Por Marcelo Androetto
20 Octubre 2014
MENOS MAL QUE VOLVIÓ. Vangioni, ausente en la fecha previa por la convocatoria a la Selección, es abrazado luego del gol. télam
El River de Marcelo Gallardo sigue bajando muñecos. Esta vez, uno vestido de celeste y con un parche en el ojo, un “pirata” que metía miedo por los traumas grabados en el inconsciente colectivo del “Millo”. Pero esta “banda” a fuerza de goles sigue enterrando los fantasmas. En el mismo Monumental de aquel 26J de 2011, que ahora parece estar a años luz, sepultó 3-0 a su bestia negra Belgrano, en otra prueba superada.
Pese a que no fue una máquina, lo ganó con mucho oficio. De la mano de aquellos dos que echó de menos durante la fecha FIFA: Leonel Vangioni rompió el cero, Teo Gutiérrez, con su doblete, cerró el partido.
La presión era toda de River: los triunfos de Lanús, Independiente y Racing no le daban margen para un paso en falso. Y en lugar de tropezar, volvió a avanzar tres casilleros, para mantener la distancia, con una fecha menos, en siete, hasta alcanzar el disco de llegada que tiene como premio el bicampeonato.
El equipo de Ricardo Zielinski le supuso un intríngulis al local. Voluntarioso, enmarañado, tácticamente sacrificado, fiel a su espíritu de los últimos años, aunque menos sólido en el fondo y menos explosivo arriba. River tampoco traicionó su esencia. Fue y fue a buscarlo, aún sin las presencias habituales de Gabriel Mercado y Leonardo Ponzio, y con el regreso del ovacionado Eder Álvarez Balanta.
La primera estocada del equipo del “Muñeco” se hizo esperar. Pero al final, su búsqueda por afuera pagó dividendos: tras un lateral, pase milimétrico en cortada de Ariel Rojas para que Vangioni la metiera de zurda entre Juan Carlos Olave y el primer palo. Iban 33’, y a partir de entonces se vio un poquito de aquel River que gusta a propios y extraños. Presión constante, vocación de ataque más allá del resultado a favor.
Pero Belgrano adelantó sus líneas al regreso del vestuario. Con Lucas Parodi casi como extremo, con Lucas Zelarrayán metido en el partido y la presión de los volantes más arriba, César Pereyra dejó de jugar al Llanero Solitario. Y River empezó a pasarla mal. Barovero se lo tapó al “Picante” y se mandó un atajadón ante el sustituto Emiliano Rigoni, quien por la izquierda enloqueció a Augusto Solari y obligó a su reemplazo por Gabriel Mercado.
Cuando parecía que Belgrano se iba a mandar otra de piratas, apareció Carlos Sánchez, desborde y centro, para que Teo anticipara con una volea en el primer palo. Desahogo para River. Y fiesta total después, cuando “Teo” hizo un pase a la red tras otra asistencia del todomotor Sánchez.
River no pierde desde aquella visita a Belgrano hace medio año, cuando Echenique convalidó un gol que no fue. Son 26 partidos. Parece toda una vida.
Pese a que no fue una máquina, lo ganó con mucho oficio. De la mano de aquellos dos que echó de menos durante la fecha FIFA: Leonel Vangioni rompió el cero, Teo Gutiérrez, con su doblete, cerró el partido.
La presión era toda de River: los triunfos de Lanús, Independiente y Racing no le daban margen para un paso en falso. Y en lugar de tropezar, volvió a avanzar tres casilleros, para mantener la distancia, con una fecha menos, en siete, hasta alcanzar el disco de llegada que tiene como premio el bicampeonato.
El equipo de Ricardo Zielinski le supuso un intríngulis al local. Voluntarioso, enmarañado, tácticamente sacrificado, fiel a su espíritu de los últimos años, aunque menos sólido en el fondo y menos explosivo arriba. River tampoco traicionó su esencia. Fue y fue a buscarlo, aún sin las presencias habituales de Gabriel Mercado y Leonardo Ponzio, y con el regreso del ovacionado Eder Álvarez Balanta.
La primera estocada del equipo del “Muñeco” se hizo esperar. Pero al final, su búsqueda por afuera pagó dividendos: tras un lateral, pase milimétrico en cortada de Ariel Rojas para que Vangioni la metiera de zurda entre Juan Carlos Olave y el primer palo. Iban 33’, y a partir de entonces se vio un poquito de aquel River que gusta a propios y extraños. Presión constante, vocación de ataque más allá del resultado a favor.
Pero Belgrano adelantó sus líneas al regreso del vestuario. Con Lucas Parodi casi como extremo, con Lucas Zelarrayán metido en el partido y la presión de los volantes más arriba, César Pereyra dejó de jugar al Llanero Solitario. Y River empezó a pasarla mal. Barovero se lo tapó al “Picante” y se mandó un atajadón ante el sustituto Emiliano Rigoni, quien por la izquierda enloqueció a Augusto Solari y obligó a su reemplazo por Gabriel Mercado.
Cuando parecía que Belgrano se iba a mandar otra de piratas, apareció Carlos Sánchez, desborde y centro, para que Teo anticipara con una volea en el primer palo. Desahogo para River. Y fiesta total después, cuando “Teo” hizo un pase a la red tras otra asistencia del todomotor Sánchez.
River no pierde desde aquella visita a Belgrano hace medio año, cuando Echenique convalidó un gol que no fue. Son 26 partidos. Parece toda una vida.