenían nada que envidiarle a las que había, por entonces, en el viejo mundo. “Sabe que esta linea estuvo a punto de venderse a los japoneses. Pero un tal Pedrosa, me dijeron, operó para que no ocurriera. Esto habrá sido allá por el 2000”, afirmó el hombre.
Alegría y progreso
“Don Nadie” dice que Aráoz era otra cosa cuando el ferrocarril era sinónimo de futuro, alegría, progreso y comunicación. “Por acá, que estamos a casi 40 kilómetros de la capital, el camino se tornaba imposible en épocas de lluvias; fundamentalmente desde El Empalme-Agua Dulce hasta Aráoz. La gente recurría al tren no solo para conectarse con las urbes sino también para aprovisionarse. Desde el comerciante al docente todos se valían del tren para trae su mercadería, para venir a enseñar o para cualquier menester”, insiste el anónimo personaje de Estación Aráoz.
Un pueblo de Leales
La fría definición sitúa a Estación Aráoz en el departamento Leales. Se encuentra en el cruce de las rutas provinciales 302 y 327. Y se formó en torno a la estación Aráoz del Ferrocarril Mitre. Aunque hoy en torno a la parada ferroviaria transformada en vivienda de una familia, no hay ninguna casa en sus flancos y puros cañaverales hacia el fondo o lado este. La comuna, con base en esta localidad, ubicada a 40 km al este del departamento Leales, se denomina Estación Aráoz y Tacanas. Aunque esta última, haya permutado su estación a Superintendente Ledesma. Después está Viclos, la primera o última, en territorio santiagueño. “Hubo un tiempo en que a Aráoz también se la conoció como Tres Pozos. Pero hoy es un lugar que queda a tres kilómetros de aquí”, agrega don Marcelo “Pololo” Vizcarra, un vecino de esta zona.
Lo sacaron del hospital
Pololo, recordó a Lalo Pedregosi, un muchacho que era de Tacanas. “Vinieron una noche y se lo llevaron de la estación sólo con calzoncillos y en camiseta”, señaló.
Entre jefes y pioneros
“Creo que el último jefe de estación que hubo en esta localidad de Leales fue don Pedro Díaz. Aunque hay otros que sostienen que ese cargo lo ocupó Aurelio Gómez, pero también hay quienes sostienen que ellos no fueron los únicos. Porque esa función también la cumplieron, Gómez Méndez, José Romano, Pastor Cruz y don Ruiz. Ellos trabajaron entre 1913 y 1964”, agregó Vizcarra.
La memoria de la historia oral de Estación Aráoz no es muy buena que digamos. Son más los que olvidan que los que recuerdan. No obstante ello Fabián Sánchez, cuyo padre trajo la primera panadería a Aráoz, evocó a los Puertas y a los Santillán como las primeras familias que llegaron a esta localidad.
“Por lo general muchos vinieron de Santiago del Estero y otros lo hicieron desde Burruyacu”, señaló. Sánchez también recordó a los Díaz, los Asís, los Nallem, los Paz, de Burruyacu; los Agüeros, de Ardiles, “Creo que el pueblo se consolidó como población en 1930”, aseguró.
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