La primavera de los abrazos

Es tal el grado de incertidumbre con que se mueve el oficialismo que el gobernador, José Alperovich, se vio obligado a desembuchar certezas antes de lo que él hubiese querido. Sólo así se explica que haya lanzado a probarse nuevamente a la fórmula que componen Juan Manzur y Osvaldo Jaldo. Es que en el alperovichismo las encuestas que trajo Hugo Haime imprimieron otra velocidad a los pasos que el mandatario tenía previsto dar antes de entregar el mando.

Alperovich nunca dudó respecto de su preferencia para delegar el poder en el ministro de Salud de la Nación. Por eso lo expuso en el traumático 2013 como candidato a diputado. El vicegobernador en uso de licencia es, después del gobernador y del zigzagueante Domingo Amaya, el oficialista que mejor mide en los sondeos que encargan el Gobierno y la oposición. Y Alperovich confía en él más que en cualquier otro. Por eso, tras escuchar los consejos de su encuestador preferido, decidió posicionar nuevamente a su dos veces compañero de fórmula. El mandatario leyó que el empujoncito al hombre que siempre ríe hería de muerte a Osvaldo Jaldo, el funcionario que le rastrilla el interior para allanarle cada paso que da, y rápidamente abrazó al tranqueño.

Ni Manzur elegiría a Jaldo para compartir un café ni Jaldo escogería a Manzur para tomar unos mates. Sin embargo, el feriado del miércoles los encontró a la vuelta de la misma mesa en Buenos Aires con el propio Haime. Alperovich, por separado, les envió señales de que, como en 2013, comiencen a caminar juntos la provincia para llegar a 2015. El viernes, sin ir más lejos, luego del acto con Agustín Rossi en el PJ se presentaron dos reuniones: una con el gremio de la sanidad y otra en Famaillá. De repente, Manzur y Jaldo comenzaron a llamarse por el nombre de pila con un cariño repentino: para cumplir con los compromisos, “Osvaldito” se fue al mitin municipal y Juan se quedó en Atsa. De sopetón, dejaron de plantón al concepcionense José López y lo mandaron a acompañar a Rossi en el quincho del gobernador. ¿Qué busca Alperovich al soltar riendas a Manzur y a Jaldo? Principalmente, tapar los huecos por los que podrían escaparse referentes justicialistas hacia el amayismo o el massismo. El ministro nacional cobija a legisladores y Jaldo a intendentes, delegados comunales y concejales del interior.

La primera definición que le dejó Haime a su paso al gobernador es que, si las elecciones fueran hoy, el oficialismo le ganaría al radical José Cano por un mínimo margen. La segunda, que la escisión de Amaya sí le hará daño y que el Gobierno no soportaría una sangría más. Por eso Alperovich se apuró a enviar señales y poner rápidamente en marcha la alquimia electoral, que incluye seducir a los viejos parlamentarios con la chance de la reelección indefinida. La tercera, que la derrota de 2013 en Capital se profundizará el próximo año en ese distrito. Así tiene sentido que el gurú -también asesora al presidenciable Sergio Massa- se haya sentado sólo con los dirigentes del Grupo Terraza, Marcelo Caponio, Guillermo Gassenbauer y Carolina Vargas Aignasse. Analizaron estrategias y posibles escenarios, y Haime les aclaró que lo ideal sería sumar a Amaya o, en su defecto, debilitarlo. La cuarta, que la posibilidad de que el intendente se presente en soledad en los comicios afectará más a Cano que al candidato del gobernador. Es decir, Amaya le quita más votos a Cano que a Manzur, por ejemplo, según la visión del encuestador. Por todo esto es que Alperovich decidió no atacar a Amaya, pero tampoco hará nada por recuperarlo. En marzo próximo tomará una decisión final, según lo que le exijan la realidad y sus propias limitaciones.

El jefe municipal tampoco hará nada antes de tiempo. En el amayismo aseguran que se seguirán “desarrollando” hasta fin de año y que, luego, resolverán su futuro político. Por lo pronto, Amaya y Cano insisten, por separado, que cada uno será candidato a gobernador, pero se presumen como adolescentes en primavera. El viernes, en un encuentro de la Fundación Red de Acción Política (RAP), el peronista y el radical intercambiaron chanzas durante una jornada de trabajo, se abrazaron y se sonrojaron mutuamente ante la curiosidad y las preguntas de los otros dirigentes presentes por un eventual acuerdo electoral hacia 2015.

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